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Óscar B. de Otálora
Martes, 17 de octubre 2023, 00:04
En pocos lugares del mundo una historia milenaria marca la actualidad tanto como en Oriente Medio. Por eso, conocer el pasado permite entender un concepto ... que se ha definido como 'el complejo' o 'el síndrome Masada', uno de los mitos que, para muchos expertos, han configurado la actitud de Israel y que ayuda a entender lo que está sucediendo tras la masacre del 7 de octubre y los subsiguientes ataques sobre Gaza. La persona que por primera vez mencionó este término fue la primera ministra israelí Golda Meir, cuando respondió a unas críticas que estaba recibiendo en Estados Unidos por no ceder más territorio para llegar a un acuerdo con Egipto, en 1972. «Dicen que tenemos un complejo de Masada. Es verdad. Tenemos un complejo de Masada. Tenemos un complejo de pogromos. Tenemos un complejo de Hitler», le respondió Meir a un periodista que le había achacado su inflexibilidad.
El 'complejo de Masada' se ha entendido de dos formas. La primera es la sensación de que todo el mundo está contra Israel y, por lo tanto, tiene que estar preparado en todo momento para defenderse y atacar. La segunda se refiere a las actitudes políticas que conllevan una idea de suicidio o inmolación. La expresión, no obstante, es moral y genera múltiples discusiones académicas. Para muchos expertos, este 'complejo de Masada' ha hecho que, en ocasiones, el pensamiento militar haya predominado sobre el político a la hora de tomar decisiones desde el Gobierno. Precisamente, hasta el ataque de Hamás, el acuerdo diplomático era la estrategia predominante en Israel, ya que se buscaba el acercamiento y el reconocimiento de los países árabes. Tras la masacre, el 'complejo de Masada' reaparece.
Para entender el término hay que remontarse al año 73 d.C., durante la ocupación romana de Judea. Los judíos se habían levantado en armas contra los invasores y uno de los grupos más agresivos eran los zelotes. Dentro de ellos, los más radicales eran los sicarios -el nombre actual de asesino contratado procede de esa disidencia- cuyo nombre significa 'los que llevan la daga'. Los sicarios se reunieron en la fortaleza de Masada, una antigua fortificación de Herodes situada junto al Mar Muerto. Allí lucharon durante meses hasta que, en el último momento, cuando ya era inevitable la conquista del castillo, los judíos se suicidaron en masa para que los romanos no los convirtieran en esclavos. Fue una batalla de 960 judíos contra 8.000 romanos.
Esta versión resumida de lo que ocurrió en Masada se recoge, mucho más ampliada, en 'La historia de los judíos', el libro escrito en el siglo I por Flavio Josefo, quien, según la leyenda, había estado dentro de Masada. A lo largo de los siglos, la historia de esta montaña no fue importante, pero a finales del siglo XIX y principios del XX el hallazgo arqueológico de la fortaleza permitió recuperar su historia. Y este descubrimiento fue incorporado a su imaginario por el sionismo, el movimiento que en esas fechas defendía la creación de un Estado judío en Palestina.
Moshe Dayan
La nueva versión de la masacre romana alcanzó cotas épicas y en creaciones literarias se acuñó la frase: «Masada no volverá a caer». Su imagen comenzó a contraponerse a la de las víctimas pasivas del Holocausto y la montaña sobre la que se eleva la fortaleza comenzó a ser un lugar de peregrinación. En su cumbre, por ejemplo, han jurado bandera las tropas blindadas de Israel. Sería Moshe Dayan, el mítico militar y ministro de Defensa israelí, vencedor en la Guerra de los seis días y en la del Yom Kippur, quien elevaría aún más el símbolo de este lugar. «Masada dio a la historia judía una grandeza impregnada de sangre y valor, fe y orgullo, no sólo para afrontar la muerte, sino también para afrontar las pruebas de la vida», aseguró este militar, inconfundible por el parche que llevaba sobre su ojo izquierdo.
El 'complejo de Masada' se incorporó al debate político de los judíos. Para los partidarios de un acuerdo con los países fronterizos, es decir, con los árabes defensores de Palestina, se veía como un problema que bloqueaba cualquier posibilidad de acuerdo al fomentar las políticas basadas en la creación de un sistema defensivo que les permitiese salir victoriosos ante cualquier nuevo ataque. Pero el 'complejo de Masada' también ha sido defendido como algo positivo, como una visión realista de la geoestrategia de la zona, en la que durante años ha dominado la capacidad del pueblo árabe para unirse con la intención de echar a los judíos y acabar con el Estado de Israel.
En ese contexto, por ejemplo, los representantes de los sectores de derechas de la política israelí se lamentaban hace una década de la degeneración del 'complejo de Masada' y denunciaban una debilidad del Ejército, al que consideraban que no estaba preparado para hacer frente a amenazas como las de Irán, así como una deriva de la sociedad judía, más preocupada por hacer negocios que por armarse. Ahora, el 'complejo de Masada' regresa para presentarse como una necesidad de acabar con el enemigo. Es decir «demoler a Hamás», como ha afirmado Netanyahu en las últimas horas.
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