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Ainhoa De las Heras
Sábado, 5 de diciembre 2020, 09:38
Cuando los vecinos le preguntaban por el paradero de Roberto, tras su extraña desaparición el 24 de julio, S.H.M. ofrecía versiones diferentes. «A algunos les decía que se había ido de viaje o de vacaciones a Castro y que no había vuelto. ... Y a otros les contaba que estaba en casa con neumonía que no salía. Esta versión no nos cuadraba porque si estaba enfermo, no era normal que tuviera las ventanas abiertas de par en par», compartían este viernes en un corrillo varios vecinos del Grupo Mendia de Barakaldo. Y es que el extraño caso de las piernas seccionadas y encontradas en un monte de Barakaldo empieza a aclararse. La Ertzaintza detuvo ayer a la compañera sentimental del hombre desaparecido el pasado verano en Barakaldo y a la expareja de ella. Los investigadores trabajan con la hipótesis de que las extremidades amputadas encontradas en el monte Rontegi pertenecen a Roberto Colina, el hombre de 62 años cuyo rastro se perdió el pasado 24 de julio. Aún no se ha completado la prueba de ADN, pero la Policía autonómica cuenta con una identificación visual de los restos mortales realizada por familiares gracias a signos como lunares o tatuajes.
Los vecinos no salían este viernes de su asombro. Conocían a víctima y detenida de pasear a los perros por el barrio. La mujer alegaba que ella no había podido presentar denuncia por la desaparición de su compañero sentimental «porque no estaban casados y que le había dicho al hermano que lo hiciera». A algunos residentes les sorprendió verla «reír» el mismo día en que se hallaron las piernas, pero confiesan: «Yo no la veo capaz».
La sospechosa, S.H.M., fue arrestada en el piso de alquiler que compartía con la víctima en el Grupo Mendia de Barakaldo, muy cerca de donde se hallaron los restos mortales. Su ex, identificado como V.M.M.S., con múltiples antecedentes por distintos delitos y que hasta agosto de 2015 estuvo ingresado en la cárcel de El Dueso, en Santoña, casualmente la misma en la que permanece en prisión provisional Carmen Merino, acusada del descuartizamiento de su pareja sentimental, Jesús María Baranda, de 67 años, en el 'crimen de la cabeza' de Castro.
El sospechoso fue detenido en el hostal del Casco Viejo de Bilbao donde se alojaba. Ambos arrestos se practicaron a primera hora de la mañana de ayer por agentes del área de delitos contra las personas de la Sección Central de Investigación. La relación entre los dos detenidos también había sido algo tormentosa, ya que tenían abierto un expediente por violencia de género.
A las nueve de la mañana, la detenida fue conducida a la vivienda, donde se realizó un exhaustivo registro por parte de especialistas de la Policía Científica en busca de posibles evidencias del crimen. En la diligencia, que se prolongó casi siete horas, hasta las cuatro de la tarde, estuvo presente la secretaria judicial. A la salida, la mujer, cabizbaja y acompañada por una ertzaina, cubrió su cabeza con un choto y sus manos esposadas.
Este viernes quedó suspendido el rastreo en la zona donde los perros pastores belgas Malinois de la Unidad Canina de la Ertzaintza localizaron las dos piernas seccionadas. Todo el monte fue peinado de forma concienzuda en los días anteriores sin que se hallaran más restos mortales. ¿Dónde están las otras partes del cadáver y dónde se produjeron el crimen y el descuartizamiento? Estas son algunas de las principales incógnitas que tratan de averiguar ahora los investigadores. Por el momento, se desconoce el grado de autoría que se le imputa a la mujer. El hombre ha sido acusado de los delitos de estafa y colaboración en homicidio. Según fuentes cercanas al caso, la mujer había intentado cobrar la ayuda social que recibía el desaparecido.
Según un vecino de un portal contiguo, en julio, la mujer se había traído a la vivienda del Grupo Mendia a su ex compañero sentimental y padre de algunos de sus cuatro hijos. «Metieron al tío en casa, estaban los tres. No hacían más que discutir. Se oían gritos continuamente». Al desaparecer la víctima, «también se marchó el expresidiario y no se le volvió a ver por aquí».
Roberto y la detenida llevaban años juntos, pero habían roto y volvieron a juntarse a principios de este año. «Ella regresó en enero o febrero porque él estaba mal, le habían operado». La mujer se mudó desde Bilbao hasta Barakaldo, donde había vivido desde pequeña, con sus hijos menores. «El más pequeño apenas tiene 8 o diez años», dicen los vecinos. Él estaba separado de su primera mujer y tenía dos hijos, ya mayores. La pareja tenía también dos perros, un border colie y una de caza. «A uno de ellos le tenían siempre llorando en el balcón».
Tras el hallazgo de las piernas amputadas, el pasado jueves, 26 de noviembre, la mujer siguió saliendo a pasear a los perros y a las compras con su hijo menor. El último día que se la vio por el barrio fue el pasado miércoles.
Ante el gran interés mediático despertado por el caso, la sospechosa realizó unas declaraciones ante una cámara de televisión, aunque sin mostrar su cara. «Ya le decía yo que no fuera con malas compañías», espetó en referencia a una de las hipótesis, el ajuste de cuentas por deudas de drogas, que se barajaban para explicar la desaparición.
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