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m. pérez
Lunes, 31 de enero 2022, 21:49
Los rompecabezas son el gran pasatiempos de Antònio Costa y el primer ministro de Portugal resolvió este domingo uno de los más complicados para su país y, también, para su propia biografía política. Cuando las encuestas le empataban con los socialdemócratas y abundaban en una ... aparente caída de su carisma, el líder socialista se alzó con una histórica mayoría absoluta en las elecciones legislativas que no solo le acercan al rango de estadista más que al cargo técnico de primer ministro, sino que soluciona la difícil encrucijada en que hubiera quedado inmersa la política lusa de producirse una situación de igualdad entre izquierdas y derechas de cara a la formación del Ejecutivo.
Como en los sorteos de lotería que se recuerdan durante años, hubo que esperar casi al final del recuento para que el PS consiguiera los 117 escaños (9 más respecto a 2019), que le dan la mayoría absoluta en un Parlamento de 230 asientos. Traducido en votos, acuña el 41,6% de las papeletas depositadas por los lusos en las urnas, más de 700.000 de diferencia sobre su principal rival, el conservador Partido Social Demócrata (PSD), que cae hasta un 27,8% de reprentacion con 74 o 76 escaños si los votos del extranjero le son favorables. En cualquier caso, menos de los 79 que disfrutó la anterior legislatura.
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Costa, por lo tanto, se ha convertido en un fenómeno europeo. Salvo en Hungría y Polonía, y los conservadores británicos, el resto de partidos gobernantes no se acerca ni de lejos a la frontera del 40% de votos. Ni a una mayoría absoluta. En realidad, ni siquiera Portugal, que solo en una ocasión la tuvo desde el fin de la dictadura, con el también socialista José Sócrates en 2005. Sin embargo, en la sede del PS nadie, ni el propio Costa, quiso recordar este triunfo ni citar al primer ministro caído en desgracia después de ser vinculado con tres presuntos casos de corrupción, de los que fue exonerado en abril sin que se cerrasen todos los interrogantes.
La alternancia entre el PS y el PSD ha sido una constante, un clásico como el Real Madrid-Atlético de Madrid, en el Gobierno luso desde 1976, tras la revolución de los Claveles que puso fin a la dictadura. Incluso, socialistas y conservadores formaron una alianza de concentracion en 1983, la experiencia del denominado Bloque Central, cuya repetición el presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, ha tenido en mente todos estos meses. De Sousa está ahora tranquilo. Este martes invitará formalmente a Antònio Costa a definir su próximo gabinete y en una semana habrá hablado con todos los líderes políticos para poner en marcha el nuevo Ejecutivo.
Con el SPD lejos y a punto de afrontar una crisis programática y de liderazgo, y el resto de la izquierda bajo mínimos tras recibir el castigo del electorado, que no ha perdonado al Bloco ni a los comunistas su 'traición' a Costa en la aprobación de los Presupuestos -el detonante de las nuevas elecciones-, los portugueses se enfrentan ahora a las dudas de un Gobierno libre de ataduras en su gestión. Costa es un político optimista. También obstinado, muy inclinado a salirse con la suya. Y pragmático. Consciente de la novedad del nuevo espejo político, el 'doctor' promete una «mayoría de diálogo» y confiesa su deseo de «reconciliar a los portugueses con la mayoría absoluta y con el hecho de que son buenas para la democracia».
En pleno abismo del coronavirus y su consiguiente crisis económica, el líder socialista vivió la legislatura pasada como un huracán continuo. Es previsible que la próxima resulte más navegable. Sus retos: salir de la pandemia, gestionar con acierto los 16.600 millones de euros que le enviará la UE en forma de fondos de recuperación y lanzar al país por la senda de la estabilidad y el crecimiento, algo de lo que ya dio visos en el pasado mandato y que, indudablemente, ha jugado a su favor en estas elecciones. Otro reto: la oposición de la extrema derecha, una ideología que los portugueses no están acostumbrados a ver destacada en su Parlamento y donde ahora ocupará un lugar destacado como tercera fuerza con una decena de escaños.
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