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EFE
Rita, ajena al ruido

Rita, ajena al ruido

La antaño "alcaldesa de España" se ha parapetado en su aforamiento de senadora para protegerse de los escándalos de corrupción

Rafa Torre Poo

Viernes, 26 de febrero 2016, 17:06

Es la mujer de rojo del Partido Popular. El color que más le gusta, el que mejor representa su carácter. "Me da estímulo y fortaleza", asegura Rita Barberá con un punto de coquetería: "Además, a las morenas nos sienta bien". Fue la "alcaldesa de España" (como la definió su "gran amigo" y principal valedor aún hoy en día, Mariano Rajoy), ahora reciclada en senadora. Una maniobra, aseguran sus detractores, que le permite gozar de un escudo protector, cual superhéroe, y ser inmune a la Justicia en unos tiempos donde su gestión (y la de todo su grupo de colaboradores durante 24 años en el Ayuntamiento de Valencia) está bajo investigación en el Caso Imelsa y la Operación Taula.

Barberá se ha hecho a sí misma. Segura, enérgica, socarrona y atrevida. Una mujerona. Siempre emperifollada en joyas y bolsos caros (Álvaro Pérez, El Bigotes, responsable en Valencia de la trama Gürtel, le regaló algún Louis Vuitton), hasta ahora había saltado más veces a la palestra mediática por sus elocuencias lingüísticas. Lo del "caloret" durante la Crida, el pregón de las Fallas, la convirtió en la estrella de las redes sociales. Sin embargo, su pico de fama actual se lo debe a la sombra de corrupción que se cierne sobre su cabeza. Su mano derecha, su vicealcalde en el Consistorio, Alfonso Grau, está imputado en el caso Nóos. Y la esposa de Grau y amiga personal de Barberá, la exedil María José Alcón, es una de las detenidas de la Operación Taula. Las inculpaciones de ambos se proyectan sobre ella. Grau ha llegado a afirmar que fue Rita quien guió a Urdangarín en sus negocios en Valencia. "No he adjudicado un contrato a dedo en mi vida", se defiende Barberá.

En el ámbito interno, también pintan bastos. Los suyos la acusan de haberles abandonado, de traicionarles, de haberse parapetado en el Senado por lo que pueda pasar. Cuenta con el carné número tres del Partido Popular a nivel nacional y goza del apoyo del presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. Por si se disuelvan las Cortes y pierde el privilegio adquirido, también ha sido nombrada vocal de la Diputación Permanente. Eso le permite seguir siendo aforada y, por tanto, que solo pueda juzgarla el Tribunal Supremo.

La senadora sigue firme en su convicción, a pesar de las voces discordantes que ya se escuchan desde la madrileña calle Génova. "Hace tiempo que no hablo con ella", ha confesado recientemente María Dolores de Cospedal. "Hay vida fuera de la política", le ha recordado Pablo Casado. Ella lo tiene claro: "No dimito. Ni me lo planteo. Si lo hiciera estaría asumiendo la culpabilidad de algo que no he cometido". Su jefe (en el PP) Rajoy y presidente en funciones del Gobierno de España la defiende: "He hablado con ella y dice que es inocente".

Por eso, quizás, la madre política de Francisco Camps y el espejo donde se miraba Soraya Sáenz de Santamaría cuando comenzó en la política, no se da por aludida y se enroca en su postura. Como si la música no fuera con ella. Una manera de imitar a Rita Giménez García, una artista gaditana que triunfó en los cafés cantantes de moda a finales del siglo XVIII, y que, a los ojos de sus paisanos se volvió demasiado arrogante. Con ella surgió la expresión que lo haga Rita y sus múltiples derivaciones.

Durante estos días, un mensaje cargado de ironía que une a las dos Ritas surca el ciberespacio de retuit en retuit:

-Va a dimitir Rita.

-Ya era hora.

-No me has entendido.

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