![Los responsables de la Administración Nº 1 de Santander, ubicada en la calle Calvo Sotelo 15, celebran los premios dados.](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202212/22/media/cortadas/posado-kazB-U19041626549TAI-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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Cuando en la Administración número 1 de Santander, en Calvo Sotelo 15, todavía no habían asimilado la «emoción» de haber vendido una serie del Quinto premio del sorteo de la Lotería de Navidad –60.000 euros–, este periódico les comunicó que también habían entregado un ... Cuarto. Ocho décimos del número 25296. «Esto es increíble. Son 160.000 euros. Qué barbaridad», contaba Marcos Arrabal, uno de los dos hermanos que regentan este negocio desde hace cinco años. Y es que, tras esquivar Cantabria durante buena parte de la mañana, la suerte finalmente decidió visitar a la Administración 'La Anjana'. Entre uno y otro, 220.000 euros en premios.
En concreto, vendieron una serie del número 38454, que resultó premiado con el cuarto de los ocho Quintos premios del sorteo, y que los niños de San Ildefonso cantaron a las 11.59 horas en la sexta tabla. Casi una hora después, a las 12.47 horas, anunciaron el segundo de los dos Cuartos, el 25296.
«Los hermanos de la suerte». Así les llama Esperanza Casuso, una de las trabajadoras del negocio que les acompaña casi desde el principio. Y no es para menos. En los cinco años que llevan al frente de 'La Anjana' han entregado cuatro grandes números del sorteo navideño, incluyendo los dos de ayer. «Es un orgullo trabajar con personas que reparten tanta felicidad. Se lo merecen», añadió mientras esperaba a que los hermanos Arrabal llegasen a la céntrica calle de Santander.
Casi media hora después de conocer «la gran noticia», las voces de Marcos y José Luis se escucharon a lo lejos. «Ya llega la alegría», dijo Mario Tejera, otro de los empleados del negocio.
Cánticos, abrazos y mucha emoción. «Esto es lo más grande que nos podía pasar. No voy a decir a quién hemos vendido los décimos. Pero tenemos la certeza de que la suerte se queda por aquí, por Santander. Y eso lo hace aún más especial. Lo sé porque los vendimos hace quince días. Es lo que hace falta después de todo lo que hemos vivido», comentó Marcos mientras descorchaba la tercera botella de champán. «Estáis todos invitados. Si hace falta comprar más botellas, se compran. Pero que no le falte a nadie de nada».
La noticia corrió como la pólvora y rápidamente varios vecinos de Santander se agolparon en las puertas para felicitar a los loteros y celebrarlo con ellos. Menos los agraciados, que –o por discreción o porque aún no se habían enterado– no hicieron acto de presencia. «Yo no vengo ni loca si toca. Mira la cantidad de gente que ha venido y que están grabando», dijo una vecina. Pero las cámaras de los móviles apuntaban a Marcos y José Luis que, muy emocionados, sirvieron un vaso de champán a cada uno. «Suerte para mí no tengo, a mí me toca trabajar, pero para los demás, tengo toda la del mundo. Y que así siga muchos años más», añadió José Luis, el mayor de los dos hermanos.
El esfuerzo y la dedicación por su negocio es, a su juicio, la clave del éxito. Los hermanos Arrabal, naturales de Torrelavega, tomaron las riendas del local hace cinco años. Ambos se encontraban en un momento vital «muy complicado» derivado de la crisis económica. Años atrás, se desplazaron hasta Galicia para buscarse la vida y trabajar. «El contexto era muy difícil. Estábamos perdidos y queríamos tomar el rumbo de nuestra vida». Por eso, decidieron volver a casa a reflexionar sobre su futuro. «Regresamos a Cantabria y la situación que nos encontramos fue desastrosa. No había trabajo. Todos nuestros amigos estaban en paro», explicó Marcos.
En vista de la situación, se hicieron una pregunta que, finalmente, cambió su vida para siempre. «¿Qué hacemos? Pues lo que hemos hecho siempre. Buscarnos la vida». Entonces se hicieron autónomos y comenzaron a buscar una administración en la que «cumplir su sueño». Y es que este pensamiento siempre rondó su cabeza. «Esto es el resultado de muchas horas de trabajo. Muchísima presión. Nosotros, que venimos desde abajo, sabemos de lo que hablamos. Nadie nos ha regalado nada. Y por eso la emoción de hoy no nos la amarga nada».
Una emoción que quisieron compartir con sus padres, que fueron su primer pensamiento al enterarse de la noticia. «Todo es gracias a ellos. Aún recuerdo cuando hace cinco años dimos el primer gran premio de nuestra trayectoria. Llevábamos solo seis meses trabajando. Y nos llamaban los novatos. Pues fíjate en la suerte de los novatos». Y lejos de conformarse, tanto Marcos como José Luis son ambiciosos y van «siempre» a por lo «máximo posible». «El próximo que sea un primer premio. Y esperemos que llegue pronto. Por ejemplo, el día de Reyes. No nos conformamos con menos».
«Qué alegría traéis siempre a la gente de la zona. Me alegro muchísimo por vosotros y por los agraciados, que lo hemos pasado muy mal todos con esta pandemia», comentó Mari Carmen, una de las clientas habituales del establecimiento. Igual que Miguel Ángel Llata, que se enteró de que habían tocado dos grandes premios porque observó mucho revuelo en la entrada de la Administración. «Tenía que entrar a darles la enhorabuena. Qué menos. Llevo comprando en este local toda la vida. Y además siempre el mismo número. Pero no he sido el agraciado». El 51244 que, hasta la fecha, no le ha dado ninguna alegría. Eso no significa que no se alegre por los vecinos afortunados y, «sobre todo», por los hermanos Arrabal. «Sin duda se lo merecen. Esto les viene genial para su negocio. Y que así siga».
Tampoco tuvo suerte Josefina Coterillo, que trabaja muy cerca de 'La Anjana' y pasa por ahí todos los días. A pesar de que ha sido el año que más dinero se ha gastado en lotería de toda su vida, no le ha tocado nada. «Me he gastado más de 300 euros. Esa es la verdad. Y justo de aquí no tengo ninguno. Ya es mala suerte. Por ganas seguro que no ha sido». Y es que Coterillo se desplazó hasta Madrid para comprar varios décimos en Doña Manolita, que, a su juicio, es «la Administración más famosa y conocida de España». Aun así, ella no pierde la esperanza. «Espero que en Reyes toque algo. Y esta vez no se me ocurre no comprarlo en la tienda de la suerte, la de los hermanos de la suerte».
Otra de las protagonistas de la jornada fue Aurea Santamaría, una vecina de la zona y clienta habitual de la Administración, que, en forma de agradecimiento, siempre lleva a Calvo Sotelo una flor para que tengan «la mayor suerte posible». «A la vista está que mis plantas tienen algo especial», exclamó la vecina mientras le pidió a Marcos «una copita de champán». Había que celebrarlo.
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