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Líbano se viste de luto este martes para despedir a las víctimas de la jornada más sangrienta vivida en el país desde la guerra de 2006. El último balance habla de más de 550 muertos, entre ellos medio centenar de menores, y más de 1. ... 800 heridos. La aviación israelí castigó con dureza el sur y este del país, zonas donde Hezbolá tiene gran presencia, y en una jornada mató a la mitad de gente que en los 33 días de la contienda de hace 18 años. Beirut se ha convertido en refugio temporal para decenas de miles de personas que se han convertido en desplazadas a la fuerza por los bombardeos. Se han habilitado colegios como centros de acogida y grupos de voluntarios comienzan a organizarse para poder asistir a las familias que han huído de sus casas con lo puesto.
Desde Estados Unidos insisten en que trabajan en «medidas concretas» que sirvan para desescalar la situación y al mismo tiempo envían más tropas a la región. La sensación en Líbano es que Israel va a trasladar a su país la estrategia de violencia máxima empleada en Gaza. Los choques en la frontera empezaron el 8 de octubre, cuando Hezbolá comenzó a lanzar cohetes en solidaridad con Hamás. El hostigamiento diario obligó al Estado judío a evacuar a más de 60.000 personas y, al otro lado de la frontera, los bombardeos de Israel obligaron a salir a más de 100.000 libaneses. Ahora esta cifra de desplazados internos se va a disparar, lo que supondrá un punto más de presión sobre una milicia chií que pasa por sus momentos más bajos tras los duros golpes sufridos a manos de la Inteligencia israelí.
Hezbolá ha lanzado cohetes durante la noche del lunes y la primera hora de la mañana del martes a la zona de Haifa, pero han sido interceptados. La milicia pro iraní insiste en que no detendrá su actividad en la frontera hasta que se acuerde un alto el fuego en Gaza, algo que parece muy lejano.
Miles de libaneses abandonaron el lunes sus casas al sur y este del país para intentar escapar con vida de los bombardeos de Israel y colapsaron las carreteras rumbo a Beirut. Tras una semana de «golpes inimaginables» a Hezbolá, Benjamín Netanyahu anunció que está «dispuesto a hacer todo lo necesario» para acabar con la amenaza de la milicia chií y su ejército lanzó cientos de ataques que mataron a más de 550 personas, de ellas 50 niños, e hirieron a más de 1.800. Antes, por primera vez desde el 7 de octubre, Hezbolá empleó sus cohetes de largo alcance y golpeó en varios asentamientos de Cisjordania y en las proximidades de Haifa.
Líbano revivió los fantasmas de la guerra de 2006 y dieciocho años después sufrió su jornada más sangrienta. La guerra en Gaza y el apoyo de la milicia proiraní a Hamás a base de lanzar cohetes diarios contra Israel han llevado a estos vecinos a una nueva contienda bélica.
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Mikel Ayestaran
Netanyahu declaró que «para aquellos que aún no lo han entendido» quería aclarar la política de Israel: «No esperamos una amenaza. Nos adelantamos a ella en todas partes, en cualquier escenario, en cualquier momento (…) Estamos eliminando a altos funcionarios, terroristas, destruyendo misiles y tenemos las manos extendidas. Prometo que cambiaremos la situación de seguridad».
Tras haber arrasado Gaza y matado a más de 41.000 personas, la mayoría civiles, Israel aplica a Líbano una estrategia similar de uso máximo de la fuerza y de justificar cada bombardeo por la supuesta presencia de miembros de la milicia chií o arsenales del grupo. El ejército envió durante la mañana mensajes de texto a los habitantes del sur y este para decirles que «Hezbolá pone en riesgo vuestras vidas» y les ordenó alejarse lo antes posible. Como hace en la Franja, también lanzó panfletos con zonas delimitadas en rojo a evacuar y advirtiendo que quien permanezca allí será considerado terrorista. El portavoz militar, Daniel Hagari, compareció ante los medios para avisar a los libaneses de que «si están dentro o cerca de un edificio utilizado por los radicales para almacenar armas o equipo de combate, deben evacuar el edificio y alejarse inmediatamente. Cualquiera que esté cerca de elementos o armas de Hezbolá se pone en riesgo».
Los aviones dieron apenas dos horas a los civiles para huir y por la tarde volvieron a castigar con dureza cientos de pueblos y ciudades. Hagari aclaró que de momento se centran en la operación aérea y no en la invasión terrestre y dijo que se han intensificado las ofensivas «tras haber identificado los preparativos de Hezbolá para lanzar cohetes contra Israel».
18 años después, Líbano revive los fantasmas de la guerra con la jornada más sangrienta desde que el ejército hebreo colocó su punto de mira en el vecino del norte.
Biden dice que trabaja para reducir la escalada de tensiones El presidente de EE UU asegura que «trabaja para reducir la escalada de una manera que permita a las personas regresar a sus hogares de manera segura».
1.100 objetivos de Hezbolá en Líbano han sido bombardeados con aviones de combate y drones israelíes que lanzaron más de 1.400 proyectiles contra lugares donde la milicia almacenaba cohetes, misiles, lanzadores y drones.
Los cascos azules españoles reducen al mínimo su actividad Los alrededor de 650 cascos azules españoles desplegados en el sur de Líbano dentro de la misión Finul de Naciones Unidas han suspendido todas las patrullas y reducido su actividad a lo «absolutamente indispensable», según aseguró la ministra de Defensa, Margarita Robles. Añadió que los militares estaban refugiados en los búnkeres subterráneos de sus bases y destacamentos tras haber sido avisados por el ejército israelí de una nueva oleada de bombardeos.
20 años había utilizado Hezbolá para construir la infraestructura ofensiva destruida por Israel durante los últimos días, dijo el jefe del Estado Mayor de Israel, teniente general Herzi Halevi.
El ejército amplía sus ataques para obligar al enemigo a dar marcha atrás y conseguir que los 60.000 israelíes evacuados puedan regresar a sus casas. Con las órdenes de salida buscan además que aumente la presión interna contra la milicia chií en un país en el que más de 100.000 personas ya habían huido de la zona fronteriza.
Por ahora, ha sucedido lo contrario a lo que buscan los hebreos y, aunque la diferencia de fuerza es abismal, Hezbolá insiste en que no parará los ataques hasta que haya un alto el fuego en Gaza. La última palabra, sin embargo, la tiene Irán, país que controla al grupo libanés. Desde el Ministerio de Exteriores de la república islámica, que tiene pendiente la respuesta a Israel por el asesinato de Ismael Haniye en Teherán, calificaron los ataques contra Líbano de «locos» y alertaron sobre «las peligrosas consecuencias» de la «nueva aventura» de Netanyahu.
Sin hacer referencia a los cientos de civiles muertos, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, aseguró que el ejército está «aplastando» la infraestructura que el enemigo había construido durante décadas. El veterano analista militar Ehud Ya'ari, señaló que estas instalaciones estaban centradas especialmente en el valle de la Beqaa, al este del país y en la frontera con Siria, y declaró en el Canal 12 que «aunque la aviación no sea capaz de destruir todos los misiles, el objetivo es neutralizar la gran amenaza que suponen».
Teniendo en cuenta el nivel de infiltración que ha demostrado el Mossad, podrían contar con las coordenadas de la red de lanzaderas de misiles en la que ha trabajado Hezbolá desde 2006.
El trayecto desde la frontera sur a Beirut es de poco más de una hora, pero el tráfico era tan intenso que podía costar hasta cinco o seis. Una explosión enorme despertó a Fatima Abdelal y a sus dos hijos en Barish, cerca de Tiro, a las seis y media de la mañana. «La tierra se movió como en un terremoto y las ventanas de mi casa saltaron por los aires. Cogí a los pequeños, me subí al coche sin pensarlo dos veces y me vine a Beirut», explica esta madre a quien salir de casa tan temprano le permitió llegar rápido a su destino.
Familiares de Fátima como Marwan Ismal, de Nabatieh, no tuvieron tanta suerte y después de pasar más de tres horas parados en la carretera decidieron regresar a su casa y esperar a la noche para conducir a la capital. «Nuestra casa está bien. No ha sufrido daños, pero una vivienda cercana ha sido atacada y no tenía nada que ver con Hezbolá. Hay mucha gente que no saldrá, prefieren morir allí que volver a ser desplazados y, además, muchos no tienen dinero para pagar hoteles y comidas», explica Marwan.
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