Feijóo confía en poder pescar en el río revuelto de la crisis del Gobierno con Junts

Desde este viernes, los populares, como el resto de los actores de la política española, afrontan el 'impasse' que ha abierto Puigdemont en sus relaciones con los socialistas dejando en suspenso «las negociaciones sectoriales» y negándose a sentarse ahora para transaccionar los Presupuestos, mientras la legislatura queda al albur de la reunión de urgencia en Suiza y, cuando menos y a tenor de la exigencia de los secesionistas, de que Sánchez trague con la tramitación de la cuestión de confianza. En ese río revuelto, los de Feijóo confían en pescar en lo que está en su mano: la erosión paulatina de Sánchez y su gabinete, a quienes seguirán presionando, una semana más, con las causas que afectan, en lo personal, a la mujer y el hermano del presidente; en lo partidario, al PSOE con el 'caso Aldama-Ábalos-Koldo'; y en lo institucional, con la imputación del fiscal general del Estado.

La cúpula del PP, que cerró 2024 recetándose calma ante la constatación de que, al menos por ahora, no cuenta con incentivos suficientes para que Junts secunde una moción de censura contra Sánchez y de que, incluso, el meneo de ese avispero puede acabar en un enredo contraproducente para sus intereses, descartó hace semanas dar ese paso si es para perderlo pese a las prisas de Vox y se acomoda en lo que el equipo de Feijóo denomina «una espera activa». Esto es, embridar «la ansiedad» y perseverar en aquello –con la denuncia constante de las causas judiciales en el frontispicio– que contribuya a un desgaste del Gobierno que los populares creen tan imparable para dar por hecho que Sánchez está «en la prórroga», dure lo que dure la legislatura.

El enésimo órdago de Junts, revestido esta vez con el aviso de Puigdemont de que «el riesgo de ruptura es real», lleva a Feijóo y los suyos a felicitarse, en primer término, de que «se agudiza la crisis» del Gobierno y su «precariedad parlamentaria». Y a renglón seguido, de la evidencia de que, con las negociaciones en suspenso por parte de Junts, Sánchez se ha quedado sin la opción, siempre abierta hasta ahora, de buscar la transacción con los secesionistas hasta el último minuto y sin opción de sacar adelante sus iniciativas, por tanto, si no es con el apoyo del PP.

La semana pasada, y pese a su cada vez más profundas discrepancias con el Ejecutivo –la última, el relevo precipitado ayer al frente de Telefónica–, Feijóo anticipó su apoyo, pese a no compartir el cómo se ha hecho, a la última reforma de las pensiones que se votará este miércoles en pleno extraordinario en el Congreso. Los populares tumbarán un segundo, el del impuesto a las energéticas, ilustrando que existe una mayoría alternativa en asuntos socioeconómicos con Junts y el PNV. Y el tercero, el ómnibus que incluye medidas tan dispares como la subida anual de las pensiones, la gratuidad del transporte o la concesión a los peneuvistas    de la propiedad del palacete en el corazón de París incautado en su día por los nazis, depende de lo que decida el principal partido de la oposición. Con su decantación por fijar y muy crítico con el gesto hacia el nacionalismo vasco.