El asesinato hoy en Tenerife de una mujer eleva a 52 las muertas por la violencia machista

Las muertes hasta hoy superan al total de 2018, cuando perdieron la vida 48, la cifra más baja de crímenes machistas desde 2003, fecha en que empezó a elaborarse la estadística. Además, este medio centenar se queda corto, ya que hay varios casos en «fase de investigación» que, lamentablemente, con el tiempo, suelen confirmarse como crímenes machistas e incluirse en los registros oficiales.

Tomás Maestre, de 29 años, no tenía antecedentes por maltrato. Pero el 3 de enero apuñaló presuntamente a su exnovia, Rebeca Alexandra Cadete, de origen dominicano. Tomás coincidió esa noche con su expareja, con la que estaba acabando una relación sentimental interrumpida ya varias veces, en un bar de la localidad cántabra de Laredo que frecuentaban a menudo. Junto a otros miembros de su grupo de amigos, estuvieron allí hasta aproximadamente las tres de la mañana. Una hora después, en casa de la chica, le propinó 20 puñaladas mortales. «He hecho algo horrible. La he matado», cuentan que dijo Tomás al entregarse a la Policía. La víctima tenía una hijo pequeña en República Dominicana.

Leonor Muñoz, de 47 años, fue acuchillada por su expareja, un ciudadano alemán de 50 años, en su casa de Fuengirola. Su hijo, de 16 años, lo vio todo y sufrió heridas leves al intentar proteger a su madre. No lo logró. Leonor nunca había denunciado ningún tipo de maltrato contra su agresor. Los agentes trataron de localizar al sospechoso y lo encontraron en un hospital de Marbella, al que había acudido porque, al parecer, presentaba alguna herida.

Romina Celeste Núñez, paraguaya de 28 años, nunca apareció. Su marido, Raúl Díaz, de 44 años, confesó el 13 de enero que había tirado su cadáver descuartizado al mar en distintos puntos de la costa. Según su versión, la había hallado muerta, se había asustado y por eso se había deshecho del cadáver. Tardó una semana en denunciar su desaparición. Romina Celeste había denunciado a su marido dos días antes de casarse con él. El caso se encuentra aún en fase de investigación, pero Raúl permanece en prisión acusado de la muerte de su esposa y de maltratarla de forma continuada.

El 15 de enero una mujer leonesa de 95 años falleció en el hospital a causa de las agresiones producidas por su marido, de su misma edad. El hombre fue detenido en la residencia de la localidad leonesa de Toreno donde residían los dos. El anciano quedó en libertad con cargos.

El caso de Rebeca Santamalia, de 47 años, es un ejemplo de cómo la violencia de género no entiende de perfiles. Esta abogada, madre de un chaval de 14 años, apareció muerta con varias heridas de arma blanca en la vivienda de José Salvador Calvo, con quien mantenía un romance. Este hombre se encontraba en libertad condicional tras haber estado en la cárcel 14 años por matar a su mujer. De hecho, ella había sido su abogada defensora en este caso: había recurrido la sentencia alegando que se había vulnerado su presunción de inocencia, que en todo caso tenía que ser condenado por homicidio y no por asesinato. Después de matar a Rebeca, José Salvador se tiró por un viaducto de Teruel cuando llegaba la Policía.

Emilio, de 68 años, llamó por teléfono al 112 para decir que había matado a su mujer, Rosa Romero, de 64. El crimen se produjo en el domicilio del matrimonio, en Dos Hermanas. Al parecer, el autor confeso reaccionó de manera violenta después de que su pareja le recriminara insistentemente las veces que se iba a jugar al dominó con sus amigos. La golpeó con un hacha. No constaban denuncias por maltrato. La pareja tenía tres hijas mayores de edad.

Kelly murió decapitada en el piso de Reus donde vivía con su familia. El presunto asesino fue su novio, Mauricio, un joven de 19 años con antecedentes penales, aunque no por violencia machista, que decidió lanzarse al vacío tras acabar con la vida de la chica, que estudiaba 4º de la ESO. No vivían juntos, pero se veían con frecuencia en la casa de la víctima.

Rosa María Concepción Hernández, de 60 años, había denunciado en 2014 por malos tratos a un hombre de 57 con el que mantenía una relación y era su sobrino. Y en 2018 había tenido que acudir al hospital a causa de las lesiones que le causó, aunque no quiso realizar denuncia alguna. Pocos meses después de este episodio, el hombre, supuestamente, la mató a golpes.

Daría Oliva Luna, de 22 años y con doble nacionalidad -rusa y española-, llevaba desaparecida más de un año cuando la Policía la encontró descuartizada en un congelador. La habían apuñalado por la espalda. Días después del hallazgo, su novio, Manuel Moreno, de 42 años, fue detenido.

Sheyla Chazarra, de 29 años, apareció muerta en su casa. Su pareja, Jorge Balaguer, de 34, dijo que la había encontrado así al despertarse a causa del llanto del hijo que ambos tenían en común. Su versión no tuvo éxito y el caso no fue tratado como un suicidio: fue detenido como presunto asesino de Sheyla, madre de cinco hijos.

Mientras el país celebraba el 8-M y manifestaciones multitudinarias mostraban la necesidad de una sociedad más igualitaria, Estrella Domínguez, de 61 años moría en Madrid, presuntamente a manos de su marido, Luis Díaz, de 81 años. Después, de disparar a su esposa, se descerrajó un tiro en la cabeza.

El marido de Gloria Tornay, un británico de 55 años, echó de casa al hijo de la mujer, de 15, lo que originó una fuerte discusión conyugal. En un momento dado, el hombre, supuestamente, acuchilló a Gloria, de 58 años. Su hijo, mientras tanto, estaba fuera de la vivienda, ya que no podía entrar.

María Jesús Aboy, de 43 años, apareció muerta en su casa, en la localidad pontevedresa de Valga, junto a su marido, Javier Bello, de 46 años. Al parecer, Javier, que tenía escopetas y licencia de armas porque era cazador, mató a tiros a su esposa antes de dispararse él mismo. Tenían dos hijos.

Una imagen que nunca debería ver una niña de 11 años. La de su madre, de 39 años, asesinada a puñaladas por su padre, de 49, que se cortó las venas tras el crimen. Su hija, con el vestido ensangrentado, bajó al supermercado DIA que regentaban sus padres, de origen peruano, en la localidad madrileña de Loeches para pedir ayuda. María, como se llamaba la mujer, también tenía un hijo de 5 años que dormía en el momento del trágico suceso y que, por fortuna, no se enteró de nada. Como en tantos casos mortales de violencia de género, no existían denuncias previas.

A menudo, las cosas no son lo que parecen. La muerte de María Soledad Bobet Castro es un ejemplo de esta frase tan manida como cierta. Esta mujer de 47 años era la conductora de un coche que terminó estrellándose contra una farola en La Laguna el pasado 16 de enero con su expareja en el asiento del copiloto. Como consecuencia del impacto, el vehículo terminó incendiándose con ella dentro y todavía con el cinturón de seguridad puesto. Hasta ahí todo normal. O no tanto, porque la investigación policial determinó que Juan Carlos Alfonso, de 53 años, la prendió fuego tras rociarla con gasolina dentro del vehículo. Después, huyó del lugar del crimen y acudió a un centro hospitalario tras sufrir quemaduras en los brazos y piernas. Fue detenido por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento con la agravante de relación de afectividad del artículo 23 del código penal, daños por el incendio y un delito de maltrato animal, ya que el perro de la fallecida también murió como consecuencia del fuego.

A una mujer de origen húngaro la muerte la sorprendió apenas tres horas después de aterrizar en el aeropuerto de Alicante acompañada por su asesino. El hombre, de 49 años y de la misma nacionalidad, acabó con su vida en un apartamento en la urbanización Pueblo Bravo de Rojales al parecer como consecuencia de una paliza. Después, llamó a un amigo para confesarle el crimen y éste se lo comunicó a las autoridades. No se ha podido determinar la identidad de la pareja, aunque sí se sabe que estaban en la localidad levantina de vacaciones.

En ocasiones, los casos de personas desaparecidas acaban con el peor final imaginable. Es el caso de Nelea, una joven de 26 años de origen moldavo a la que se le perdió la vista en Vinarós el 7 de marzo. Su cuerpo fue localizado por la Guardia Civil el pasado 7 de abril enterrado a gran profundidad en un descampado de la localidad de Ulldecona (Tarragona) tras la confesión de su novio, de 22 años. En medio de una violenta discusión, el joven la mató y posteriormente la descuartizó. Después, tuvo la sangre fría de vender su móvil de gama alta a un amigo.

Un individuo sueco de 45 años, fue detenidopor matar a su pareja, María V., de 42 y la misma nacionalidad, en el municipio grancanario de Puerto Rico. El cadáver fue encontrado en su apartamento, donde vivían desde hace varios años, después de que el detenido llamase a emergencias. El cuerpo presentaba golpes.

Los autores de los crímenes de violencia machista pertenecen a todas las clases sociales. Incluso algunos de ellos han jurado proteger a los demás. Como el policía nacional, de 38 años, que acabó de seis disparos con la vida de su pareja, con la que mantenía una turbulenta relación con constantes peleas, en Olot (Girona). El cuerpo sin vida de la mujer, de 44 años, fue hallado por su hija, de 24 años y fruto de una relación anterior. Su asesino trató de suicidarse de un tiro en la sien.

Ayuda. Es lo único que pedía un niño de 5 años porque su padre estaba maltratando a su madre. Cuando los policías llegaron a la cueva situada e en la localidad de Adeje donde tuvo lugar el doble crimen era ya demasiado tarde. Sólo pudieron constatar la muerte a golpes de la mujer de nacionalidad alemana y su otro hijo, de tan sólo 10 años. El padre trabajaba en la isla canaria y su familia había venido de vacaciones para estar con él.

Juana Ureña, cocinera de 47 años, llevaba varios días muerta cuando su cuerpo fue encontrado por la Policía Nacional en su piso de Parla cosido a puñaladas. La mujer había regresado con su ex novio, con el que ya había tenido problemas. De hecho, pesaban sobre él dos órdenes de alejamiento, una de Juana y otra de una pareja anterior. Se cree que el presunto homicida, de origen marroquí y con un amplio historial delictivo, huyó a su país natal. Al parecer, Juana ya había sido víctima de malos tratos con una pareja anterior.

Lourdes Mantilla, ecuatoriana de 42 años, apareció tendida en su cama, desnuda y con una rosa en el pecho. Alguien la había asfixiado. Sus amigas la echaron en falta cuando no acudió a trabajar y alertaron a la Guardia Civil, que la localizó muerta en su vivienda. Su novio, Marco Vinicio, fue detenido poco después en el aeropuerto cuando pensaba regresar a Ecuador, de donde él también es originario.

La hija de Lilium, colombiana de 38 años, no sabía nada de su madre y se preocupó. Tanto que acudió a su casa y, con ayuda de un vecino, echó la puerta abajo. Allí encontraron dos cadáveres: el de Liliuim, con un disparo en la cabeza y el de su pareja, que, al parecer se había quitado la vida con la misma arma.

Juan Antonio, de 53 años, mató con una escopeta a su mujer, Piedad, de 50, y después se suicidó también de un disparo. Los cadáveres fueron encontrados por uno de sus hijos en el domicilio familiar. Al parecer, la mujer, tenía esquizofrenia, lo que pudo ser el detonante del crimen.

Cuando Manuela B. B. apareció muerta en su casa el 3 de junio, al principio se pensó que era una muerte natural. Pero no. Había fallecido unas dos semanas antes de forma violenta, al parecer, por asfixia. Tenía 61 años. Su pareja, de 41 años, fue detenido como presunto autor días después. Ella le había denunciado un mes antes por maltrato.

Beatriz Arroyo, de 29 años, mantenía una relación desde hacía cuatro años con un hombre de 48. De repente, dejó de contestar al teléfono y de asistir al trabajo y su madre se preocupó y acudió a la Policía. Acudieron a la vivienda de Beatriz y tocaron el timbre: nadie abría. Entonces, con la ayuda de los Bomberos echaron la puerta abajo y cuando estaban entrando en la casa la pareja de Beatriz saltó por el balcón y falleció. Dentro estaba ella, cosida a puñaladas.

Dana Leonte, rumana de 31 años, desapareció en junio y no se supo de ella durante más de tres meses. Su novio, Sergio, fue detenido en septiembre y un mes más tarde confesó que la había matado. La víctima tenñia una hija de 10 meses con el agresor.

El cuerpo de Ana Lucía da Silva, brasileña de 49 años y madre de cinco hijos, fue hallado junto al de su pareja, Salvador Ramírez, cuando los bomberos acudieron a su casa por un aviso de incendio. Los efectivos vieron cosas extrañas, que no cuadraban, por lo que empezó a investigarse como un homicidio. Salvador estaba en libertad condicional tras ser condenado a 17 años de prisión por matar a su esposa, Amanda del Carmen Cabeza, en 2002.

Mónica Borrás desapareció en agosto del año pasado. Jaume Badiella, un hombre de 54 años que había sido su pareja confesó el crimen después de que los Mossos encontrasen el cadáver de una mujer en la vivienda que los dos compartían. En junio, el hombre, al ver desenterrar el cuerpo, se vino abajo y admitió que se trataba de Mónica.

A Piedad Cruz, de 42 años, la asesinó su marido, Juan Rosales a martillazos. Después, escapó en coche con sus dos hijos, de seis y diez años, hasta Madrid, desde donde llamó a la Policía para confesar el crimen.

Monika Asenova, de 29 años, murió acuchillada por su pareja, con el que tenía dos hijas y que ya no vivía con ella desde hacía más de un mes. El día del crimen ella se había acercado a la casa de su ex a recoger algunas cosas. Fue entonces cuando el hombre la apuñaló y ella se precipitó por una ventana. «Mi marido me ha clavado el cuchillo y me ha tirado», pudo decir la víctima antes de morir. El presunto asesino se entregó a la Guardia Civil.

María Asunción Pérez Ibarra, de 47 años y madre de dos hijos, murió apuñalada en el garaje de su vivienda cuando se disponía a ir al trabajo. Había iniciado los trámites para separarse de su pareja pocos días antes y su ex la esperó para matarla. Al parecer, el presunto asesino había confesado delante de varios testigos que había matado a su mujer.

La última víctima incluida en las listas oficiales -ahora, a finales de año- es una mujer de 39 años que desapareció en enero, pero cuyo cadáver fue encontrado el 15 de julio en una vivienda de Almería. Tenía cuatro hijos menores de edad y no existían denuncias previas por violencia de género. Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía informaron de que el detenido fue puesto a disposición del juzgado de guardia porque ya había unas diligencias abiertas en un juzgado de instrucción normal al aparecer el cuerpo. Al principio no se sabía que podía ser un caso de violencia de género.

Juan Román, de 54 años, militar jubilado, fue a la vivienda que compartía con su mujer, María Elena Peinado, de 47 años, con la que se había casado hacía poco más de un año. La encontró junto a su hermana en la terraza y la disparó con un rifle. Después, abandonó la escena del crimen y se pegó un tiro.

Desde el principio de su relación, Mariano se dedicó a maltratar a Susana Cortés, que padecía diabetes y falleció el 18 de junio tras sufrir una hipoglucemia grave a los 42 años. Pero no fue una muerte natural: falleció mientras su pareja se limitaba a grabarlo con el móvil. De hecho, fue el material hallado en su teléfono lo que le delató. Así, en septiembre el hombre entró en la cárcel por los delitos de omisión del deber de socorro, malos tratos y homicidio.

María Carmen Vázquez, de 47 años, fue hallada muerta en su casa con cuchilladas en el cuello. Se estaba separando de Manuel Vázquez, de 50 años, sobre el que pesaba una orden de alejamiento. Tras matarla, él se ahorcó.

El cadáver de Rita Riet Jeannine Say, belga de 57 años, presentaba una puñalada en el tórax cuando fue encontrado en una vivienda de Cape. Junto a ella estaba su pareja sentimental, un hombre de 61 años y de su misma nacionalidad, con graves heridas. Fue la hija de Rita, fruto de una relación anterior, quien se topó con la terrible escena.

Eva, de 47 años, era muy conocida en Terrasa porque era médico en un centro de atención primaria. Su marido, un abogado de unos 50 años, la asesesinó en su casa y se entregó a la Policía. Tenían dos hijos.

Agentes de la Guardia Civil iban a casa de María Jesús 'Maruchi' Rodríguez, de 52 años, para informarla de la muerte de su marido en un accidente de tráfico cuando hallaron su cuerpo sin vida. Tenía varias heridas por arma blanca, lo mismo que su esposo, que se había empotrado contra un árbol con el coche.

Josefa Santos, de 55 años y conocida como Pepi, fue asesinada por su marido, Rafael Velázquez, que la disparó con una escopeta. La espiral de violencia no acabó ahí: también tiroteó a su hijo, de 29 años, al que hirió de gravedad. Posteriormente, se suicidó. Una hija de la pareja les encontró a los tres al llegar a casa.

Nicole Olaechea, de 21 años, murió a golpes el día de su cumpleaños. La joven, que tenía un hijo pequeño con su agresor, Alexander, de 22 años, ya le había denunciado anteriormente en su país, Perú. Cuando ella era menor de edad, su familia denunció que el chico la había retenido dos días en una casa, la había violado y la había tirado desde un segundo piso. Ella nunca declaró contra él.

Cirujana de 48 años y madre de un niño, María Pilar fue asesinada a golpes y a cuchilladas en su casa, en el distrito madrileño de Tetuán. Su pareja había enviado fotos del cadáver a un amigo a quien pidió ayuda para deshacerse del cuerpo. Ella nunca quiso denunciarle aunque en una ocasión la propia policía vio como él la agredía en plena calle.

Dolores L. R., de 74 años, fue asesinada en su casa por 18 de agosto en Jaén por su pareja, un año mayor que ella. Estaban en trámites de separación. «La tenía que haber matado, la tenía que haber matado», es la frase que repetía cuando los agentes lo descubrieron dentro de la vivienda donde estaba la víctima. La mujer murió, al parecer, golpeada en la cabeza con una barra de hierro. Una hija de la pareja realizó el macabro hallazgo.

Sandra Boquete Jamardo, de 39 años, a su madre y a su hermana fueron asesinadas a tiros en la aldea de Carracido, en Cordeiro, una parroquia de Pontevedra. El exmarido de Sandra, José Luis Abet, las tiroteó a las tres delante de sus propios hijos, de cuatro y siete años, cuando los pequeños estaban a punto de salir hacia el colegio. Les dejó allí, con los cadáveres, y se marchó hasta el domicilio donde vivía, a varios kilómetros. Desde allí llamó a la Guardia Civil para confesar.

Un hombre ecuatoriano de 42 años fue detenido en Madrid tras matar a cuchilladas a su pareja, una mujer paraguaya de 31 años, delante de sus dos hijas de 10 y 8 años. Sobre él pesaba una orden de alejamiento de la víctima. Los hechos ocurrieron en el portal de su casa en el distrito de Ciudad Lineal. Una de las pequeñas tuvo que llamar a los servicios de emergencia para alertar del crimen.

Ikka Hoffmann, alemana y 59 años, fue asesinada por su novio español, Celestino, en la Colonia de Sant Jordi, a unos 50 kilómetros de Palma. Varios vecinos, que se encontraban en un piso vacacional, oyeron gritos y al asomarse a la calle vieron a un hombre con lo que parecía ser un cuchillo. Fue entonces cuando alertaron a la Guardia Civil. «Lo siento, lo siento», repetía Celestino en el momento en que fue detenido. No constaban denuncias previas por violencia de género.

Ángeles, una mujer de 49 años fue asesinada a puñaladas en Las Palmas de Gran Canaria cuando se encontraba trabajando como empleada del hogar de un domicilio de la calle Cebrián, en el barrio de Arenales. Poco después, el presunto agresor -que usó dos cuchillos- y expareja de la víctima suicidó. Hasta pocos meses antes de la agresión, ambos habían vivido juntos.

Silvia Contreras, esteticista de 40 años, fue asesinada a tiros por su marido, de 43 años, en la casa que que ambos compartían. Tenía cinco disparos en el rostro. El hombre, Jorge, se suicidó después volándose la tapa de los sesos. Un hijo de la pareja, mayor de edad, halló los cuerpos por la mañana. No existían denuncias previas.

Evelyn, una mujer de 25 años, fue asesinada presuntamente por su excónyuge, de nacionalidad ecuatoriana, que fue detenido. Los mossos intervinieron tras recibir un aviso sobre la una del mediodía que alertaba de que una mujer se encontraba muerta en su domicilio de un barrio obrero de Vic. Al parecer, según relató Evelyn a sus amigas, se estaban separando, aunque aún compartían piso. Él no no llevaba bien y la seguía a todas partes cuando ella salía.

Helena Veslos, una enfermera rusa de 44 años, fue degollada por su exnovio, Roman Chernov, de 54, en su vivienda en Dénia y en presencia de su hija, de 11 años, fruto de una relación anterior. Fueron los gritos desesperados de la niña los que despertaron a los vecinos en la madrugada.

Samira, de 41 años, fue asesinada por su pareja la noche del 31 de octubre en un huerto de la localidad barcelonesa de Castellbisbal. El presunto autor, de 52 años, se personó en la comisaría de la policía local del pueblo, donde al parecer confesó el crimen. El cuerpo de la mujer fue hallado en su residencia, una construcción en la finca donde fue asesinada. No había denuncias previas, aunque su entorno cercano manifestó que había sufrido malos tratos durante años.

Una mujer de 26 años ha sido asesinada esta mañana en el sur de Tenerife, en el municipio de Grandailla de Abona. El presunto asesino, de 29 años, ya ha sido puesto a disposición judicial, según adelanta TVE. Ya son ocho las mujeres que han muerto a manos de sus parejas en Canarias. Los hechos se produjeron entre las 4 y las 5 de la madrugada, pero no se tienen, de momento, más datos acerca de lo ocurrido.