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melchor sáiz pardo
Miércoles, 14 de marzo 2018, 09:04
Las declaraciones de Ana Julia Quezada no cambiaron ni un ápice las principales hipótesis de trabajo de la Guardia Civil. «Celos o simple venganza. O las dos cosas al mismo tiempo». Los expertos de la Unidad Central de Operativa de la Guardia Civil ... siguen sin contemplar otros móviles en el crimen del pequeño Gabriel, según revelaron fuentes de la investigación tras escuchar la 'confesión' de la asesina. Los funcionarios hablan de asesinato premeditado y no de un homicidio más o menos accidental y se han conjurado para probarlo ante un tribunal.
Los agentes de la UCO sospechan que la presunta asesina quería deshacerse hace tiempo del crío, con el que mantenía una relación cada vez más tensa, porque, a su juicio, le obstaculizaba en su relación con el padre del menor, Ángel Cruz. La otra tesis es que el asesinato del niño fuera una suerte de venganza por el rechazo que mostraba hacia ella, a pesar de que Quezada se empeñaba en que le considerara como su «madrastra» (término que en Sudamérica no tiene las connotaciones negativas que tiene en España) y que siempre le llamaba «mi niño». Al menos en público.
Ese mismo afán de venganza se extendería a la madre, Patricia Ramírez, con la que la asesina mantenía una relación tensa desde hacía semanas. Los investigadores sostienen que sentía evidentes celos por la excelente relación que mantenía con su exmarido.
treta
En algunos medios se ha especulado con la posibilidad de que Quezada quisiera volver a su país y que el niño sería un obstáculo para que en ese viaje sin retorno próximo le acompañara Ángel Cruz. Sin embargo, esa tesis -afirman los investigadores- no se sostiene por dos razones. La primera es que Ángel Cruz y la asesina habían comenzado a reformar la casa de la finca de Rodalquilar para trasladarse a vivir allí de forma inminente y ya habían invertido una considerable cantidad para las obras. La segunda es que Quezada, aunque volvía con cierta asiduidad a República Dominicana, no parece la persona que regresaría a sus humildes orígenes tras más de dos décadas en España, subrayan los operativos.
planes de futuro
El móvil económico tampoco aparece entre las hipótesis de los investigadores tras la captura de Ana Julia. La detenida presionó a la familia en varias ocasiones para ofrecer 10.000 (y hasta 30.000 euros) de recompensa para quien facilitara una información fiable sobre el paradero del niño. Pero los agentes creen que esas presiones no eran más que una treta para «emborronar» la investigación y provocar una avalancha de pistas falsas. Además, la familia Cruz Ramírez no tiene unos ingresos como para hacer frente a un rescate.
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