El asturiano aficionado a los bolos que echó raíces en San Vicente

Los bolos fueron una de sus grandes aficiones, tanto como espectador como jugador. Formó parte de la Coral Barquera, un agrupación con la que vivió muy buenos momentos. Disfrutaba también cultivando la tierra y pasaba los fines de semana que tenía libres sembrando patatas y verduras con lo que contribuía a la economía familiar.

Tras su jubilación, viajar se convirtió en una de sus grandes pasiones y disfrutó junto a su esposa con las excursiones del Imserso. Con frecuencia pasaba por la estación de autobuses de San Vicente para contemplar la llegada de los autobuses de las excursiones o de las líneas regulares para conversar con los conductores sobre su procedencia o cualquier otro detalle.

Pero por encima de todo, Manolo siempre destacó como buen padre y esposo así como por haber sido un gran trabajador, de carácter amable y servicial con todo el mundo, como atestiguan todos los pasajeros de aquella línea de autobuses a la que el estuvo ligado durante casi toda su vida.

Fueron años en los que viajar era para muchos una dificultad. Por eso no le dejaban de pedir favores a los que siempre respondía con un «sí hombre sí, no hay problema». Lo hacía así cada vez que le solicitaban comprar los más variados objetos en Santander o en Torrelavega, ir a recoger ropa en las tiendas o en las lavanderías, cambiar unos zapatos o recoger los encargos de flores para los festejos de la Virgen de La Barquera.

Todo ese afecto, cariño y agradecimientos que Manolo, el de la Línea se ganó en vida se hizo patente por la gran cantidad de personas que acudieron a su despedida, en la que la que la frase mas repetida fue «Era una gran persona».