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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, acometió ayer cambios en su gobierno, destinados a reforzar su ejecutivo con el objetivo de intentar agotar la legislatura. Aragonès refuerza su núcleo duro en el Govern y nombra vicepresidenta a la hasta ahora consejera de la Presidencia, ... Laura Vilagrà. La vicepresidenta, que ya ejercía como tal de facto, es la principal negociadora de la administración catalana con el Gobierno central y lo seguirá siendo hasta el final del mandato de Aragonès. Además, el jefe del Ejecutivo catalán ha ascendido al director de la oficina de la Presidencia, Sergi Sabrià, al cargo de viceconsejero de Comunicación y Estrategia, un puesto inedito hasta la fecha y ha realizado cambios en el departamento jurídico y en el de comunicación.
Aragonès mueve ficha, tras ser ratificado por su partido como el próximo candidato a la presidencia de la Generalitat. Vilagrá seguirá llevando las riendas de las conversaciones con el Gobierno de Pedro Sánchez, de las que Aragonès espera obtener más cesiones que le permitan salir reelegido, mientras que Sabriá sale de la cocina del Palau de la Generalitat para dar la batalla del relato y la propaganda contra Junts y el PSC, con una mayor presencia en los medios de comunicación.
El presidente de la Generalitat premia a su entorno después de ser designado candidato por su partido y lanza un mensaje en clave interna y al resto de partidos: su intención es agotar la legislatura, pero ya ha activado el modo preelectoral, por lo que pueda pasar en los próximos meses, que estarán marcados por el posible regreso de Carles Puigdemont -si es amnistiado- y por la sequía, que obligará al Govern a adoptar medidas drásticas e impopulares. «Haremos nuestro trabajo hasta el último día», afirmó ayer. Aragonès volvió a descartar el adelanto electoral en Cataluña. Su intención es que los comicios se celebren cuando corresponde, en febrero de 2025. Aunque para ello necesita aprobar los presupuestos con PSC o Junts, en paralelo a las negociaciones para las cuentas del Estado entre el Gobierno y las fuerzas secesionistas y la ley de amnistía.
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«Tenemos un año por delante», insistió desde el Palau de la Generalitat, tras la reunión semanal del consejo de gobierno. En el año que le queda a la legislatura catalana, los retos que tiene por delante, según Aragonès, son la sequía, implementar la amnistía, abrir la segunda fase de la negociación para intentar pactar las bases de un referéndum, acordar una financiación singular para Cataluña y avanzar en el traspaso de Cercanías de Renfe.
Todas las fuerzas de la oposición interpretaron los cambios acompetidos por el presidente de la Generalitat en clave electoral. «Intenta una remontada a la desesperada», afirmó Junts. En la formación juntera, además, justifican el ascenso de Sabrià, veterano dirigente republicano, en clave interna, como un premio por dejar de ser junquerista y ahora ser fiel a Aragonès. El presidente de Esquerra, Oriol Junqueras, había amagado estos últimos meses con la idea de optar como candidato a la presidencia de la Generalitat. ERC le ha cerrado el paso y ha apostado por Aragonès. El presidente de la Generalitat se ha adelantado a sus oponentes, sobre todo a Junts, que no tiene candidato para las generales y confía en que Carles Puigdemont sea amnistiado a tiempo para poder presentarse.
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