La UE se prepara para otra cumbre de emergencia sobre el 'brexit'

El negociador europeo, Michel Barnier, lo establecía a última hora de la noche de este martes. ¿Su intención? Poder informar de un acuerdo hoy a los embajadores de los Veintisiete y verificar que este cumple con todas las garantías de cara a la cumbre programada. Fuentes británicas, de hecho, mantenían a última hora de la tarde que Bruselas y Londres estaban «a punto» de alcanzarlo y que tendría que plasmarse en un borrador anoche. Esa era la clave a la que también se refería el francés: que las ahora «buenas intenciones» del 10 de Downing Street tomasen formalmente «en un texto legal».

Pero, al mismo tiempo, tampoco descartaba la posibilidad de saltar una semana más para cerrar detalles, esto es, que la salida de Reino Unido pudiera dilatarse más allá del 31 de octubre (previa solicitud de prórroga por la parte británica, que se decidiría en un pleno en Westminster el sábado) ni por supuesto el colapso final de las negociaciones.

En síntesis, dos palabras: «posible» y «difícil». Las utilizó Michel Barnier –la última con un «créanme» que reforzaba la épica del reto– para definir la fase final de unas conversaciones que desde el pasado fin de semana se desarrollan contrarreloj, con especial intensidad y dentro del 'túnel', como se conoce normalmente en la jerga bruselense al cerrojazo informativo.

El acuerdo es «posible» y «difícil», explicó en una jornada en la que no le quedaba más remedio que dejar entrar algo de luz en ese túnel. Porque tenía que dar detalles a los ministros y secretarios de Estado de Asuntos Europeos de la UE, reunidos en Luxemburgo. «El acuerdo es cada vez más difícil aunque todavía es posible conseguirlo esta semana», precisaba. Una espiral de emociones en la que también había entrado Steven Barclay, su interlocutor británico: «Las conversaciones continúan y debemos dejar espacio. El acuerdo todavía es muy posible».

En este tramo aparentemente definitivo de las intensas reuniones, según la información filtrada a la prensa británica, todo pivota sobre una fórmula en el mar de Irlanda que evitaría la frontera física en la isla. Un control aduanero aguas adentro que mantendría a Irlanda del Norte bajo las normas comunitarias, si la mercancía que proviene del resto de Gran Bretaña va a pasar al territorio europeo, y bajo las británicas si el transporte tiene como destino su región.

Y todo con unos sistemas de control y vigilancia complejos, con alta carga tecnológica, cuya eficacia genera muchas dudas en Bruselas y que, al mismo tiempo, desentierra una solución (la frontera en el mar) que Theresa May rechazó en su día. El hoy 'premier' Boris Johnson la juzgó en aquel momento como «inaceptable», y también genera urticaria al sector duro del Partido Conservador británico y a sus socios norirlandeses del Partido Unionista (DUP).

La cuestión es que sin ese «texto legal» para este miércoles no es descartable que Michel Barnier recomiende a los líderes esperar un poco más para no enterrar la opción de cerrar el 'brexit' con un trato. Lo otro, el caos o divorcio traumático, nunca será inducido desde Bruselas. Un escenario (otro voto de confianza) que conduciría a la convocatoria de una cumbre extraordinaria para una fecha inmediatamente anterior a ese día 31 (se ha barajado el martes 29).

Una señal similar mandó el responsable de Exteriores irlandés, Simon Coveney, quien confiaba en que se pudiera cerrar un «informe positivo» que abriera la posibilidad de que las negociaciones prosiguieran después de la cumbre ya programada de esta semana.