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El cuarto proceso de revisión interna de los liderazgos de los socios de investidura de Pedro Sánchez, el del PNV, no culminará con una ratificación en la cúpula como sí ha ocurrido con Junts y Esquerra, que han refrendado a los dos generales del 'procés' – ... Carles Puigdemont y Oriol Junqueras–, y en EH Bildu, con un Arnaldo Otegi que seguirá pilotando el tránsito de la izquierda abertzale hacia la homologación política e institucional plena tras la desaparición de ETA. El inesperado y sobrevenido pulso entre el presidente de los peneuvistas en los últimos 12 años, Andoni Ortuzar, que se había puesto «a disposición» de la militancia para un cuarto mandato tras apurar al límite el plazo para decantar su posición, y el portavoz del partido en el Congreso, Aitor Esteban, se saldó ayer con la abrupta renuncia del primero a seguir en la carrera electoral, lo que habría abocado a un choque fratricida en la segunda y decisiva vuelta a punto de comenzar. Pero mientras el impacto de la crisis en la primera fuerza de Euskadi es notorio, ni el PSOE ni el PP creen que vaya a inducir una onda expansiva sobre la legislatura española.
En sendas cartas a la afiliación divulgadas a través de las redes sociales, tanto Ortuzar –al tirar la toalla– como Esteban –al recoger el guante de los apoyos que ha ido consechando en las consultas en los batzokis, las sedes sociales del PNV– apelaron a preservar «la unidad» de su centenaria sigla como un bien superior con el que los nacionalistas viven obsesionados desde la escisión de los 80. Pero la inopinada disensión intestina entre dos dirigentes que eran uña y carne hasta ahora, procedentes ambos de la poderosa organización vizcaína, y que tuvo ya un precedente en noviembre de 2023 con el turbulento relevo de Iñigo Urkullu como candidato a lehendakari por Imanol Pradales ha abierto una herida sangrante en un partido lastimado en su hegemonía por el empuje en las urnas de EH Bildu.
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Olatz Barriuso
Este es el cuadro, el del primer partido vasco erosionado en su cohesión interna y en la entereza de sus liderazgos, que deberá gobernar Esteban una vez su elección se consume en la asamblea general que los peneuvistas celebrarán en San Sebastián el 29 y 30 de marzo. Cómo vaya a suturarse el desgarro y qué garantías ofrecerá la cicatriz es un desafío por despejar, como lo están las consecuencias que esta crisis de partido pueda tener en el ecosistema político vasco, aun cuando la mayoría absoluta del Gobierno PNV-PSE lo blinde ante la zozobra de su socio mayor. Pero lo que descartan tanto el PSOE del presidente Sánchez como el PP de Alberto Núñez Feijóo es que el recambio de Ortuzar por Esteban, cuya pugna no parte de discrepancias ideológicas o de estrategia, vaya a variar la posición de los nacionalistas con respecto al devenir de la legislatura.
«Las relaciones son buenas y creemos que así seguirán», confían fuentes de la dirección socialista, que dan por hecho que «el PNV en su conjunto tiene clara su relación con el Gobierno». El Ejecutivo tiene motivos para sentir que camina sobre terreno asentado con los peneuvistas, que, al margen de coincidencias puntuales con el PP en asuntos nucleares para ellos como la democratización de Venezuela o la supresión del impuesto especial a las energéticas, se han demostrado desde la legislatura pasada como los aliados más fiables de Sánchez junto a EH Bildu; de hecho, la competición en Madrid se ha añadido, por primera vez, a los nutrientes del duelo histórico entre las dos familias del abertzalismo vasco. Y el Ejecutivo de Pradales pende de su alianza con los socialistas.
Es ese pacto, atado nuevamente tras las autonómicas de abril en las que el PNV se impuso en votos por los pelos a una EH Bildu que le empató a 27 escaños, el que terminó de persuadir a Feijóo de no colocar en Sabin Etxea los huevos de sus expectativas de desalojar a Sánchez. Los populares coinciden con el PSOE en su conclusión sobre la crisis nacionalista, pero por motivos opuestos. «Con el que estaba echaron a Rajoy y cerraron la puerta a Feijóo. No echaremos de menos lo que ya no tenemos», ironizan en Génova sobre el apoyo decisivo de los de Ortuzar a la moción de censura de 2018 que aupó al actual presidente y su 'no' en 2023 a investir al líder gallego.
Los populares subrayan que el PNV han dejado de ser «la bisagra» de antaño, aun cuando algunas fuentes enfaticen que los nacionalistas priorizan sus intereses, cambiantes según las circunstancias; pero admitiendo, también, que la deteriorada relación entre Génova y Sabin Etxea puede ir «a peor» con un Aitor Esteban muy combativo frente al PP estos años y, en especial, tras la acre disputa a por el palacete de París. El protagonismo «en el escaparate» del Congreso ha jugado a favor de las opciones internas del portavoz, constata un cargo del PNV, quien alerta de un efecto colateral: «Al no haber agenda vasca, gana la española. Y con ello, gana Bildu».
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