Cortinas de humo
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La vuelta de la corrupción coloca al Gobierno de Sánchez a la defensiva erosionando la política democrática y el discurso de la extrema derechaAlberto Surio
Domingo, 5 de marzo 2023, 00:19
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La vuelta de la corrupción coloca al Gobierno de Sánchez a la defensiva erosionando la política democrática y el discurso de la extrema derechaAlberto Surio
Domingo, 5 de marzo 2023, 00:19
La corrupción ha vuelto al escenario español y lo ha hecho con una considerable virulencia. El 'caso Mediador' apunta una supuesta trama que salpica directamente al PSOE, que ha reaccionado de entrada con el cese drástico de un diputado canario al que se sitúa en ... el centro del enredo. El asunto está revestido además de una escenografía chusca, con cobro de comisiones, prostitución y consumo de drogas. El noble oficio de lo publico está amenazado de aluminosis.
La reacción del PSOE ha sido tan enérgica como acertada, otra cosa es si resulta suficiente. De entrada, se trata de un tema bien sensible, que le puede hacer daño electoral, cuando los comicios del 28 de mayo suponen un test para la credibilidad de cualquier candidato. Los socialistas deben extremar su celo en mostrarse dispuestos a la transparencia para llegar hasta el final porque, de entrada, se juegan su continuidad al frente del Gobierno de Canarias. La credibilidad de las instituciones está también en entredicho.
Es lógico que el PP ejerza un discurso duro de oposición. Cree que ha encontrado un hueso fácil de roer hasta los comicios del 28 de mayo, que complica el discurso social del Gobierno de coalición en un contexto en el que la inflación sigue por las nubes y la angustia de miles de familias para llegar a fin de mes. El alarmante aumento de la cesta de la compra y de las hipotecas constituyen una realidad bien hiriente para la mayoría social.
Pero tampoco el PP puede erigirse en la autoridad moral porque los escándalos que siguen lastrando sus mandatos en el Gobierno siguen siendo demasiado alargados y de una gravedad estructural en la democracia que solo tiene como referentes el uso irregular de los fondos reservados con algunos de los ministros socialistas del Interior con la excusa de la lucha contra el terrorismo. Los casos 'Kitchen' y 'Gürtel' y la propia 'operación Cataluña' son solo la punta del iceberg de una realidad delictiva que operaba con la complicidad de sectores del partido conservador.
Cuando el anterior ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, organizó presumiblemente una policía paralela que construyó pruebas falsas para desacreditar a sus rivales independentistas está casi todo dicho. Y el PP de Alberto Núñez Feijóo no ha realizado un mínimo movimiento de desmarque autocrítico respecto a esa práctica mafiosa. Es verdad que en 2019 el entonces Mariano Rajoy fue desbancado del Gobierno con un argumento basado en la necesidad de una catarsis moral y de una mínima regeneración ética. Pero el relato ejemplarizante se ha venido estrepitosamente abajo con la escenografía cutre de Tito Berni y sus estrafalarias andanzas en la noche madrileña. En este contexto, resulta difícil pensar que la izquierda pueda movilizar en los próximos meses un bloque compacto que le permita una mayoría suficiente para poder gobernar sin problemas.
El Gobierno solo tiene dos opciones para romper el dilema. O se distancia del doctrinarismo mayor de Podemos, con la búsqueda de una relación estratégica con el PNV -el caso de la 'ley mordaza' es ilustrativo a este respecto- o tendrá que gestionar internamente una serie de voces cacofónicas que caricaturizan la labor de la izquierda en el Gobierno.
En esta particular partida no está escrito que gane Podemos y pierda el PSOE, aunque un empate de posiciones y un enrocamiento de los morados termine por debilitar a los dos socios. Se equivocaría Sánchez si pretende tirar por elevación y demonizar la figura del empresario propietario de Ferrovial. Sí, a los empresarios no solo hay que exigirles un discurso de responsabilidad colectiva, que concrete en hechos y que concrete sus convicciones patrióticas en impuestos. Pero hay que hacerlo fuera del territorio fácil de la demagogia y del cortoplacismo que a la larga siempre pasa factura. Veremos si toda esta coctelera explota en la moción de censura o se convierte en un movimiento táctico de mala calidad para desconcertar al rival y excitar a los sectores reaccionarios. Que haberlos haylos.
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