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No es la justicia, es la derecha. Ese es el mensaje que de una manera u otra recorría el viernes las salas del recinto ferial de Sevilla en el que el PSOE celebra este fin de semana su 41º congreso federal. Con los ecos de ... la declaración del dimitido líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, aún resonando y la confirmación por La Sexta de que el empresario Víctor de Aldama estuvo efectivamente en Ferraz la noche electoral de 2019 caldeando el ambiente, los pesos pesados del partido se esforzaron en articular un discurso defensivo.
No fue de su proyecto para España de lo que habló la vicesecretaria general del partido y número dos del Gobierno, María Jesús Montero, en la comparecencia pública con la que extraoficialmente abrió el cónclave (la inauguración oficial no tendrá lugar hasta este sábado a las 10:30 horas), sino del «golpismo» en el que, según llegó a argumentar, se ha instalado el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. «Discurso golpista porque exige que este partido lo que tiene que hacer es echar a Pedro Sánchez, elegido por los hombres y mujeres que formamos parte de esta organización», arguyó.
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Melchor Sáiz-Pardo / Mateo Balín
Hace tiempo que los socialistas presentan las causas judiciales que afectan de una u otra manera al Gobierno o al entorno del presidente como una manifestación más de una derecha que no acepta su derrota política. El propio Sánchez recurrió a esa argumentación cuando el pasado abril el juez Juan Carlos Peinado abrió diligencias contra su esposa, Begoña Gómez, pero la bola ha ido creciendo. «Esto parece un golpe de Estado»; «Siempre que hay un hecho relevante para el PSOE, hay un auto», se escuchaba este viernes con insistencia.
Que hasta la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, utilizara su intervención ante un foro titulado 'Adelantando por el derecho a una vivienda digna' para presentar al partido como víctima de lo que el secretario de Organización, Santos Cerdán -señalado a su vez por el empresario del 'caso Koldo', Víctor de Aldama, como receptor de una mordida de 15.000 euros- había calificado horas antes como un «ataque vil», es sintomático del clima en el que se ha acabado llegando a este congreso, un cónclave con el que el Gobierno pretendía recuperar la iniciativa. Como sintomático resulta que la militancia vaya a arropar hoy a los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán tras su exculpación por el Constitucional en el fraude de los ERE.
Montero aseguró, tras la testifical de Lobato, que en el partido están «muy tranquilos», «Todo lo que trasladamos es correcto», dijo. En privado, sin embargo, no se descarta la imputación de la jefa de gabinete del hoy ministro Óscar López, Pilar Sánchez Acera, quien envió por Whatsapp al dimitido -antes de que hubiera aparecido íntegramente en los medios- el correo en el que el abogado del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, solicitó a la Fiscalía un pacto de conformidad en el que reconocía haber cometido fraude fiscal. Pero si eso ocurre, la idea de que hay 'lawfare' ya estará extendida entre los afines. «Lo que estamos viviendo hoy en nuestro partido, la agresión a nuestro secretario general, es por el hecho de ser socialista», proclamó la ministra Rodríguez.
Únicamente el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, abiertamente distanciado de la dirección del partido, se atrevió a cuestionar la estrategia, aunque no lo hizo en el propio congreso sino aún en su tierra, en Consuegra (Toledo). Allí advirtió contra la idea de hacer de este cónclave un mero acto de «resistencia» o «entronización» de Sánchez. «Un congreso que no es de futuro, que solo es de resistencia, puede ofrecer la imagen de búnker y eso no creo que sea ni útil para el PSOE ni útil para la sociedad española», objetó.
Este sábado está previsto que se apruebe el ideario político de los socialistas para los próximos cuatro años y que Sánchez, que el viernes ni siquiera estaba todavía presente en el cónclave, concrete su nueva ejecutiva. Pero ni en la ponencia -en la que el polémico asunto de la financiación singular para Cataluña queda tan descafeinado que ni ERC, el partido que obligo al Gobierno a aceptarla, lo reconocería-, ni en la dirección se esperan grandes sorpresas. Habrá algunas incorporaciones, pero se da por sentado que el núcleo duro del partido, con Montero y Cerdán en puestos clave, se mantendrá intacto. Más aún después de las acusaciones de De Aldama. «Me van a permitir que no hable de mí, pero el partido -corroboró la vicepresidenta- tiene un excelente secretario de Organización».
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