La UE cree «muy peligroso» que Bielorrusia se abra a albergar armas nucleares rusas

Es mundialmente conocido que Alexander Lukashenko es el dictador que rige los destinos de Bielorrusia gracias al apoyo incondicional de Rusia. Fue Putin quien, con un rápido despliegue de tropas, frenó las protestas populares que amenazaban su cabeza tras el fraude electoral de agosto de 2020 que abrió las puertas de su sexto mandato y ha sido también Putin quien le ha llevado a buscar un refrendo constitucional -mediante un referéndum tan dudoso como la anterior cita con las urnas- para dotarse de poderes absolutistas que posibilitan su permanencia en el cargo durante una década más.

Otros cambios incluyen la extensión del mandato del Parlamento de cuatro a cinco años, la introducción de la Asamblea Popular como un nuevo organismo para operar en paralelo con el Parlamento o la inmunidad judicial de los expresidentes por las acciones que llevaron a cabo en el cargo. Más del 65% de los ciudadano votaron a favor el domingo, según fuentes de un Gobierno carente de cualquier credibilidad democrática y que detuvo a un millar de personas durante la jornada con las mayores protestas populares en dos años.

Las protestas fueron «masivas» en varias ciudades, más de 100.000 manifestantes, según informó la opositora Svetlana Tijanovskaya en su cuenta de Twitter. En su opinión, el pueblo bielorruso no quiere armas nucleares ni participar en una agresión contra los vecinos». Recordó que parte de las operaciones militares del Kremlin se lanzaron desde territorio bielorruso.

La contrapropaganda oficial contraatacó con celeridad al señalar que «a pesar de los numerosos intentos por desestabilizar la situación, que han sido impulsados desde fuera del país, las marchas han sido de escasa importancia». Sin embargo, distintas organizaciones denuncian más de un millar de presos políticos desde que Lukashenko renovó su mandato presidencial.

El sospechoso cambio en la Carta Magna de Bielorrusia destaca porque limita su estatuto de país sin capacidad nuclear, algo que permitirá a Moscú instalar armamento atómico en ese territorio, como advirtió este lunes el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. «Es muy peligroso y sabemos qué significará», dijo el Alto Representante de la UE para Política Exterior en una videoconferencia con los ministros comunitarios de Defensa tras denunciar la «falsa consulta» en un contexto de enorme represión y mientras Minsk participa en la ofensiva rusa contra Ucrania.

El presidente francés, Emmanuel Macron, avisó el domingo por teléfono a Lukashenko del agravamiento que supondría la eliminación del estatus de neutralidad y la posibilidad, como temen expertos occidentales, de que el déspota autorice a Rusia, su férreo aliado, el despliegue de armas nucleares en su territorio. Lukashenko no descartó esta posibilidad. «Si Occidente transfiere arsenales atómicos a Polonia y Lituania a nuestras fronteras, pediré a Putin que devuelva sin condiciones algunas de las que se llevó», respondió al francés.

Bruselas cree además que Minsk ha clausurado totalmente el debate público y hay una propagación deliberada de desinformación y que la reforma constitucional busca darle herramientas adicionales para consolidar su papel. Los Veintisiete ya mantenían sanciones contra el líder bielorruso y la economía nacional por las elecciones fraudulentas de agosto de 2020 y la espiral de represión contra las manifestaciones democráticas. Pero ahora perfilan una nueva batería de castigos que alcancen también a una lista negra de personas que han colaborado con la invasión.

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