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nacho gonzález ucelay
Domingo, 1 de octubre 2017, 11:11
La fuga de empresas de Cataluña, que ha visto irse a casi 8.000 sociedades en diez años, ha fortalecido el tejido económico del resto de comunidades autónomas, entre ellas Cantabria, donde en esta última década han arraigado un total de 55 compañías para dejar un saldo neto positivo de 31 toda vez descontadas de la relación las otras 24 que en este tiempo partieron de aquí para instalarse allí. Incesante, la hemorragia industrial de la autonomía más rica de España se ha dejado sentir muy especialmente en los últimos cinco años, lustro en el que han arribado a la región 32 de esas empresas.
Según los datos que ha recopilado la agencia consultora Axesor, entre enero de 2008 y agosto de 2017, un total de 7.956 compañías trasladaron su sede social de la comunidad autónoma catalana a otras provincias españolas como consecuencia, fundamentalmente, del progresivo aumento de la presión fiscal, del recrudecimiento del desafío secesionista o de las decisiones estratégicas de sus directivos.
Considerando que en ese tiempo sólo 5.332 apostaron por crecer allí, podría decirse que, en esta década, el parque empresarial catalán ha perdido la friolera de 2.624 sociedades mientras Madrid, ha ganado 3.753, 1.501 de ellas llegadas de Cataluña, y Cantabria 124, 31 venidas de la comunidad catalana.
Esa deslocalización empresarial que se viene produciendo en Cataluña ha provocado, obviamente, un importante impacto económico en el resto de las autonomías españolas que la consultora resume con números ciertamente reveladores: La cifra de negocio trasladada fuera de esa comunidad autónoma entre los meses de enero y agosto de 2017 ascendió a 412,6 millones de euros. La del año 2016 sobrepasó los 1.300. Es decir, que en solo veinte meses, ha perdido 1.700.
Una parte de ese dinero se ha venido a Cantabria de la mano de aquellas 55 compañías que en algún momento de estos últimos diez años decidieron buscar lejos de Cataluña un hogar más estable y próspero para sus negocios que aquel.
Cinco en 2008, cuatro en 2009, siete en 2010, dos en 2011, cinco en 2012... Hasta un total de 23 sociedades salidas de la comunidad catalana se instalaron en la región durante el primer lustro. Luego, en el segundo, llegaron ya todas las demás. Siete en 2013, doce en 2014, cuatro en 2015, seis en 2016 y tres en 2017: Stela Magnética S.L. y Aran Consulting S.L., las dos desde Barcelona, y Carlos Galiano Arquitectura S.L.P., ésta desde Lérida.
Subido en este escenario, el presidente de CEOE-Cepyme Cantabria, Lorenzo Vidal de la Peña, cree que «este es el resultado obtenido sin haber planificado nada al respecto» y se pregunta qué es lo que pasaría «si supiéramos aprovechar las oportunidades que se nos presentan». Y, a su juicio, el desafío secesionista lo es. «Es una buena oportunidad para Cantabria de acoger a empresas que quieren salir de Cataluña», sostiene Vidal de la Peña, que entiende que los empresarios necesitan «una estabilidad» que la comunidad autónoma catalana no les ofrece ahora mismo.
El presidente de la patronal, que lamenta que aquí, en Cantabria, «no haya ninguna voluntad de planificar la estrategia a seguir ante las oportunidades que se presentan en un mundo cambiante como este», destaca por otro lado las excelentes relaciones comerciales entre cántabros y catalanes.
«Cataluña venden más a Cantabria, que tiene 500.000 habitantes, que a todos los Estados Unidos, que rebasa de largo los 300 millones», subraya Vidal de la Peña, que revisa los datos de que dispone y añade: «En el año 2014, Cataluña vendió a Cantabria 2.024 millones de euros y a todos los Estados Unidos 1.775». Por lo que respecta a las compras, «el principal proveedor de Cantabria es Cataluña (un 23,1%), por delante de País Vasco (18,7%) y Castilla y León (16,5%)», aclara el presidente de CEOE-Cepyme.
Igualmente consciente del delicado momento por el que traviesa Cataluña, de sus futuras secuelas, y de los números comerciales que atan a ambas comunidades, el presidente de la Cámara de Comercio, Modesto Piñeiro, cree que el desafío independentista está interviniendo («aunque desconozco hasta qué punto», puntualiza) en la fuga de las empresas afincadas en aquella autonomía.
«Es indudable que el proceso secesionista está influyendo en esa deslocalización empresarial y que, probablemente, algunas de esas compañías estén pensando en la posibilidad de afincarse en Cantabria», donde, recuerda Piñeiro, «el puerto de Santander puede ser para ellas un gran atractivo».
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