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El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y su pareja la portavoz parlamentaria de este partido, Irene Montero, han justificado la compra de un chalé en Galapagar (Madrid) en la necesidad de buscar «algo de intimidad» para sus hijos, dos gemelos que nacerán ... en otoño. En un comunicado conjunto, revelan que han suscrito una hipoteteca de 540.000 euros «a medias» para hacer frente al pago de la casa unifamiliar , lo que les supone un letra de 1.600 euros al mes durante 30 años. Un gasto, dicen, que se pueden permitir gracias a sus sueldos, correspondientes a tres salarios mínimos, tal y como marca el código ético de su formación (el resto, lo donan a Podemos o a causas sociales).
La pareja ha dado estas explicaciones a través del perfil de Pablo Iglesias en Facebook, para salir al paso de la enorme polémica suscitada al hacerse público que han comprado una casa en el citado municipio de la sierra madrileña , una vivienda unifamiliar de 268 metros cuadrados construidos en una parcela de más de 2.000 m2 con piscina, amplio jardín y casa de invitados, y que les ha supuesto un desembolso de 660.000 euros.
En la publicación, Iglesias y Montero, conscientes de que su decisión de entrar en política implicaba que cada aspecto de su vida esté sometido «al escrutinio público», explican que han pedido «a medias» una hipoteca de 540.000 euros a 30 años, que pagarán al mes algo más de 800 euros cada uno y de que después de firmarla el pasado 9 de mayo entregaron una nueva declaración de bienes en el Congreso.
La entrada de la hipoteca y las reformas las han costeado con una parte de sus ahorros, según explica el comunicado, y con ayuda de sus familias. «Irene ha necesitado para ello pedir un préstamo a su padre, que ha trabajado toda su vida como mozo de mudanza y su madre es profesora de educación infantil», También señalan que los padres de Pablo «han ganado más. Su padre es inspector de trabajo (jubilado) y su madre abogada laboralista (jubilada). Tenían buen sueldo, sobre todo su padre, y le dejarán una herencia que nos ayudará».
Iglesias recuerda que, además de su sueldo de diputado, presenta dos programas televisivos (Fort Apache y Otra Vuelta de Tuerka) y recibe derechos de autor por los libros que ha escrito, todo ello declarado en el portal de transparencia de Podemos y al Congreso, que ha autorizado sus actividades.
«Sabemos que muchas familias españolas, incluso con dos sueldos, no pueden permitirse una hipoteca así, y por eso entendemos que es tan importante defender salarios dignos para todos y todas», afirman tras admitir que sus sueldos les han permitido «emprender ese proyecto». «Basta ver los precios de la vivienda en Madrid para saber que elegir un sitio para construir un hogar no es una tarea sencilla para la mayoría de españoles y españolas, y por eso también decidimos buscar más cerca del campo».
Iglesias y Montero defienden su derecho de poder cuidar a sus hijos «con algo de intimidad», lo que creen que pueden conseguir en Galapagar, donde además -dicen- viven muchos de sus amigos. «Para nosotros es difícil no llamar la atención desde el momento en que pisamos la calle y nos gustaría que nuestros hijos puedan vivir su infancia de la forma más normal posible», continúan.
En el comunicado salen al paso también de las críticas que hace seis años lanzó Iglesias al entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, por comprarse un ático de 600.000 euros.
«Ambos pagaremos en 30 años, algo más de la mitad de esa cantidad cada uno. Y lo pagaremos para comprar una casa en la que vivir, no con la que especular. Y en todo caso siempre hemos afirmado que a los ministros y a cualquier cargo público hay que criticarles por sus políticas o eventualmente por su corrupción, no por gastarse su dinero en lo que quieran mientras lo hagan de forma honrada», subrayan.
En cualquier caso, sostienen que los cargos públicos deberían tener sueldos más ajustados y, por ello, en Podemos tienen establecido que deben cobrar tres salarios mínimos.
Por último, critican que se invada su intimidad con la publicación de fotos de su casa, o incluso de sus visitas al hospital cuando acuden a las revisiones ginecológicas, algo que «no se hace con otros representantes públicos».
«Asumimos que con nosotros funcionan reglas diferentes que con los demás. Sabemos por qué es. También por eso queremos vivir más cerca del campo. Sabemos que nos criticarán hagamos lo que hagamos. Nosotros seguiremos haciendo nuestro trabajo lo mejor que sabemos y construyendo un proyecto de vida que nos hace felices», concluyen.
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