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Estado en el que quedó el autobús escolar español accidentado en Lille (Francia).
"Nos despertamos de golpe y había mucha sangre y gritos"

"Nos despertamos de golpe y había mucha sangre y gritos"

Los jovenes vascos que viajaban en el autobús accidentado ayer al norte de Francia describen los momentos de angustia vividos. Seis pasajeros continúan en estado grave a causa del siniestro del autocar empotrado en un túnel

JESÚS J. HERNÁNDEZ

Lunes, 27 de julio 2015, 10:36

Los jóvenes que viajaban en el autobús siniestrado en Lille despertaron ayer de su peor pesadilla. Un autocar que transportaba cerca de 60 estudiantes vascos de Bilbao a Amsterdam, la mayoría procedentes de la capital vizcaína, sufrió ayer domingo de madrugada un grave accidente cerca de la localidad de Lille, al norte de Francia. El accidente se produjo a las 05.29 horas, cuando el transporte quedó empotrado contra un túnel del Grand Boulevard de la periferia de Lille, a la altura del municipio de La Madeleine.

Un total de 34 jóvenes resultaron heridos a causa del siniestro, seis de ellos permanecen hospitalizados en estado grave, aunque no se teme por su vida, y otros siete con heridas leves a consecuencia del fuerte impacto, según el último parte médico del hospital de Lille. El vehículo en el que viajaban, de la compañía Alba de Bermeo, transportaba a un grupo de jóvenes de Bilbao, San Sebastián y Vitoria con edades comprendidas entre 17 y 29 años. Los 44 pasajeros que no están hospitalizados llegarán este lunes al aeropuerto de Loiu a las 15:20 horas. El Gobierno Vasco ha agradecido en un comunicado a las autoridades francesas, al embajador de Francia, al cónsul general de Francia en Bilbao y al cónsul español en Lille la ayuda prestada tras el accidente.

El viceconsejero de Salud, Guillermo Viñerga, y el director de Asistencia Sanitaria del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza), Antonio Arraiza, viajan este lunes a Lille para visitar a los 18 jóvenes que siguen hospitalizados en la ciudad francesa, según informa elcorreo.com.

La mayoría llevaba los asientos reclinados y casi todos estaban dormidos en el momento del impacto. "Eran exactamente las 05.29 horas", señala Iskander con la certeza de los momentos que le cambian a uno la vida. Ayer comenzaba a hacer memoria de lo que habían pasado para La Voix du Nord a las puertas del polideportivo Romarin de La Madeleine.

Mucha suerte

"Tuvimos mucha suerte", admitía sin reparos junto a otro de los viajeros, su amigo Erlantz, que ya había tranquilizado a los familiares que le llamaban aterrados desde Euskadi tras conocer la noticia por televisión. Los dos viajaban en la parte delantera del vehículo, la menos afectada por la colisión. De hecho, los dos heridos más graves se encontraban en las últimas filas.

En esa zona del autocar, la fina línea que traza el azar puede resultar decisoria. Uno de los pasajeros de esas últimas plazas recordaba ayer cómo se despertó por el "gran ruido" y que inmediatamente notó un peso "que se me venía encima". Era parte del techo que salía despedido hacia la parte de atrás y comenzaba a enrollarse en la cola del autobús.

"Olía muy fuerte a quemado y se escuchaban ruidos como eléctricos", describía. Lo primero que hizo fue "comprobar que los cuatro de la cuadrilla estábamos bien". Todos ellos respiraron aliviados al ver que sólo tenían unos rasguños y algunos golpes. A su alrededor había jóvenes con "heridas grandes en la cara", de las que durante la tarde todavía les estaban tratando con anestesia. Al incorporarse en el asiento, él se quedó helado al ver que "tenía una gran barra de hierro a tres centímetros de mi cabeza. He bajado temblando todavía del autobús". Otro de los viajeros reflejaba el dramatismo de aquellos primeros instantes: "Nos hemos despertado de golpe con un susto enorme y había mucha sangre y gritos".

Los testimonios recogidos in situ por ETB reflejaron la misma escena. "Estaba dormida y lo he pasado fatal. No sabía si habíamos volcado, ni dónde estábamos. Había barrotes y escombros por todas partes y muchos cristales. Todavía tengo algunos clavados. Lo hemos pasado muy mal, muy mal", relataba Anet. Otro de los pasajeros se salvó por muy poco. "Ha pasado todo el techo por encima de nuestras cabezas y al final teníamos el puente a unos cinco centímetros de nosotros". Todavía con el miedo en el cuerpo, constaba que "esto no se nos va a olvidar nunca". Jon vio a su lado "gente con la cara abierta, sangrando mucho". Lo primero que hizo al bajar del vehículo fue llamar a su casa. "Les despiertas a las cinco y pico de la mañana y les cuentas algo así... les he dejado en shock".

François Ducrocq, el médico psiquiatra del hospital de Lille encargado de atenderles, señaló que fue "un golpe extremadamente violento" y advirtió que los jóvenes se han enfrentado a "una escena de caos, casi apocalíptica".

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