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Flores y velas com los colores de la bandera belga en memoria de las víctimas de los atentados de ayer en Bruselas en la Embajada de Bélgica en Madrid, que ha abierto un libro de condolencias para las personas que quieran acercarse a firmar.
"Comparto el dolor y lo hago mío"

"Comparto el dolor y lo hago mío"

El libro de condolencias de la Embajada de Bélgica en España recoge desde esta mañana multitud de mensajes de apoyo y cariño de ciudadanos de distintas partes del mundo

efe / abc

Miércoles, 23 de marzo 2016, 16:27

El libro de condolencias de la Embajada de Bélgica en España recoge desde esta mañana multitud de mensajes de apoyo y cariño de ciudadanos de distintas partes del mundo en memoria de las víctimas del doble atentado de ayer en la capital europea, como el de José Manuel: "Comparto el dolor y lo hago mío". Así dice uno de los mensajes que se puede leer desde antes del mediodía - antes del minuto de silencio en memoria de las víctimas- en ese libro de condolencias en el que a esa hora ya habían estampado su firma más de cuarenta personas.

"Nacido en Bélgica, de padres españoles acogido por este pueblo magnifico y tolerante donde los haya. Comparto el dolor y lo hago mío. No hay palabras suficientes para arropar a los familiares pero si hay suficientes para gritar bien alto ¡Basta Ya!", escribía José Manuel en el libro que ha abierto a las diez de la mañana la Embajada, ubicada en un edificio de la Castellana de Madrid.

La embajada está en una de las plantas de este edificio, en el que también se encuentran varias empresas, como la sede del Deutsche Bank en Madrid, y hoy desde su portal se deja ver la solidaridad de la sociedad española para con el pueblo belga.

A través de uno de sus ventanales lucen velas con los colores de la bandera belga y lo hacen sobre una mesa con un mantel verde en la que se han colocado ramos y coronas de flores, a modo de altar. "En memoria de las víctimas de los atentados de este martes 22 de marzo. Embajada de Bélgica en España", reza un cartel enmarcado.

Emocionado también se sentía hoy Paco, periodista colaborador de un diario belga y vecino de Bruselas durante mucho tiempo. Ayer vivió la jornada con emoción porque el metro en el que tuvo lugar una de las explosiones era un lugar de salida habitual para él. Paco ha querido dejar un mensaje en francés haciendo un guiño al humor belga: "Vamos a combatir a esos imbéciles y a su odio con patatas fritas y con cervezas belgas".

Españoles en Bruselas

Bruselas cuenta con una nutrida presencia de españoles. ABC localizó ayer a un buen número de ellos que no solo estaban allí, sino que sus vidas estuvieron a punto de cruzarse con la mayor de las tragedias. Unos se salvaron por el azar, porque se equivocaron de estación, como un grupo de médicos gallegos, o porque esa mañana cambiaron la ruta diaria para pasar por el consulado, como la donostiarra Fiona. Otros, como el bilbaíno Javier, escucharon la explosión y vieron salir el humo desde la puerta del metro de Malbeek. La alincantina Anaïs llegaba al aeropuerto cuando escuhó la detonación. Estas son sus historias.

Trece médicos gallegos

Una milagrosa equivocación salvó la vida ayer de trece médicos gallegos que se dirigían en metro al Europarlamento. Debían bajarse en Malbeek, la concurrida estación que los terroristas escogieron para atentar, pero no conocían bien el lugar y se salieron una parada antes. «Por eso estamos vivos», comenta a ABC el doctor Xabi Lombardero, que repite varias veces que él y sus compañeros son unos «afortunados».

«Si no nos hubiésemos confundido nos habría pillado de lleno, porque escuchamos la explosión cuando pásabamos por delante», recuerda. Tras un primer momento de incredulidad, la delegación vio una columna de humo que salía del metro y apuró instintivamente el paso, pero enseguida echaron a correr. «Entramos en el Europarlamento y vimos a gente con la ropa manchada y en estado de shock», describe este testigo directo del atentado que segó la vida de una veintena de personas en el corazón de Bruselas. Ya a salvo, algunos de los integrantes de la delegación sufrieron ataques de ansiedad.

Otros, aún esperan a reaccionar. Atrincherados en el edificio europeo, los sanitarios empezaron a recibir las llamadas de sus familias. «Me sorprendió que los móviles no tardasen ni cinco minutos en sonar desde que estalló la bomba», relata Lombardero durante una conversación telefónica con ABC. La fortuna de este equipo de médicos es doble, porque pocas horas antes del primer atentado habían transitado por otro de los escenarios de la tragedia, el aeropuerto belga de Zaventem. «Llegamos a él anoche después de casi diez horas de retraso por la huelga de controladores», comenta el facultativo, que también incide en que no le llamaron la atención las medidas de seguridad. La delegación quedó retenida ayer en Bruselas por el cierre de los aeropuertos.

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Fiona Aranguren, funcionaria del Archivo Histórico Nacional

«Para ir a mi trabajo en el Archivo Histórico Nacional cojo el metro en el que ha estallado la bomba y a la misma hora», narra a ABC Fiona, una donostiarra que lleva en Bruselas desde 2011. Una bendita casualidad quiso que ayer adelantara su salida de casa y cogiera el autobús. El motivo es que antes de entrar en el trabajo tenía que pasar un momento por el Consulado español.

«En la cola del Consulado he oído a otro español al que le llamaban para ver cómo estaba y le preguntaban si estaba en el aeropuerto». Así se enteró Fiona del primer ataque, el del aeropuerto. «A las 9 menos 20 he ido por el mismo recorrido de la linea de metro pero por arriba, andando, y luego he cogido un tranvía», relata a ABC. «Al llegar al trabajo me han escrito mis amigos españoles en el grupo de Whatsapp y he contactado con mi familia», continúa. «Estamos en shock en el despacho (...) nos han recomendado que a partir de mañana trabajemos durante unos días desde casa y anulemos todas las reuniones de la semana». «No me esperaba esto porque aquí hay una seguridad enorme por la presencia de las instituciones europeas», concluye.

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Javier Sellán, consultor

Javier es de Bilbao y trabaja desde hace cinco meses en una consultora que está justo enfrente de la estación de Maelbeek. «Estaba pasando por la boca del metro cuando escuché la explosión, un "bum", como un trueno fuerte, y empezó a salir humo», describe desde su oficina.

«Había quedado en la entrada con una compañera que iba, precisamente, en el vagón del atentado pero que ha salido ilesa», relata Javier. «Otro compañero iba en el mismo vagón y no lo encontrábamos, la Policía nos hizo retirarnos de la entrada del metro», continúa. «Al final ha aparecido, la explosión lo tiró al suelo, pero solo tiene una herida leve en la cara». Desde la alerta por los atentados de París, Javier se había acostumbrado «a vivir con los soldados ahí». Cuenta que «los controles se fueron relajando, había más normalidad, pero no me esperaba que pasara esto».

Anaïs Ordóñez, periodista

Anaïs vive desde hace trece años en Alicante, pero nació Bélgica y el pasado fin de semana volvió a su país de origen porque se casaba un amigo de la infancia. «Ayer tenía el vuelo de regreso a Alicante a las 10:40 y cuando estaba llegando al aeropuerto se escuchó la explosión», cuenta a ABC.

«Pararon el autobús y al poco tiempo nos enteramos también de las bombas del metro». Anaïs atendió a este diario a las 12:30 de ayer, cuando ya llevaba «tirada» cuatro horas, «esperando a que nos recojan, estamos cansados y tenemos hambre y miedo, los militares van armadísimos», relata. «No fui con miedo, llegué a Bélgica el viernes en coche desde Alemania, pero eso fue el mismo día que detuvieron al terrorista y yo creo que ya se sabía que habría represalias». «Está claro que esto no se ha organizado en dos días, pero quizás se adelantó el ataque por la detención», intuye Anaïs.

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