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Juan Carlos Barrena
Berlín
Miércoles, 15 de diciembre 2021, 12:57
La nueva ministra alemana de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, anunció este miércoles la expulsión de dos diplomáticos rusos acreditados en Berlín poco después de que un tribunal condenara a cadena perpetua a un agente de los servicios secretos de Rusia por el asesinato de ... un georgiano que disfrutaba de asilo político en este país. «Ese asesinato cometido por orden del Estado ruso supone una grave violación del derecho alemán y la soberanía de la República Federal», dijo la jefa de la diplomacia germana, quien reconoció que las relaciones bilaterales sufren una grave crisis.
Nada más conocerse la sentencia, el Ministerio de Exteriores llamó inmediatamente a consultas al embajador de Rusia en Alemania, Sergei Netchayev, a quien se le comunicó que dos de sus diplomáticos habían sido declarados personas non gratas por Berlín y que debían abandonar este país en breve plazo. Varios medios alemanes afirman que los dos expulsados son agentes de los servicios de inteligencia rusos FSB, sucesores del antiguo KGB.
El embajador ruso anunció por su parte que su país reaccionará igualmente a la sentencia dictada por el tribunal berlinés. «Se trata claramente de un acto hostil que no quedará sin respuesta», dijo Netchayev, quien no quiso detallar la posible reacción de Moscú, aunque es de esperar que expulse a su vez a dos diplomáticos alemanes.
El diplomático criticó que fueran admitidas como pruebas las investigaciones de las plataformas de internet Bellingcat e Insider, que sirvieron para identificar al asesino, y puso en duda la declaración de uno de los testigos. «Consideramos que la sentencia no es objetiva, tiene motivaciones políticas y grava las ya de por si difíciles relaciones bilaterales», dijo el representante de Moscú en Berlín, que calificó, además, de «absurda» la afirmación del tribunal de que la Federación Rusa ordenó directamente el crimen.
La sentencia de la justicia condena a cadena perpetua a un sicario del régimen ruso por el asesinato de un georgiano de origen checheno hace dos años en Berlín y culpa directamente a las autoridades de Moscú de haber ordenado ese crimen. Se contaba de antemano con que la sentencia provocaría un terremoto político y agravará las ya de por si delicadas relaciones entre Berlín y Moscú.
Los jueces consideran probado que el condenado, Vadim Krasikov de 56 años, es un agente de los servicios de inteligencia rusos FSB, especializado en eliminar disidentes y otras personas incómodas para el régimen del presidente, Vladimir Putin.
Asimismo, el tribunal estableció la gravedad de la culpa de Krasikov, lo que impedirá que su sentencia sea revisada dentro de 20 años y supone que probablemente morirá entre rejas. La defensa del agente ruso había abogado por su inocencia, por lo que solicitó su liberación. Los jueces se inclinaron, sin embargo, por la demanda de la Fiscalía federal, que había asumido el caso como máxima responsable de la lucha antiterrorista y exigido la pena máxima.
«Se trata de un asesinato cometido por orden del Estado ruso», señaló el presidente del tribunal Olas Arnoldi, durante la lectura de la sentencia. Destacó que el asesino, que había viajado expresamente a Berlín desde Moscú con el único objetivo de eliminar al ciudadano georgiano, contó con ayuda en la capital alemana. «El crimen fue preparado minuciosamente por colaboradores emplazados en Berlín», afirmó el magistrado, para el que se ha demostrado durante el proceso que Vadim Krasikov es un oficial del FSB, relacionado directamente con otros crímenes cometidos en el extranjero.
El fiscal Nicolaus Forschner había subrayado durante su intervención final que se trataba de un crimen de motivación política y que el que ya condenado no había hecho otra cosa que «cumplir unas órdenes dictadas por su Estado».
Krasikov es considerado autor material del asesinato el 23 de agosto de 2019 del ciudadano georgiano de origen checheno Torkike K., de 40 años, que había recibido asilo político en Alemania en 2016 y era considerado un terrorista por Moscú, por su participación en la segunda guerra de Chechenia. El asesino se acercó a su víctima por la espalda a bordo de una bicicleta en Tiergarten, el céntrico gran parque de Berlín que linda con la Puerta de Brandeburgo, y le descerrajó tres disparos en la cabeza y el pecho con un arma con silenciador que provocaron su muerte inmediata.
El asesino fue observado, sin embargo, cuando se cambiaba de ropa tras unos arbustos y tiraba su arma al río Spre. Los dos jóvenes que presenciaron los hechos alertaron a la policía y facilitaron su detención prácticamente inmediata.
El condenado había asegurado al ser detenido que su nombre era Vadim Sokolov, de profesión arquitecto y sin relación alguna con el Estado ruso. Las investigaciones realizadas por los fiscales acabaron revelando su verdadera identidad y relación directa con los servicios de inteligencia de Moscú.
El caso tuvo ya sus primeras consecuencias para las relaciones bilaterales en el momento en el que la Fiscalía alemana intervino directamente. Entonces Berlín ordenó la expulsión de dos diplomáticos rusos acreditados en Berlín. Durante una conferencia de prensa en París poco después, el presidente ruso, Vladimir Putin, calificó de «bandido» y «asesino» al ciudadano georgiano ejecutado por el agente ruso. La reacción de Berlín era de esperar. Ya lo había advertido en su momento el entonces ministro de Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas, quien subrayó que el ejecutivo germano esperaría a conocer la sentencia final. En el caso de que en esa sentencia contenga afirmaciones concretas que relacionen al régimen de Moscú con el crimen «volveremos a reaccionar», dijo entonces el jefe de la diplomacia alemana.
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