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Marta San Miguel
Jueves, 24 de marzo 2016, 00:00
Algo va mal cuando tres yihadistas se inmolan en Bruselas cuatro días después de capturar al cabecilla de la 'yihad urbana' que campa por Europa. Algo va mal si después de 126 días de histérica búsqueda y alerta terrorista activada, varias explosiones arrasan el aeropuerto y la estación de metro de Maelbeek causando 30 muertos y 300 heridos. Algo va mal cuando los radicales crean un hashtag para celebrar su "victoria" y ese hashtag arrasa en las redes sociales. Algo va mal, ¿pero el qué, qué de todo lo que está haciendo Europa falla?
Lo que ha sucedido estos días en Bélgica pone en entredicho no sólo las políticas de seguridad de la UE, la cooperación entre países, el seguimiento de sospechosos y la capacidad para ahuyentar la captación de radicales que se está cebando en capitales y barrios como el ya famoso Moleenbeek. "¿Cómo es posible que te la metan así, por qué pasa esto? Es inevitable hacerse la pregunta porque los servicios de inteligencia hacen aguas, y desde el minuto uno que nació el Estado Islámico todo lo que le rodea no es que sea surrealista sino opaco, todo resulta conspiranoico".
Esta reflexión es del periodista Mikel Ayestarán, corresponsal de este diario en Oriente Medio y convencido seguidor de que la "educación pero también la mano dura" son las vías para luchar contra lo que está sucediendo y no sólo apelar a la culpa de Europa, como apunta el catedrático e historiador Antonio Elorza: "El desgaste que producen ya los primeros comentarios entre nosotros que rehúyen la responsabilidad del islam (yihadista) y cargan las culpas sobre Europa, sobre Bélgica o sobre Francia es un punto capital al que no se presta atención alguna". Porque hablar de culpa en Europa no es suficiente sino más bien injusto: el enemigo acierta. Y de qué horrible manera.
La escalada yihadista coincide en el tiempo con la llegada masiva de musulmanes a las puertas europeas, refugiados que huyen del horror del Estado Islámico. Si a esto se une el aumento de una extrema derecha que dificulta la integración, al tiempo que sigue creciendo la imparable captación de jóvenes europeos para combatir con ISIS en suelo sirio e iraquí, el resultado invita a reflexionar desde diversas claves para comprender la magnitud del desconcierto que ha sembrado el último atentado en Bélgica. No hay que hablar de culpa sino de soluciones, de medidas, enmarcadas en estas claves: el papel internacional de Europa, las políticas de seguridad eficientes, conocer realmente Daesh, la captación de radicales y la integración verdadera.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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