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Apenas 24 horas después de asegurar que el PP «no haría el canelo» y que utilizaría el castellano en el pleno para el debate de la reforma del Reglamento del Congreso para el uso de las lenguas cooficiales, saltó la sorpresa. Borja Sémper, vicesecretario de ... Cultura y Sociedad Abierta del PP, defendió la postura de su partido alternando desde la tribuna frases en euskera –que él mismo tradujo posteriormente– y en castellano. La decisión, que no fue espontánea dado que Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra estaban al corriente de que lo haría provocó la marcha de la bancada de Vox del hemiciclo por segunda vez, desatando la risa en el salón de plenos y el aplauso del portavoz de ERC, Gabriel Rufián.
El diputado del PP, nacido en Guipúzcoa, recordó que durante demasiadas décadas la dictadura franquista cercenó la libertad para expresarse como cada uno quería. «Y durante demasiados años, en una tierra como es el País Vasco, una banda terrorista asesinaba a quien piensa diferente. Yo no quiero que nadie se levante y se vaya, quiero que debatan, todos», reaccionó el diputado popular al desplante de la formación de Abascal.
En su intervención, que inauguró el turno de los grupos posicionados en contra de la propuesta de reforma, insistió en la «ilegalidad» de aplicar una reforma del Reglamento del Congreso que «aún no se ha aprobado». Ninguno de los diputados del PP utilizó los pinganillos durante el pleno –tampoco los de Vox–, por lo que los parlamentarios populares no pudieron entender en tiempo real las palabras de Sémper en la lengua cooficial.
Sémper, que subrayó que en su casa vive rodeado de euskera porque sus hijos lo hablan y lo leen, justificó su intervención para defender «la naturalidad de la convivencia de las distintas lenguas cooficiales» y desmantelar su uso en los plenos del Congreso. Así, con su alocución «mínimamente bilingüe» quiso reflejar lo que ya se podía hacer en el Congreso y aseguró que no va a aceptar «lecciones de nadie sobre el respeto y promoción de las lenguas oficiales españolas», igual que no acepta «su patrimonialización interesada» y «excluyente».
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El principal foco de sus críticas fue para el PSOE por cambiar de opinión también en este asunto y achacándolo al «pago político» que los socialistas tienen que efectuar a los independentistas para investir a Pedro Sánchez.
«Usan nuestro patrimonio lingüístico como moneda de cambio político de una manera torticera y manoseándolo y, por si fuera poco está en evidente conflicto con el sentido común político», destacó el diputado vasco. A preguntas de los periodistas al término de la sesión, Sémper insistió en que su grupo no hará uso de los pinganillos en las sesiones y tampoco en el debate de investidura que tendrá lugar la próxima semana Feijóo.
Pese a su voto en contra de reformar el Reglamento junto a PPy UPN, la estampida de Vox no hizo sino escenificar, una vez más, la frágil unidad del bloque de derechas en la Cámara baja. «Me ha sorprendido que se llame canelo a sí mismo, porque precisamente el lunes dijo que el uso de las lenguas regionales en esta Cámara sería como hacer el canelo y que ellos no iban a hacerlo», indicó el líder de Vox, Santiago Abascal, a la salida del pleno.
Un estupor compartido por Aitor Esteban, portavoz del PNV, y que acabó en rifirrafe: «Es sorprendente porque después de todo lo que habían dicho usan el euskera en la cámara para defender que no hay que usar el euskera», dijo a la salida del Congreso. La cuestión sobre «hacer el canelo» no terminó ahí. Esteban y el político vasco del PP continuaron la disputa en la red social X. «No entiende usted nada, ni en euskera ni castellano», zanjó Sémper.
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