Un agente servidor del pueblo dentro y fuera de su profesión

Ambos llegaron a Santillana en el año 1972. Se habían conocido en Salamanca, de donde procede ella. Telesforo se despidió de su Badajoz natal y terminaron en un punto ajeno para ambos. Algunas veces pensaron en la posibilidad de regresar, pero como sus raíces estaban en distintos puntos, permanecieron en la histórica villa que, después de tantos años, llegaron a sentir como propia. Si bien, al principio, les chocó el tiempo, frío en comparación con aquello a lo que estaban acostumbrados, después se integraron tan bien y se sintieron tan queridos que no se lo volvieron a plantear.

También porque sus dos hijos nacieron y se criaron aquí. Uno de ellos, bautizado con el mismo nombre de su padre, sigue la estela de su progenitor y desempeña el mismo trabajo que Telesforo padre estuvo desarrollando durante 32 años. Después de jubilarse, optó por una vida sencilla, con un huerto y gallinas como afición, con la que se le pasaban las horas volando.

Para los vecinos, servidor del pueblo, para los que compartieron con él trabajo, buen compañero y amigo, y para sus allegados, muy cariñoso y familiar.

Siempre con una broma que gastar, a cual más original, y con su eterna sonrisa. Así le recordarán los que le conocieron y le han tenido que despedir hace unos días, tras haber cumplido 78 años.