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beatriz juez
Corresponsal en París
Miércoles, 5 de enero 2022, 08:55
Emmanuel Macron quiere meter toda la presión a los no vacunados y a los negacionistas en plena ola de ómicron, la variante del covid-19 más contagiosa manifestada hasta ahora. Lo ha dicho sin pelos en la lengua, provocando los ataques de la oposición por ... el lenguaje empleado a menos de cien días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia.
«Limitaremos, en la medida de lo posible, su acceso a actividades sociales», advirtió Macron en una entrevista concedida a los lectores del diario 'Le Parisien'. El presidente recordó que el 90% de los galos están vacunados y que solo «una pequeña minoría refractaria» (5,4 millones) se niega a ponerse la inyección.
¿Su estrategia para reducir el número de los contrarios a inmunizarse? «Lo reduciremos, perdón por hablar así, fastidiándoles todavía más. Yo no estoy a favor de fastidiar a los franceses. Echo pestes todo el día contra la administración cuando les bloquea. Pues bien, a los no vacunados tengo muchas ganas de fastidiarles. Y vamos a continuar haciéndolo, hasta el final», dejó claro Macron, que en francés utilizó el verbo 'emmerder', muy coloquial que podría traducirse por fastidiar, joder o hacer la vida imposible.
El inquilino del Elíseo manifestó, sin embargo, que no tiene prensado decretar la innoculación obligatoria, aunque el ministro de Sanidad, Olivier Véran, ha reconocido públicamente que el certificado covid, que el Gobierno quiere imponer para acceder a ciertos lugares públicos solo estará al alcance de los vacunados y, por tanto, se trata de «una vacunación obligatoria disfrazada».
«No voy a meterles en prisión. No les voy a vacunar a la fuerza. Pero hay que decirles que a partir del día 15 ya no podrán ir a un restaurante, no podrán tomar una copa ni acudir al teatro, al cine...», explicó Macron. Hasta ahora los no vacunados tienen la posibilidad de obtener un certificado covid presentando una PCR o un test de antígenos negativo de menos de veinticuatro horas.
Las agresivas declaraciones del jefe de Estado francés agitaron de inmediato la campaña electoral y provocaron la condena de toda la oposición, desde la extrema izquierda a la extrema derecha. Aunque Macron todavía no ha anunciado oficialmente que se presentará a la reelección, con esta frase parece haber entrado ya en la carrera para ampliar su mandato. «Son frases más de candidato que de presidente», según Philippe Corbé, jefe del servicio político de la cadena de televisión BFMTV.
«Un presidente no debería decir eso. El garante de la unidad de la nación se obstina en dividirla y asume querer hacer a los no vacunados ciudadanos de segunda clase. Emmanuel Macron es indigno de su función. En abril, yo seré presidenta de todos los ciudadanos», escribió en Twitter, la candidata ultraderechista Marine Le Pen. La líder de Reagrupación Nacional (ex Frente Nacional) señaló las palabras de su principal rival son «de una vulgaridad y de una violencia absolutamente inauditas, inéditas».
«No solo es la declaración cínica de un político que quiere existir en la campaña electoral. Es la crueldad confesada, asumida, que desfila ante los franceses despreciados», consideró Éric Zemmour, el otro candidato de la extrema derecha. Zemmour prometió que cuando sea presidente se dejará de «fastidiar a los franceses».
Valérie Pécresse, candidata de Los Republicanos, se mostró «indignada» por las palabras del jefe de Estado. La candidata conservadora dijo que Macron «no soporta a los franceses cuando no piensan como él». «El insulto no es la solución», según Pécresse, quien consideró que «ya es hora de poner fin a este quinquenio del menosprecio».
«Confesión asombrosa de Macron. Está claro que el pasaporte de vacunas es un castigo colectivo contra la libertad individual», tuiteó Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, el equivalente de Podemos en el país vecino.
Si este domingo se celebrara la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, Macron obtendría un 26% de los votos, Le Pen y Pécresse empatarían con un 16% y Zemmour logaría un 13%, según un sondeo reciente. La izquierda, totalmente dividida con siete candidatos, no se clasificaría para la segunda vuelta. Juntos alcanzarían el 26% de los votos. Por separado, ninguno de los candidatos de izquierda supera el listón del 10%.
El Gobierno asumió las declaraciones de su presidente y arremetió de nuevo contra los no vacunados. «¿Quién fastidia hoy la vida a quién? ¿Quién arruina la vida de nuestros sanitarios, que desde hace dos años están movilizados en nuestros servicios de reannimación para salvar a pacientes que hoy en día son principalmente no vacunados?», se preguntó el portavoz del Ejecutivo, Gabriel Attal, en rueda de prensa. «Son ésos que se oponen a la vacuna», denunció.
«¿Quién arruina la vida de nuestros comerciantes, de nuestros restauradores, de nuestros teatros, de nuestros cines, que desde hace dos años viven con una espada de Damocles sobre sus cabezas cuando no están cerrados? ¿Quién arruina la vida de nuestros mayores, obligados a vivir en soledad, años en el miedo frente una epidemia? Son esos que se oponen a la vacuna», añadió.
No obstante, el Ejecutivo vio cómo las palabras de Macron contribuyeron a suspender por segundo día consecutivo el debate parlamentario sobre la aprobación de un pasaporte de vacunación que sustituya al actual y que se pretende aplicar desde mediados de este mes en un país inmerso en una severa quinta ola de contagios. El martes se registraron 271.686 nuevos casos en veinticuatro horas, una cifra récord.
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