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«Autóctono», así se definía Juan José Garmendía, Juanjo; un «autóctono que vivía, quería y hacía todo por Ampuero», según relata su hermano Eduardo, 'Ito'. ... Juan José Garmendía nació en el municipio del valle del Asón y en torno a su pueblo giró toda su vida.
Juanjo estudió en los Jesuitas de Bilbao y más tarde se trasladó a Valladolid para cursar la carrera de Medicina. Concluiría su formación en Madrid, donde, siguiendo la tradición familiar, estudio Odontología para más tarde hacer el rotatorio en Pamplona. Al finalizar sus estudios regresa a Cantabria y empieza a trabajar en el Hospital Valdecilla y en la consulta de su padre en Ampuero. Recuerda Ito que su hermano «compaginó el trabajo en el servicio de Cirugía Maxilofacial de Valdecilla, del que fue uno de los responsables de su puesta en marcha a finales de los setenta junto con los doctores Budiño, Saiz Bustillo, Aliste y Coca Temiño, con la consulta de Ampuero, en la que ha trabajado hasta hace un mes». El relevo en el mundo de la odontología lo toma ahora su hijo Juan, quien actualmente trabaja como dentista en Madrid.
«Disfrutón», en el sentido más amplio de la palabra, a Juanjo le encantaba todo aquello que tenía que ver con su pueblo. «Era parte del paisaje de Ampuero, le van a echar en falta», relata Ito emocionado al hablar de su hermano y enumerar todas las actividades en las que estaba involucrado. «Era uno de los primeros socios de la Peña 8 de Septiembre; miembro de la Sociedad de Caza y, además, era pescador»; en una palabra, a Juanjo le encantaba tomar parte en todas las actividades que tenían lugar en Ampuero.
Aficionado a la pesca del salmón, su hermano evoca con especial cariño una jornada que pasaron ambos pescando en el Sella, en coto Golondroso. «Pesqué un salmón, pero fue Juanjo el que soltó el salmón del anzuelo». En lo que a la caza se refiere, lo suyo era el jabalí y el corzo aunque algunas veces iba también a pluma. «Le encantaba subir con el coche al monte a observar los corzos, era feliz haciéndolo».
Gran gastrónomo, Juanjo disfrutaba con una buena comida regada con buenos vinos al lado de su esposa, Carmen, y de algunos de sus buenos amigos, así como de la lectura y la pintura.
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