Rafael Fuentevilla | Jugador de bolos

Adiós al campeón de la amistad

Su carácter afable y bonachón le caracterizó, no ya solo durante su larga carrera deportiva, sino a lo largo de toda su existencia. Rafa encarnaba todos los valores que debe reunir un buen deportista. El jugador que convirtió a sus rivales en amigos, algo que está al alcance de muy pocos.

Ocho campeonatos de Liga de Primera, una Liga Nacional, ocho Copas de Cantabria, cinco Campeonatos de España de peñas, una Copa FEB, cuatro Campeonatos de España por parejas, seis Campeonatos Regionales por parejas, dos Campeonatos de España individuales y seis veces convocado para formar parte de la selección nacional de bolo palma. Este es su envidiable palmarés.

Tanto por equipos como por parejas, jugó al lado de los más grandes: Tete, Linares, Arenal, Calixto, Ingelmo, Miguel… Formó parte de las cuadrillas campeonas de la Bolística, Helguera, Rotella y Roper, que contaban sus partidos por victorias.

La familia bolística, de Cantabria y de otros lugares, celebró como en pocas ocasiones el Campeonato de España que consiguió en Potes, en una disputada final con Linares. Daba la impresión de que todos deseaban el triunfo de Rafa. Incluso fue recibido en audiencia por el Rey Juan Carlos, un privilegio del que no disfrutaron otros campeones de España.

Lo mismo ocurrió, tres años después, en el corro con cientos de espectadores en las gradas instalado en el antiguo recinto de los Campos de Sport de El Sardinero, sede de la primera edición de la Semana Bolística Nacional. Allí Rafa, en la final del Campeonato de España, derribó más bolos que su amigo Ingelmo, en un partido que se jugó bajo la amenaza de la lluvia una calurosa tarde de agosto de 1988. Fue la primera y única vez que los bolos estuvieron pintados de verde, tarea que realizó El Belga. Otra singularidad que sumar a la trayectoria de Fuentevilla.

Rafa fue, además, un gran estratega en el juego. Sus últimos años como jugador, en Asturias al frente de una cuadrilla muy joven, hizo que los de Pancar pusieran siempre en apuros a los grandes equipos del momento. Era, además, un buen maestro. No le importaba compartir sus conocimientos y sus tácticas con los más jóvenes. No era raro, en cualquier bolera, ver a Rafa rodeado de jóvenes jugadores. Mosquera, Pinta, Alfonso, Salmón, Haya… Todos buscaron su consejo.

Como empleado de Solvay, Rafa no era diferente. Compañeros y jefes que acabaron siendo amigos, como ocurría por allí donde iba. Siempre buen humor, una buena palabra... Entre sus citas ineludibles, hasta el final de sus días, la tertulia del Rincón de la Coral o sus escapadas sabatinas, a cualquier rincón de la provincia, con José Mari Pernía, su fiel escudero, su amigo con mayúsculas.

Se nos ha ido un deportista ejemplar, el jugador que tenía más amigos en los corros y fuera de ellos, porque Rafa ha sido, además de campeón de España y de Cantabria, el campeón de la amistad. Descanse en paz y reciban nuestras condolencias su familia y su legión de amigos.