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Sin ninguna ceremonia. Así restituyó Hamás en la madrugada del jueves los cadáveres de cuatro rehenes a Israel, que, a cambio, liberó a más de ... 600 presos palestinos en el último intercambio de la primera fase de la tregua en Gaza. Los actos públicos de entrega de rehenes, con la imagen de los miembros del grupo armado junto a ellos y las soflamas propagandísticas de la causa palestina aprovechando la ocasión, habían provocado el enfado de las autoridades hebreas al calificarlos de «humillantes». En esta ocasión, no ha habido cámaras.
La oficina del primer ministro israelí confirmó la recepción de los féretros de «cuatro rehenes caídos» y señaló que había comenzado el proceso de identificación de sus restos. Según medios israelíes, los cuerpos son de Ohad Yahalomi, Tsachi Idan, Itzik Elgarat y Shlomo Mansour, lo que confirma los nombres comunicados previamente por Hamás.
Poco después, el Gobierno confirmó las identidades de los cautivos fallecidos. Tsachi Idan, de 49 años, fue capturado en el kibutz Nahal Oz por un grupo de milicianos que también retuvo a su mujer y dos de sus hijos, aunque no llegaron a trasladarlos a Gaza. Su hija mayor, Maayan, de 18 años, fue asesinada a tiros cuando trataba de cerrar la puerta de la habitación segura donde intentaban refugiarse.
El secuestro de Idan es uno de los que mayor impacto causaron entre los israelíes ya que los atacantes cogieron el móvil de la mujer y grabaron toda la escena. En ella se ve a los dos hijos pequeños del matrimonio preguntando entre lágrimas por su hermana y si ellos iban a ser asesinados. Los terroristas les llevan a la cocina y les dan unos refrescos mientras los pequeños lloran aterrorizados.
Shlomo Mantzur, de 85 años, «regresa a casa». Así le han rendido homenaje este jueves sus allegados y vecinos del kibutz Kissufim a esta otra víctima, que en su día ayudó a fundar la comunidad. «Era un hombre enérgico y alegre, dedicado a dar todo lo que podía, un erudito con una fuerte ética de trabajo. No hay palabras para definir este profundo dolor«, le han definido sus familiares. Mantzur había llegado a Israel en 1951 tras sobevivir a la persecución de Farhud en Irak.
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A Ohad Yahalomi le recordarán siempre «como un hombre de valores, lleno de compasión, amante de la gente y de la tierra». El tercero de los rehenes fallecidos que Hamás ha devuelto esta madrugada trabajaba dentro de la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel y participaba regularmente en iniciativas educativas para la comunidad beduina. Desde el día de la masacre, cuando los islamistas se lo llevaron a la Franja, su mujer y sus tres hijos habían esperado que regresara con vida. La autopsia ha revelado, según los forenses, que le asesinaron durante el cautiverio.
Hombre «de familia y devoto», Ohad, de 50 años, dedicaba gran parte de su tiempo libre al deporte y era un «ávido viajero». Su familia le recuerda como un profundo amante del desierto.
El último de los cadáveres devueltos es el de Itzik Elgarat, que, según la información difundida por el instituto forense, también fue ejecutado mientras permanecía secuestrado en Gaza. Capturado a los 68 años, Itzik había llegado a Nir Oz hace décadas después de que su hermano se afincara en el kibutz. Se convirtió en jardinero y jefe de mantenimiento de la comunidad. «Era parte integral de su tejido social, le encantaba recibir amigos y conectar a distintas generaciones, siempre con una sonrisa y un espíritu cálido», recordaban esta mañana sus vecinos. Deja dos hijos y tres hermanos.
Por su parte, el movimiento islamista anunció en un comunicado la liberación de más de 600 presos, que fueron recibidos por multitudes en la ciudad cisjordana de Ramala y en la ciudad gazatí de Jan Yunis. En Ramala, los prisioneros bajaron de autobuses ataviados con pañuelos tradicionales kufiyas y chaquetas que ocultaban su uniforme carcelario, constató un periodista de la AFP.
Es el último intercambio de rehenes israelíes por presos palestinos previsto dentro del acuerdo de tregua mediado por Catar, Egipto y Estados Unidos que entró en vigor el 19 de enero. La primera fase de este alto el fuego termina el sábado y todavía no se han negociado los términos de la segunda etapa, en la que debe ponerse fin a la guerra y completar la liberación de la sesentena de rehenes que seguirán en Gaza.
La oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, había señalado poco antes del intercambio que la entrega de los cadáveres se haría «conforme a las exigencias israelíes», es decir, «sin ceremonias de Hamás». El sábado, su gobierno había bloqueado la liberación de estos 600 presos en protesta por las «ceremonias humillantes» organizadas por Hamás en cada intercambio de rehenes, criticadas también por la ONU y la Cruz Roja.
Uno de los casos que más indignación causó fue la entrega la semana pasada de cuatro cadáveres, entre ellos los de los niños Ariel y Kfir Bibas, cuyos féretros fueron expuestos junto a una imagen de Netanyahu con dientes de vampiro. El caso se envenenó todavía más cuando las autoridades israelíes denunciaron que los niños habían sido asesinados a «sangre fría» y que el supuesto cadáver de su madre, la mujer de origen argentino Shiri Bibas, no era de ningún rehén.
Hamás reconoció un posible error y entregó posteriormente los restos de la madre, enterrada este miércoles junto a sus hijos en un cementerio cercano al kibutz Nir Oz, donde fueron secuestrados el 7 de octubre de 2023. La familia Bibas, cuyos niños tenían cuatro años y ocho meses y medio al ser raptados, se convirtió en un símbolo de la tragedia de los rehenes israelíes.
Miles de personas se congregaron al borde de carreteras para acompañar su cortejo fúnebre y el Parlamento israelí guardó un minuto de silencio en homenaje suyo y de otras víctimas. El padre Yarden Bibas, también secuestrado pero liberado este mes, recordó en el funeral su «familia perfecta». «Shiri, siento no haber podido protegerlos a todos», dijo roto de dolor. Durante la ceremonia, la familia reclamó también responsabilidades a los dirigentes israelíes. «Podrían haberlos salvado, pero prefirieron la venganza», dijo Ofri Bibas, cuñada de Shiri.
Tras casi quince meses de guerra en la Franja de Gaza, desencadenada por el ataque de los milicianos islamistas en suelo israelí el 7 de octubre de 2023, Israel y Hamás alcanzaron un acuerdo de alto el fuego que contempla tres fases. El frágil pacto ha estado al borde del colapso varias veces porque ambos bandos se acusan mutuamente de violarlo. El ejército israelí afirmó el miércoles que había bombardeado puestos de lanzamientos de proyectiles en Gaza, tras haber identificado un tiro.
«No hay otra opción que iniciar las negociaciones para la segunda fase», señaló en un comunicado el movimiento palestino, considerando que Israel no podía poner «falsas excusas» para frenar el proceso. En este periodo inicial de seis semanas, un total de 25 rehenes y ocho cadáveres regresaron a Israel. A cambio, el Estado hebreo sacó a unos 1.900 presos palestinos de sus cárceles.
El martes por la noche, el enviado estadounidense a Oriente Medio, Steve Witkoff, dio cuenta de «mucho progreso» de cara a una reanudación de las conversaciones sobre las condiciones de la segunda fase. Según él, Israel iba a enviar un equipo de negociadores «a Doha o a El Cairo, donde las negociaciones reiniciarán». Sin embargo, Israel no confirmó esta información.
La tercera y última fase de la tregua debería enfocarse a la reconstrucción de la devastada Franja de Gaza. Israel prometió destruir a Hamás tras los ataques del 7 de octubre que desataron la guerra en Gaza tras dejar más de 1.200 muertos, en su mayoría civiles, según un balance de AFP basado en cifras oficiales.
Los milicianos islamistas también secuestraron a 251 personas. Antes del último canje, 62 seguían en Gaza, aunque el ejército israelí daba a 35 de ellos por muertos. La respuesta israelí en Gaza cobró la vida de más de 48.000 personas, según el Ministerio de Salud del territorio gobernado por Hamás. La ONU considera que esas cifras son fiables.
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Ana del Castillo
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