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Ander Azpiroz
Madrid
Martes, 24 de diciembre 2024, 00:01
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No podía ser de otra forma. Felipe VI inició y cerró su tradicional discurso de Nochebuena -el undécimo desde que asumió la Jefatura del Estado- con un recuerdo a las más de 200 víctimas mortales y cerca de 800.000 afectados que dejó tras de sí la Dana del pasado 29 de octubre en la provincia de Valencia. Ante la magnitud de la catástrofe, llamó a no olvidar nunca a los fallecidos que tanto dolor y tristeza han dejado en sus familias. Ni tampoco a aquellas miles de personas que vieron cómo sus pueblos, casas, lugares de trabajo o escuelas quedaron reducidos a escombros o desaparecieron.
Aún con todo el pesar causado, el Rey destacó un aspecto positivo que debe honrar a la ciudadanía. Este es el ejemplo que dieron quienes abrieron sus casas para acoger a los más vulnerables o de los vecinos, voluntarios, equipos de Protección Civil, bomberos, miembros de las Fuerzas Armadas, ONG's o empresas que colaboraron palas y cepillos en mano para paliar los efectos de las riadas. Se trata, resumió el Monarca, de «la solidaridad en estado más puro», una fórmula que se puede extrapolar a muchos otros aspectos de la vida pública y privada, añadió.
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«Por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo», afirmó Felipe VI antes de señalar que tanto él como la reina Letizia han podido constatar y valorar el Estado de derecho a lo largo de esta década de reinado.
Un año más el jefe del Estado puso en valor el espíritu de la Constitución. Lo hizo sin dejar de reconocer el avance que suponen actualizaciones en su texto, como la aprobada este año del artículo 49 referida a las personas con discapacidad y que en un hecho casi insólito a lo largo de esta legislatura fue apoyada por todas las fuerzas políticas con representación en el Congreso salvo Vox. Fue en este punto en el que el Rey se detuvo para pedir que se aplique también en el Parlamento la misma solidaridad mostrada con los afectados por la Dana para defender «la voluntad común». «Es necesario -subrayó- que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad». Más aún, añadió a renglón seguido, que no se puede permitir que «la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía». Sus palabras suponen, siempre dentro de las muy limitadas competencias que le concede la Carta Magna al Rey, todo un tirón de orejas de Felipe VI a los principales líderes políticos.
El Monarca puso ejemplos concretos en los que el diálogo y el consenso entre las fuerzas parlamentarias deben servir para remediar problemas acuciantes para la sociedad española y cuya solución no admite demora a causa de debates partidistas. En primer lugar se refirió a la gestión de la inmigración irregular, en la que PSOE y PP se muestran incapaces para alcanzar un acuerdo que permita atender a las decenas de miles de personas que han arribado a suelo español a lo largo de 2024. Felipe VI defendió el esfuerzo de «integración, el respeto de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo». También el «reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece». Todo ello sin olvidar la lucha contra las mafias que trafican con personas. «La manera en que seamos capaces de abordar la inmigración dirá mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia», dijo para concluir este apartado de su alocución.
Respecto al problema de acceso a la vivienda en condiciones asumibles, incidió en un nuevo llamamiento a los políticos, a los que trasladó que resulta crucial que «los actores implicados» reflexionen y se escuchen unos a otros para que el diálogo conduzca a soluciones. «Realmente podemos hacerlo», zanjó.
Por último, Felipe VI llamó a cuidar a la juventud, la misma que «emprende» pese a las dificultades que ello representa y que está a la vanguardia de la ciencia española. También «la que con más empeño exige avances en materia de igualdad» y la que «nos ha llenado de orgullo acudiendo en masa para dar lo mejor de sí en las calles de los pueblos afectados por la Dana».
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