Revancha, castigo explosión e incertidumbre
Las elecciones generales producen vuelcos notables en Cantabria y dejan en el aire la gobernabilidad de España
Jesús Serrera
Santander
Lunes, 11 de noviembre 2019, 08:19
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Jesús Serrera
Santander
Lunes, 11 de noviembre 2019, 08:19
V
ota, por favor', clamaban desde izquierda en las redes sociales ayer tarde cuando faltaban menos de dos horas para el cierre de los colegios electorales. También algunos socialistas cántabros se apuntaban a la súplica de última hora, premonitoria de una derrota sin paliativos. Menos votos ... que en su triunfo histórico de abril, menos respaldo que la media nacional del PSOE, un diputado y dos senadores menos que entonces, los que gana el PP en su revancha balsámica después del descalabro primaveral. El PP compensó el avance de Vox con el hundimiento de Ciudadanos, ganó con más votos que en abril y volvió a superar la media nacional del partido en cinco puntos. Un respiro.
El PRC todavía acariciaba en la jornada de reflexión la posibilidad del segundo diputado y un senador. Ganar al PP era complicado, pero hubiese celebrado sumar más votos que el PSOE, su aliado/enemigo en el Gobierno regional, al que en abril seguramente prestó algunos miles de votos, ahora recuperados. El regionalismo refrenda su poderío con un importante crecimiento y el éxito de su discurso reivindicativo al Estado, muy meritorio en medio del debate político monopolizado por el conflicto de Cataluña.
Lo de Vox era verdad, no sólo ruido, también muchos votos, como se temían los interventores de todos los partidos rivales desde el mediodía de la jornada electoral. Un escaño muy holgado en Cantabria y un tercer puesto con mucha autoridad en el nuevo escalafón de la política española. Sobre Ciudadanos no había muchas dudas, su derrumbe era una certeza en toda España. Como la intrascendencia de Unidas Podemos en Cantabria. La apuesta del audaz Pedro Sánchez ha resultado fallida, pero todavía puede maniobrar para buscar alguna 'fórmula Frankenstein', inestable y peligrosa, antes que explorar un acuerdo constitucional con el PP. Sánchez se lleva un revolcón y Rivera arruina su crédito, para ambos el justo castigo por no haber alcanzado tras el 28-A el pacto que España necesitaba para enfrentar la crisis catalana y la incertidumbre económica, sin concesiones a la izquierda radical y el independentismo ni dar alas a la ultraderecha. El riesgo de otras elecciones sigue vigente.
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