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Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Miércoles, 12 de marzo 2025, 06:59
El consenso es general, «la pelota está ahora en el tejado de Rusia», pero también está en el tejado de EEUU. Donald Trump ya ha ... obtenido lo que quería del presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, para esta primera ronda, una tregua de 30 días, un comunicado conjunto donde plasma su disposición para la paz y un acuerdo para explotar sus recursos naturales, aún por firmar. Ahora le toca demostrar que puede ser igual de persuasivo con el mandatario ruso, Vladimir Putin, sobre el que están puestos todos los ojos.
Trump cree que con el acuerdo de ayer ya ha logrado la parte más difícil. «Siempre lo he dicho, es más fácil conseguir a Rusia que a Ucrania, y no se supone que deba ser así», recriminó ayer, entre un evento para promover los coches de Tesla y una mesa redonda de empresarios. Para la tarea de hacer realidad la mitad más fácil, según él, el magnate estadounidense despachará mañana a Moscú a su hombre de confianza, el multimillonario Steve Witkoff, a quien conoce desde los años ochenta como inversor inmobiliario de viviendas, hoteles y casinos.
Numerosas fuentes, incluyendo el periódico del Pentágono, Star and Stripes, aseguran que Witkoff llegará mañana jueves a Rusia, donde podría reunirse con Putin. Su destreza negociadora quedó de manifiesto en enero al fraguar el alto al fuego en Gaza, nuevamente gracias a la influencia de su jefe en un mandatario afín. Si entonces el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, estuvo dispuesto a regalar a Trump ese trofeo, Putin tendrá que hacer lo mismo para congraciarse con él.
El enviado estadounidense para Oriente Medio se enfrenta ahora a una misión hasta cierto punto familiar, dadas las numerosas conexiones inmobiliarias entre magnates rusos y neoyorquinos. El propio Trump vendió una propiedad en Palm Beach al empresario ruso Dmitry Rybolovlev en 2008 y organizó el certamen de Miss Universo en Moscú en 2013, siempre con planes para construir una torre Trump en Moscú, que podría materializarse antes que en la Riviera de Gaza.
A Witkoff, abogado antes que inversor, se le considera un hombre afable e inteligente con don de gentes, que pese a ser judío logró arrancar a Hamas la entrega de todos los rehenes a cambio de un alto al fuego. Si no lograra ser así de persuasivo con Putin, Trump ya ha dicho estar dispuesto a ponerse al teléfono de nuevo con el presidente ruso para desbloquear cualquier resistencia.
Su llamada del pasado 12 de febrero fue la primera de Putin con un presidente estadounidense desde que invadió Ucrania hace tres años. Durante la hora y media que duró, Trump puso sobre la mesa su determinación de comenzar «de inmediato» las negociaciones para acabar con la guerra de Ucrania, una medalla que le convertiría en firme candidato al Nobel de la Paz, que tanto ansía desde que lo obtuviese Barack Obama en 2008. «El presidente Trump quiere ser un presidente de paz», proclamó ayer su secretario de Estado, Marco Rubio, al anunciar la firma del tratado con Ucrania en conferencia de prensa.
Durante su primer discurso ante el Congreso la semana pasada, Trump miró con disgusto a la mitad demócrata del hemiciclo, que protestaba sus palabras con carteles de «Falso», y exclamó resignado: «Me doy cuenta de que no hay absolutamente nada que pueda decir para hacerlos felices, que se levanten a aplaudir o sonrían», se resignó. Aquel día se le había escapado lo que buscaba llevar a esa comparecencia en horario de máxima audiencia, el acuerdo para que EEUU se quede con el 50% de los minerales de tierras raras y otros recursos naturales de Ucrania, pero ayer la tregua tuvo que ser saludada por demócratas y republicanos. ¿Quién podía condenar el que cada día dejen de morir cientos o miles de personas?
La senadora Amy Klobuchar, apretó los dientes en entrevista con CNN y aplaudió el acuerdo que da una oportunidad a la paz. Con ese aplauso que le regateó en el hemiciclo, reconoció también que la determinación del presidente ha traído nuevos horizontes de paz a un sangriento conflicto. Si antes insistía en que fuera Europa la que liderase las negociaciones, ahora sabe que esto será un mano a mano entre Trump y Putin, tras haber humillado lo suficiente a Zelensky como para obligarlo a negociar y haber congelado toda la ayuda estadounidense. La misma que ayer restauró de inmediato, incluyendo la valiosa información de inteligencia que le permitirá a Zelensky seguir golpeando el frente ruso si Putin no acepta el alto al fuego.
Las fuerzas rusas avanzan lentamente las líneas del frente desde hace un año, a un alto costo de vidas humanas, aunque algunos analistas creen que «la única guerra que Putin está ganando es en la cabeza de Trump», escribió el exiliado ruso Alexey Kovalev en la revista Foreign Policy. El congresista demócrata Brenda Boyle era otro de los que ayer desconfiaba de Putin, aunque ni él ni nadie podía regatear a Trump el mérito de lo obtenido. «Rusia no ha ofrecido todavía públicamente ninguna concesión», se limitó a recordar.
Los analistas temen que Putin utilice el alto al fuego para rearmarse y atacar Ucrania con más fuerza. El Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, aseguró ayer en Arabia Saudí que las ocho horas de negociaciones con la parte ucraniana le habían dado una idea mucho más clara de cómo tiene que acabar esta guerra para que traiga consigo una paz «duradera» que no se trunque con un nuevo rebrote. «La delegación ucraniana ha dejado muy claro que comparte la visión del presidente Trump para la paz», celebró. A Rusia le dirán «lo que hay sobre la mesa», advirtió Rubio, «y ahora les tocará a ellos decir sí o no».
A pesar de haber sido relegada, Europa, aplaudió también los progresos de las conversaciones de Jeddah. El primer ministro polaco, Donald Tusk, se congratuló del «importante paso que han tomado los ucranianos y los estadounidenses» para la paz y aseguró que «Europa está lista para ayudar». El gobierno de Trump querría ver resueltas las negociaciones de paz en los 30 días de cese al fuego pactados ayer, aunque el acuerdo contempla prorrogar ese plazo. «Es un desarrollo positivo que puede ser un paso hacia una paz justa y duradera», publicó con cautela en X la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
La expectación ante la respuesta rusa, que el primer ministro británico Keir Starmer conminó a que sea en la misma línea de Ucrania, tiene en ascuas a propios y extraños como si se tratara de un nuevo 'reality show' al más alto nivel de la política internacional. «Veremos si ahora Putin se enfrenta a Trump. Y lo que es más importante, qué hará el presidente Trump si Putin rehúsa públicamente su propuesta», elucubraba anoche en PBS el ex embajador de George W. Bush en Uzbekistán, John Herbst.
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