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Enrique Hervás
Domingo, 18 de junio 2023, 02:00
De profesión maestro, ejerció en numerosos lugares: Maliaño, Laredo, cuenca minera asturiana, Selaya, Muriedas y finalmente Cayón. Es tras su regreso de Asturias cuando decidió afiliarse al partido socialista y formar un equipo cuyos integrantes compartían mismos valores e ilusión.
Tras militar en el partido ... unos años, ganó su primera legislatura en 1991. Su forma inusual de implicarse en los trabajos hizo que se ganase el respeto de los vecinos y es justamente esto lo que provocó que obtuviese su segunda legislatura por mayoría absoluta. Durante su etapa al frente del municipio ejerció su posición de manera altruista y por vocación, sin percibir por ello salario alguno durante todos esos años. Era una función que compaginaba con su profesión de maestro donde enseñaba matemáticas y educación física. Hervás focalizó su misión como alcalde en un claro objetivo: llevar agua a todos los vecinos y lo consiguió. Este servicio que hoy vemos como algo normal, entonces faltaba en muchos hogares. Emilio lo logró gracias a su esfuerzo personal y mediante un sistema muy precario: cavaba a mano las zanjas en el monte con ayuda de una cuadrilla de 15 a 20 vecinos que voluntariamente se unían para trabajar en este ambicioso proyecto. Era frecuente verle por el monte acompañado de su amigo ingeniero de Caminos, buscando de dónde sacar agua y cómo canalizarla. Su carácter activo fue lo que hizo que no desistiera a pesar de las dificultades y el bajo presupuesto que había para este fin, por eso él mismo iba con azada y picachón al hombro para abrir zanjas en el monte.
Quienes trabajaron con él en el Ayuntamiento destacan que fue una persona cercana, accesible, de lealtad incondicional y buen líder.
Después de concluir este periodo, canalizó su energía en rehabilitar la casa de sus abuelos. Es aquí donde aprendió y perfeccionó sus habilidades como albañil y electricista. Fue también el inicio de su pasión por cultivar la huerta y a plantar y podar árboles. Habilidades que puso a disposición de quienes lo necesitasen, siendo él quien las ofrecía en primer lugar. Al igual que anteriormente, lo hacía sin pedir nada a cambio, su recompensa era ver que hacía algo apreciado por los demás.
En su última etapa, una enfermedad lo limitó, pero dio una lección de superación tras aceptar sus nuevas circunstancias. Se convirtió en una persona que disfrutaba cada pequeño detalle con una ilusión digna de envidia. Mostraba muchísimo afecto, robaba sonrisas y alegraba el momento.
Despedimos a esta rara avis, cuyas cualidades son inusuales en este tiempo y acaso en cualquier otro.
Enrique Hervás Zubizarreta es hijo de Emilio Hervás Barquín.
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