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Corresponsal. Roma
Sábado, 15 de enero 2022, 22:47
El mejor candidato para convertirse en el nuevo presidente de la República de Italia está para muchos en un cementerio. Concretamente en el de Sutri, un hermoso pueblecito situado a una hora de coche al norte de Roma. Allí reposan desde el viernes los restos ... mortales de David Sassoli, el presidente del Parlamento Europeo fallecido el martes a los 65 años debido a una disfunción del sistema inmunológico. La cascada de elogios que ha recibido esta semana entre las fuerzas políticas de una y otra ideología ha hecho que diversos comentaristas redescubran su figura. Incluso que se pregunten si será posible encontrar a una persona que suscite tanto consenso como el fallecido para convertirse en el nuevo jefe del Estado, el más alto cargo institucional de Italia y que desempeña un papel determinante en las habituales crisis políticas que sacuden al país.
«Debemos evocar un 'espíritu Sassoli', es decir, todo lo que él representaba en su carrera política. Tenía la capacidad de ser inclusivo, solidario, abierto, de escuchar a los demás... Es todo lo que haría falta para elegir ahora a un jefe del Estado que represente de verdad a toda la nación», comentó Massimo Giannini, director del diario turinés 'La Stampa'. «Cuando hay una figura así de rara, hasta el adversario político es capaz de reconocerlo. Pero me indigna que nos demos cuenta del valor de estas personas y de lo que pueden aportar al debate político solo cuando mueran», lamentó Gannini en el programa 'Metropolis'.
Hasta ahora hay un único aspirante que ha mostrado abiertamente que pretende suceder a Sergio Mattarella, el presidente saliente y que concluye a principios de febrero sus siete años de mandato, aunque puede que cese algún día antes, pues la primera votación para elegir a su sucesor será el día 24. El único candidato que ha enseñado sus cartas es Silvio Berlusconi, que a sus 85 años pretende poner el broche de oro a su carrera política, en la que ha sido cuatro veces primer ministro, mudándose al Palacio del Quirinal, la antigua residencia de los Papas donde tiene su sede la presidencia de la República. El problema para el veterano líder de Forza Italia es que su nombre provoca en una parte de los italianos el efecto contrario al 'espíritu Sassoli' del que hablaba el director de 'La Stampa'.
Silvio Berlusconi - Forza Italia. El colofón a la carrera del cuatro veces primer ministro. A sus 85 años, el cuatro veces primer ministro italiano espera poner el colofón a su carrera política con su elección como presidente de la República. A pesar de que cuenta con el apoyo de las fuerzas políticas del bloque conservador, la candidatura de Berlusconi resulta un tanto inaceptable tanto para los partidos de la izquierda como para el anticasta Movimiento 5 Estrellas, que llevan años combatiéndolo y consideran que sus escándalos judiciales y sexuales suponen una pésima carta de presentación.
Mario Draghi - Independiente. Un abuelo que está al servicio de las instituciones. El actual primer ministro, de 74 años, está considerado por muchos el aspirante ideal a convertirse en el nuevo jefe del Estado. El principal escollo es que su salida del Gobierno propiciaría probablemente que saltara por los aires la heterogénea coalición que ahora mismo lo sostiene, abocando así al país a unas elecciones anticipadas en un momento delicado por la llegada del 'maná' de los fondos europeos tras la pandemia. El expresidente del BCE se deja querer al definirse «un abuelo al servicio de las instituciones».
Marta Cartabia - Independiente. Una mujer respetada por los partidos y constitucionalista. Después de que hayan sido 12 hombres los que se han sucedido como jefes del Estado en Italia tras la Segunda Guerra Mundial, son muchos los que consideran que ha llegado la hora de que una mujer se convierta en la próxima inquilina del Palacio del Quirinal. Actual ministra de Justicia y antes presidenta del Tribunal Constitucional, siendo la primera fémina en desempeñar este importante cargo, la eventual candidatura de Marta Cartabia, de 58 años, se vería avalada por su sólida carrera como constitucionalista.
Pier Ferdinando - Casini Centristas. Un aspirante de unidad con cuatro décadas como parlamentario. En las casi cuatro décadas que lleva como parlamentario, a Casini, de 66 años, le ha dado tiempo a pasar de liderar la UDC, formación heredera de los democristianos, y ser aliado de Silvio Berlusconi a ser elegido en las filas del Partido Democrático (PD, centroizquierda). Expresidente de la Cámara de los Diputados y de la Internacional Demócrata de Centro, la eventual candidatura de Casini suscitaría probablemente apoyos entre los diversos bloques del Parlamento. Sería un aspirante de unidad.
Letizia Moratti - Forza Italia. Con experiencia en el mundo de los negocios y de la política. La actual consejera de Sanidad en el Gobierno regional de Lombardía y antigua alcaldesa de Milán, de 72 años, sería una de las grandes 'papables' si Silvio Berlusconi opta por dar un paso atrás para hacer confluir los votos del bloque conservador en otro candidato de centroderecha que genere mayor consenso que él. Viuda de uno de los grandes magnates del petróleo de Italia, Moratti aúna una amplia carrera política (fue también ministra y presidenta de la Rai) con su experiencia en el mundo de los negocios.
Elisabetta Casellati - Forza Italia. Un último escalón en la escalera institucional italiana. Para esta dirigente de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, su posible nombramiento como jefa del Estado supondría subir un último escalón en la escalera institucional, pues es actualmente la presidenta del Senado, el segundo cargo más importante del territorio. De 75 años, Casellati ocupó diversas responsabilidades en los gobiernos de Berlusconi y es otro de los nombres femeninos que contaría con posibilidades si el magnate se decidiera finalmente a retirar su candidatura.
De hecho, tras la reunión que mantuvieron en Roma este viernes los líderes de los partidos conservadores para lanzar la candidatura de Berlusconi, no se hicieron esperar las críticas de las otras dos grandes fuerzas políticas del país, el Partido Democrático (PD, centroizquierda) y el transversal Movimiento 5 Estrellas (M5E). «No hay un nombre que genere más división. Quiero que esté claro para todos: el centroderecha no tiene ningún derecho de precedencia en la elección del candidato a la presidencia de la República», comentó Enrico Letta, secretario general del PD. «La candidatura de Berlusconi es partidista y ralentiza las negociaciones en curso para llegar a una personalidad que sea compartida por todos lo máximo posible. Así que pido al centroderecha que no insista con él», afirmó por su parte Giuseppe Conte, líder del M5E.
La configuración actual del Parlamento y el propio sistema para elegir al jefe del Estado obligan a llegar a acuerdos entre los distintos bloques ideológicos, de manera que el elegido sea el presidente de todos. En la votación participarán 1.009 electores entre diputados, senadores y representantes regionales y harán falta dos terceras partes de la asamblea para alcanzar el quorum en las tres primeras votaciones. A partir de la cuarta es suficiente con la mayoría absoluta (la mitad más uno de los votantes). Si se llega a ese escenario es cuando más posibilidades tendrá Berlusconi de salir elegido, aunque para ello necesitará hacerse con entre 50 y 60 votos más de los que cuenta ahora el bloque conservador. Para lograrlo lleva toda la semana telefoneando a parlamentarios de otros partidos y del grupo mixto, intentando convencerles de que le apoyen.
Consenso absoluto. La opinión pública considera que el mejor candidato hubiera sido el fallecido David Sassoli
Controvertido. Berlusconi es el único político que se ha postulado, pero su figura divide a los ciudadanos
Un nombre que a buen seguro generaría más consenso que el del magnate es el del actual primer ministro, Mario Draghi. No en vano su Gobierno está apoyado por una heterogénea coalición formada por nueve partidos, que van desde la extrema izquierda hasta la derecha de la Liga de Matteo Salvini. Draghi sí que cumpliría ampliamente con el 'espíritu Sassoli', aunque no quiere aclarar si aspira a alcanzar el Quirinal. En su comparecencia de Navidad, eso sí, se definió como «un abuelo al servicio de las instituciones» y dejó entrever que el Gobierno podría seguir adelante sin él. El problema es que los partidos que conforman la coalición no lo tienen tan claro.
La eventual elección de Draghi como presidente de la República podría abrir una crisis política que dinamitara el actual Gabinete y obligara a adelantar las elecciones, provocando así un parón institucional de unos seis meses en un momento clave, debido a la llegada de los fondos del programa de recuperación europeo tras la pandemia. Es por ello que los analistas económicos apuestan por su continuidad al frente del Gobierno. El último en hacerlo ha sido Sylvain Broyer, economista jefe de la agencia de calificación de riesgo Standard & Poors, quien aseguró esta semana que «no prevé un gran aumento de la prima de riesgo en vista de las presidenciales».
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