Adiós a Joaquín Ibáñez, un hombre recio y honrado

Vengo de enterrar a Joaquín Ibáñez en Puente Viesgo, que murió ayer en Torrelavega, a los 91 años. Ya no hablaré más con mi amigo de nuestros estudios de Bachillerato en el Colegio de los Salesianos de Santander, ni del Colegio Mayor Santa María de ... Europa, en Madrid, donde preparaba el ingreso en la Escuela de Arquitectura, a la vez que su hermano Emilio (que se casó más tarde con la galerista Carmen Carrión). Allí nos encontramos, de nuevo, y convivimos con la juventud estudiosa de Rodolfo Martín Villa, de Juan José Rosón y de otros ilustres de nuestro tiempo. De vuelta a sus lares, se casó en Torrelavega con María del Carmen Díaz Bustamante, con quien tuvo tres hijas, Ana, Carmen y Paula, y un hijo, Joaquín, muerto en la flor de la edad. Enviudó y continuó enamorado de su bella mujer hasta ayer. Se dedicó a la construcción, oficio que aprendió de su tío Aurelio, un grande de dicha actividad que dejó memoria en la reconstrucción de Santander, tras el incendio de 1941; y fue autor de la espléndida restauración que luce la iglesia parroquial de Puente Viesgo, donde fue bautizado. De su vida sencilla y callada deja, Joaquín, una estela cordial de hombre recio y honrado, que nació en Puente Viesgo y mantuvo, día a día, bien regadas sus raíces, al tiempo que seguía vivo y querido en su pueblo natal el nombre de Curro, que le dieron sus paisanos. Descanse en paz, Joaquín Ibañez, hombre de bien, de aquellos montañeses cuya palabra valía más que una escritura.