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RAMÓN MUÑIZ
Asturias
Martes, 1 de junio 2021, 12:21
Un charco de sangre sobre el asfalto de la CN-8 identifica el punto exacto en el que el domingo y tras más de 30 años de convivencia pacífica un oso agredió a una mujer en Asturias. La víctima es Carmen S., de Cangas ... del Narcea, 75 años, fuerte. Nacida en el mismo pueblo, de niña la pasó guardando ovejas y yendo a la escuela cuando iba; casó con un minero que la hizo viuda hace años. «Es dura, activa, se pasa el día cuidando la huerta, charlando con los vecinos, dándose sus paseos», describen sus familiares.
El que repite tras la cena es el que acabó mal. Va hacia Sorrodiles y vuelve, apoyada en su vara. En total son tres kilómetros aprovechando que hay luz y buena temperatura. Su yerno, José Rodríguez, la dejó adelantarse, sabedor de que con su zancada la alcanzaría. Eran las 21.30 horas y en una recta entre avellanos ocurrió. Oso y mujer se encontraron de frente y lo que pasó por la cabeza del animal nadie lo sabe, pero todos hacen sus cálculos. Los técnicos del Principado y de la Fundación Oso Pardo entienden que el plantígrado seguía su propia ruta, una que le obligaba a cruzar la carretera, y que quizás por la penumbra no se percató de la cercanía de Carmen. Entienden que lo que le movió fue el susto. Lo cierto es que se alzó sobre sus cuartos traseros y propinó un zarpazo en la cara de la canguesa, que cayó derribada al firme.
El ejemplar siguió su camino. Carmen S. pidió auxilio y trató de levantarse, pero el cuerpo no se lo permitió. «Le rompió el tabique, le saltó la dentadura, una muela, le desgarró el lado izquierdo de la cara y le rompió la cadera. Tiene los ojos como mapas», detalla el yerno, aún impresionado. «Era una bicho enorme, podía haberla matado con que la garra hubiera ido unos centímetros más abajo, al cuello», lamenta.
Operación prevista hoy
Lo que siguió es un carrusel de ambulancia, agentes, familiares inquietos y miedo. «Llevábamos tiempo viendo que cada vez había más osos y eran más atrevidos, que cualquier día podía pasar, y ha pasado», admite un sanitario del Hospital Carmen y Severo Ochoa, donde pusieron puntos en el rostro de la víctima y le calman el dolor a la espera de poder ser operada hoy de la cadera.
El golpe se lo llevó ella y también lo siente Marcelino Frade. Hace unas semanas difundió un vídeo mostrando cómo un oso llegó a su casa y, tras toparse al perro, emprendía la huida. «Yo no tenía miedo, pero viendo lo que pasó... Esto ya no ye como antes», relata. «Incluso las vacas cuando las recojo vienen con miedo de quedar». Inés Suárez, hermana de la víctima, confirma que «ahora andan por todos los sitios, se meten por los pueblos». Nació en Sonande y recuerda que plantígrados «siempre los hubo, pero antes desaparecían al ver a una persona, ahora no le tienen miedo a nada».
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En Sonande el ataque ha despertado una desconfianza que va más allá del oso. «Habría que hacer como antes, cuando se los ahuyentaba con petardos y piedras, pero ahora parece que son ellos más importantes que las personas», clama Suárez. «Ya se ha metido en los pueblos y va a costar echarle. Además, para pagar las ayudas cuando atacan al ganado y los frutales siempre dan muchas, muchas vueltas», dice Rodríguez. «Tienes que poner ahí que cobertura en el teléfono tenemos según dónde y que internet no llega y así no hay quien venga aquí», aprovecha Vicente Rodríguez.
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