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Pedro Sánchez aceptó este martes «con ilusión» el encargo del Rey para acudir como candidato al segundo intento de investidura de la presente legislatura. Una vez fracasada la tentativa de Alberto Núñez Feijóo, el líder del PSOE no tiene aún atados los votos suficientes en ... el Congreso para ser reelegido presidente, pero mantiene intacta su aspiración de formar una coalición «progresista» con Sumar. Para conseguirlo, deberá primero solventar la cuestión catalana, el precio que van a suponer los votos de los diputados de Junts y Esquerra. En una comparecencia en Moncloa posterior a su reunión con Felipe VI en la Zarzuela –a diferencia de Feijóo, que compareció en la Cámara baja cuando fue designado candidato–, Sánchez siguió evitando pronunciar la palabra amnistía, pero apuntó claramente hacia ella al decir que «hacer política implica generosidad» para superar el procés. Al mismo tiempo, rechazó de forma contundente la posibilidad de celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Es evidente que la amnistía se ha convertido en una palabra tabú en la Moncloa, todo pese a que Sánchez empieza a abonar el terreno para su aprobación y ya asume explícitamente que cualquier acuerdo que se alcance en la negociación –prometió «transparencia»– tendrá que ser refrendado por las Cortes y, además, el Tribunal Constitucional» habrá de pronunciarse sobre el mismo. Es decir, una cronología de la sucesión de hechos que se espera: una ley de borrado del 'procés' que tendrá que aprobar el Congreso por mayoría absoluta; y que el PP recurrirá al Constitucional, que deberá dictaminar sobre ella.
Y si le faltó claridad sobre la amnistía, Sánchez fue directo en su negación del referéndum. «Lo he dicho siempre. Y no solo porque no lo contempla la Constitución, sino porque es contrario a lo que he defendido siempre con mi palabra y con mi acción», zanjó el presidente en funciones al ser preguntado si convocará elecciones en el caso de que Junts y Esquerra mantengan la autodeterminación como condición para su investidura. La palabra del presidente es cuestionada por el PP ante otros virajes que ha protagonizado; el último ejemplo, la propia amnistía.
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Cristina Cándido
La cuenta atrás comenzó el viernes pasado y cualquier acuerdo alcanzado en este sentido deberá dilucidarse necesariamente antes del 27 de noviembre, cuando vence el plazo para convocar automáticamente otras elecciones. Los socialistas aspiraban a celebrar la nueva sesión de investidura a finales de octubre, antes de la jura de la Constitución, el 31 de octubre, de la princesa Leonor, pero las negociaciones se han convertido en un trabajo de orfebrería política y ya admiten en público que será un «proceso muy complejo» que, además, «depende de otros». La presidenta del Congreso, Francina Armengol, trasladó, tras recibir la decisión del Rey, que se marcará en el calendario «en el momento en que la situación esté lo suficientemente madura». Armengol sí fechó de inmediato tras hablar con Feijóo la sesión de investidura del líder del PP.
De forma oficial, y aunque ya se han producido acercamientos desde el verano, Sánchez iniciará hoy en la Cámara baja una ronda de contactos con representantes de todos los grupos con representación parlamentaria. Su primera reunión la mantendrá con la vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, que el lunes avisaba de que las posturas entre ambos partidos «están muy lejos». Un extremo que admiten en Moncloa.
Sánchez inicia este miércoles en el Congreso una ronda de reuniones con todos los partidos que comenzará con Sumar y se excluirá a Vox.
El Gobierno empezó este martes a descartar la idea de la investidura a finales de octubre y acerca la fecha al límite del 27 de noviembre.
El líder de los socialistas prepara el terreno para la ley de amnistía apelando a la «generosidad».
Esta ronda sufrirá un parón el jueves y el viernes, cuando Sánchez viaje a Granada a la reunión informal de jefes de Estado de la UE, y proseguirá previsiblemente el lunes con el resto de formaciones a excepción de Vox, a la que el presidente en funciones ha vetado. Con Feijóo, en cambio, sí espera reunirse, pero no le pedirá su apoyo ni llamará «al transfuguismo» a los diputados de su partido. Sí reiterará su exigencia a los populares de un pacto para la renovación del CGPJ y «que el insulto se marche de la vida política».
El presidente en funciones también descartó verse con Carles Puigdemont. Evitará la polémica foto –que ya se tomó Díaz en Bruselas a principios de septiembre– citando en la ronda a los portavoces parlamentarios, que en el caso de Junts es Míriam Nogueras. Sánchez espera conseguir no solo un acuerdo para la investidura, sino un pacto que le facilite la gobernabilidad en una legislatura de cuatro años. En el caso de ser investido, la primera norma de relevancia de su nuevo Gobierno pasará por la aprobación de los Presupuestos para 2024, que Sánchez confía en tener a principios de enero y para la que necesitará a todo el soberanismo. En Moncloa reconocen que tienen que «cuidar más» al PNV, al que elevan al rango de partido de Estado.
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