Un buen jugador de mus que cultivó la camaradería

Ito era miembro de una saga de almacenistas de vinos al por mayor y al detalle que inició su abuelo y continuó su padre, José María López-Alonso Fernández, en la calle Calderón de la Barca, en la llamada 'calle de las bodegas' ya que, casi seguidas, estaban Bodegas López-Alonso en primer lugar y, después, Hijos de Faustino Fuente, Bodegas Azpilicueta y Bodegas Felgar. La bodega de los López-Alonso ocupaba una gran nave con acceso por dos calles. En aquel enorme espacio se envasaban 200.000 litros de vino. Entonces, a principios del siglo XX, la bodega de mayor capacidad. Tenía apartadero propio de Renfe ya que, al contar con una flota de vagones-cisterna propios, se traía más vino por ferrocarril que por carretera. Allí, en la gestión del negocio, Ito demostró sus capacidades mercantiles y profesionales, acompañado poco después por su inseparable hermano Luis, más conocido por 'Cuqui'.

A finales de los cincuenta conoció a una encantadora joven, Marisa Santibáñez, miembro de una conocida familia santanderina. Fue un flechazo y, tiempo después, se casaron. De está unión nacieron sus cinco hijos que les han dado nueve nietos.

A finales de los sesenta, su padre propuso a Ito y a Cuqui crear, en las afueras de Santander, una Asociación de Almacenistas de Vinos, una idea que cuajó con el apoyo de la mayoría de colegas que vieron en aquella unión una ventajosa salida a sus negocios. Para ello, compraron unos terrenos en la zona de Candina donde se construyó una nueva bodega y una espectacular planta de embotellado bajo el nombre de Vinícola Montañesa S.A. (Vimosa). En aquella gran nave se envasaba un millón de litros y se aprovecharon todas las sinergías de sus miembros para emerger como una asociación que repartía vino embotellado y en barriles de 70 litros en capital y provincia, tanto en hostelería como en alimentación. En muchas mesas estaba presente el vino tinto Montañal, la marca emblemática de la asociación.

Pero las empresas y los negocios, como todo en la vida, tienen su principio y su fin y, cuando Vimosa, después de tres décadas exitosas, echó la persiana, Ito, junto a Cuqui y otros socios, emprendió una nueva actividad: la de promotor inmobiliario, dedicando su nuevo afán a la construcción y promoción de viviendas en momentos, como los actuales, en que la falta de pisos era todo un problema.

De hecho, al trasladarse la actividad mercantil a Candina, el solar que ocupaba la antigua bodega se reconvirtió en edificio de viviendas y en la sexta planta vivían Ito y su familia.

Hombre de acendradas convicciones religiosas, de excelente trato personal, amigo de sus amigos, muy buen jugador de mus, con Ito coincidí en los concursos del Club de Tenis, donde era asiduo y, donde ya jubilado, mantenía una tertulia casi diaria en la última mesa de la cafetería. Todos los jueves se reunía allí con otros treinta socios y amigos en un almuerzo multitudinario en la zona náutica, en una confraternización de total camaradería y en la que ningún debate era tabú.

Hoy son momentos de plegaria, mañana lo serán de recuerdo hacia el amigo que se acaba de ir y que ha dejado una hermosa huella por la que seguir caminando quienes te conocimos y te apreciamos como amigo y como persona. Descansa en paz.

Jesús Sainz de Rozas era amigo de Rafael López-Alonso Polvorinos