Borrar
Osman y sus padres, con la voluntaria santanderina Fátima Figuero, de Movimiento Ciudadano de Acción Directa Cantabria Actúa.
Llorar de alegría o de impotencia

Llorar de alegría o de impotencia

Es maravilloso saber que el pequeño Osman va a estar atendido en el hospital La Fe de Valencia, que su familia se alimentará en condiciones, que se bañarán con agua caliente y que dormirán en una cama

leticia mena

Miércoles, 11 de mayo 2016, 20:39

Escribo esto llorando. No me importa reconocerlo ni que os parezca ridículo. Estoy viendo en un informativo que Osman ya está en España. ¡Nos alegramos tanto! Le hemos visto en Idomeni en su tienda de campaña y, gracias a Bomberos en Acción, estaba menos mal que otros, dentro del mismo abandono burocrático. El pequeño de siete años con parálisis cerebral vivía allí desde hace dos meses con sus padres, sus hermanos y su continúa sonrisa. Es maravilloso saber que ahora va a estar atendido en el hospital La Fe de Valencia, que su familia se alimentará en condiciones, que se bañarán con agua caliente, que todos dormirán sobre una cama y que sus hermanos van a ir al colegio. Es fantástico y, a la vez, decepcionante. Sólo son cinco de miles.

Ya en España, cuando intenten dormir no podrán soñar, porque eso ya lo hacen despiertos. Para el bombero Javier Bodego y sus compañeros, la sensación debe ser como tocar el cielo porque parece que, por fin, todo ha tenido sentido para esta familia afgana. Los días andando por las montañas, cruzando bosques, sorteando ríos. Las conversaciones con los traficantes que les cobraban prometiéndoles que, en una barcaza, llegarían a Lesbos y que allí, por fin, serían libres. Europa les daría cobijo como estaba acordado en la Convención de Ginebra, porque cualquier ciudadano que huye de un país en guerra aquí sería acogido. Pero no fue así hasta hace cuatro días para el pequeño afgano y su familia, y todo, insisto, gracias a Bomberos en Acción y a 150.000 firmas. Después de todo, para ellos ha merecido la pena el viaje, pero hay tantos Osman que esperan en Grecia a que alguien les despegue de aquel suelo que uno no sabe si llorar de alegría por verle aquí o de impotencia por los que siguen tirados allí.

Siga leyendo en Cartas desde Grecia

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Llorar de alegría o de impotencia