

Secciones
Servicios
Destacamos
El pacto del PSOE y Junts para delegar a la Generalitat de Cataluña las competencias en inmigración ha encendido el debate en un contexto en el que la llegada y la acogida de extranjeros –en especial los que lo hacen en situación irregular– está siendo cuestionada, también como reclamo electoral, por la extrema derecha española de Vox y la independentista de Aliança Catalana. Voces socialistas como la de Emiliano García-Page, Podemos y otras fuerzas de la izquierda sostienen que el acuerdo con los de Carles Puigdemont está permeado de «racismo».
El cómo abordar la inmigración siempre ha estado latente, pero tuvo mayores picos de interés en el pasado, cuando el radicalismo de derechas ni siquiera tenía representación parlamentaria. Vox irrumpió en la Cámara catalana en 2021 con 11 escaños y Aliança Catalana en 2024, con dos. Plataforma per Catalunya estuvo a punto de conseguir representación en 2010. Josep Anglada fue el primer político catalán que introdujo hace dos décadas la cuestión de la inmigración asociada a la inseguridad en una campaña electoral. Con el tiempo le han seguido otros. Como Xavier García Albiol, alcalde del PP en Badalona por mayoría absoluta.
Cataluña es hoy un «país multicultural», define Andreu Domingo, subdirector del centro de estudios demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Las estadísticas oficiales del Idescat (el INE catalán) sitúan la cifra de ciudadanos de origen extranjero en 1,44 millones con datos de 2024. Domingo señala, no obstante, que en una población catalana que supera ya los ocho millones de habitantes, casi dos han nacido fuera de España. Un informe del centro de estudios demográficos resume de esta forma un siglo de Cataluña: «Si en los años 40, con un 20% de personas nacidas fuera, se pensaba en Cataluña como «tierra de paso» y en los 70 como «tierra de acogida», actualmente solo se puede entender como «tierra de inmigrados». Hasta el punto de que Domingo, doctor en sociología y experto en demografía, cifra en el 73% la población catalana que es producto directo o indirecto de la migración. De la arribada desde más allá de la frontera y de la que llegó del resto de España.
En 1950, Cataluña tenía apenas tres millones de ciudadanos. Hoy hay cinco millones más. Entre 1950 y 2024, se han producido cuatro grandes oleadas migratorias. Las dos primeras, en la segunda mitad del siglo XX, cuando cientos de miles de andaluces, extremeños y castellanos buscaron un futuro mejor, sobre todo en Barcelona. Las otras dos son ya de este siglo: de 2000 a 2007 y de 2014 a la actualidad, con la llegada de personas de origen latinoamericano (lo que más), europeo, africano o asiático.
Si Cataluña tenía en 2000 poco menos de 200.000 ciudadanos de origen foráneo (el 3% de la población), esa cifra se acerca en estos momentos a los dos millones, el 23% del total, cuantifica Domingo. Y constata que en la generación 'millennial' (los nacidos entre 1981 y 1996), el porcentaje de extranjeros se eleva al 40%. Hay zonas donde el porcentaje se dispara incluso más. En el barrio del Raval de Barcelona, junto a la zona más turística, el 80% de esos 'millennials' es de origen internacional. Cataluña es la comunidad que más inmigrantes ha recibido estos años. Y en este siglo XXI, España es, tras EE UU, el país que registró la mayor entrada de migrantes. No en pateras o cayucos, sino en avión, a través de visados de turistas.
Oriol Bartomeus es profesor de ciencias políticas también en la UAB y director del instituto de ciencias políticas y sociales (ICPS) que elabora un barómetro anual, referencia en Cataluña. Asegura que el aumento en la población de origen foráneo no se traduce en un aumento de la opinión negativa sobre la inmigración en las encuestas. A su juicio, es la aparición de la inmigración como tema del debate público lo que provoca que empeoren los datos de percepción social. Según el barómetro del ICPS, en 2023 el 44% de la población catalana estaba a favor de limitar la entrada de migrantes. En 2024, el porcentaje subió 10 puntos. Pero en 1993 era del 65%.
Para Bartomeus, este empeoramiento en un año se explica por la respuesta del electorado de Aliança Catalana (100% partidarios de acotar la entrada) y del de Junts (que pasa del 48% al 67%). El impacto de la migración en la opinión pública fue mayor a principios de siglo. Según los sondeos del CEO (el CIS catalán), entre 2004 y 2008 la inmigración fue lo que más preocupaba a los catalanes (coincidió con la crisis de los cayucos). A finales de 2024 figuraba en séptima posición entre las inquietudes ciudadanas. La primera es la vivienda. Antes fue el paro y más tarde el 'procés'.
Domingo cree que el migratorio es un fenómeno que no puede obviarse en el debate público, pero alerta contra un proceso general de «lepenización»: votantes antes de la izquierda aceptan ahora los postulados de la extrema derecha; y cree que Junts, en concreto, se está apuntando al «oportunismo» político en este terreno para «competir con Aliança Catalana», algo con lo que coincide Bartomeus. De ahí que los de Puigdemont centren tanto el debate en la inmigración, porque Sílvia Orriols «le está comiendo el terreno», remata.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Mada Martínez | Santander
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.