Secciones
Servicios
Destacamos
Álvaro San Miguel
Jueves, 24 de marzo 2016, 00:07
Cantabria recuperó ayer su conexión aérea con Bélgica tras un parón de cinco días por la huelga de controladores en Francia. En el vestíbulo de Llegadas del aeropuerto Seve Ballesteros, más de treinta personas esperaban la llegada del primer vuelo procedente de Charleroi ... , ansiosas por ver a los amigos y familiares que habían vivido de cerca la barbarie de los atentados de Bruselas. El avión de Ryanair llegó con unos minutos de adelanto y tocó tierra a las 14.12 horas. En ese momento, un suspiro de alivio recorrió la terminal del viejo Parayas.
Selina Bárcena fue una de las primeras que atravesó las puertas de seguridad. «Ha sido un poco locura llegar al avión. El único aeropuerto activo en Bélgica es el de Charleroi, que además de ser pequeño estaba lleno de gente que quería coger un avión. Así que había algo de tensión», explicaba esta estudiante ovetense de Erasmus en Lovaina, a unos 20 minutos de Bruselas. Cuando llegó al aeródromo de Charleroi se encontró con una caravana de coches de cinco kilómetros y temiendo perder su vuelo decidió hacer el último tramo andando. «Además había un montón de controles. Te revisaban el equipaje a mano y se hizo un poco pesado, pero al final el vuelo salió puntual y hemos llegado bien», decía con el alivio dibujado en el rostro mientras buscaba con la mirada a la persona que debía recogerla en el aeropuerto.
Los atentados la pillaron en clase y se fue enterando de lo que pasaba en Bruselas a través del móvil. «Como estamos en Semana Santa muchos compañeros estaban en el aeropuerto, así que nos fueron contando lo que pasaba. Recibimos una avalancha de llamadas de amigos y familiares que se iban enterando por la prensa. En España estaban más preocupados que nosotros allí».
A Pedro González, chófer en la Embajada Española, le tocó vivir el terror mucho más de cerca. No sólo estaba en Bruselas cuando explotaron las bombas, sino que tenía a un par de compañeros en el metro que fue atacado por los yihadistas de Estado Islámico. «Por suerte no les pasó nada, no estaban en el vagón que explotó». De padre español, pero nacido en Bélgica, Pedro González aseguraba que el pueblo belga «tiene ahora mismo muchísimo miedo». «Mucha gente está en su casa, esperando. Mucho miedo, de verdad». Él no se lo pensó dos veces y cogió el vuelo que tenía reservado para pasar unos días en Cabrales (Asturias) con su familia española.
Y mientras unos dejaban atrás la capital de la Unión Europea, convertida en capital del terror, otros hacían de tripas corazón y se preparaban para volar hacia una ciudad tomada por la policía y el ejército. Al final de una larga cola que empezaba en la ventanilla de Ryanair, Alicia Vivanco y su marido, José Manuel Mantiñán, esperaban su turno. Aunque solo llevaban equipaje de mano y habían hecho el check-in por internet, querían preguntar en la ventanilla de la compañía irlandesa si podían confiar en volar al día siguiente (hoy) de Charleroi a Cracovia.
«Teníamos hotel en Bruselas, pero en cuanto nos enteramos de los atentados lo cancelamos. Lo primero que se nos pasó por la cabeza fue cancelar todo el viaje, pero al final decidimos ir», explicaba Alicia Vivanco, que en 2009 se convirtió en la primera mujer directora general de la BBK. «No tengo miedo. Desgraciadamente, uno ya no está a salvo en ningún sitio». José Manuel Mantiñán también prefirió volar, aunque la idea de estar en Bruselas ya no resultara tan atractiva. «Para nosotros es una ciudad conocida y eso hace que lo sientas aún más. Al final no hemos alterado el viaje porque Bruselas era una pequeña parada en un viaje de siete días. Pero si llegamos a tener previsto pasar la semana allí creo que no habríamos ido. No por el miedo, sino porque creo que voy a una ciudad triste».
El matrimonio bilbaino prefería no hacer muchos planes en Bélgica antes de ver la situación por sí mismos. «Ni siquiera sabemos si funcionarán bien los taxis y después de ir a Bruselas podremos volver a Charleroi para volar a Polonia... Vamos con cierta incertidumbre. Así que si nos preguntas qué vamos a hacer hoy en Bruselas, no sabría qué responder».
También en la cola que avanzaba lentamente hacia el mostrador de Ryanair, Sonia García, su marido, su hermano y dos amigas se preparaban para volar a Bélgica. «Viajamos con un poco más de nervios de lo habitual, la verdad. No hace mucha gracia viajar así, pero era eso o quedarnos en casa. Total, aquí no estás libre de que te pase...», explicaba Sonia García, erigida en portavoz del grupo, todos ellos de Gijón. «Supongo que nos encontraremos un poco de caos y una ciudad un poco parada. Teníamos planeadas algunas cosas allí, pero estamos pensando en irnos a Brujas y Gante nada más llegar y visitar Bruselas al final del viaje, cuando la ciudad esté un poco más tranquila».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.