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El apellido Escallada está unido al mundo de la carne y como bien relata Eusebio Abascal, quien actualmente regenta la carnicería Escallada de Boo (Astillero), ... ese era el mundo al que siempre estuvo vinculado José Antonio Escallada, 'Toñín'.
Nacido en el seno de una familia de carniceros, José Antonio heredó el negocio de Guarnizo de sus padres y en ese establecimiento se crío y creció junto a sus tres hermanos hasta que finalmente pasó a regentarlo junto a su esposa, María José. Había nacido al finalizar la guerra civil española, en 1939, y le tocó estar detrás del mostrador en años de grandes necesidades para los vecinos del pueblo. Buen conocedor de las estrecheces que pasaban algunos de ellos, 'Toñín' siempre trato de ayudar a todo aquel que lo necesitó. Cuando hace varias décadas construyó una piscina en su casa de Guarnizo, «Todos los niños del barrio iban a bañarse allí», recuerda con cariño Eusebio, dando testimonio así de la generosidad de José Antonio.
Siempre le gustó el trato con la gente, en especial con los clientes que cada día acudían a comprar a su carnicería y por ello después de su jubilación seguía desplazándose puntualmente al establecimiento para charlar con todos los que se acercaban a comprar. «Tenía un trato exquisito con la gente», señala Abascal, quien recuerda que aunque desde hace unos veinte años residía en Somo donde se había construido una casa, «su vida estaba en Boo y aquí venía todos los días para charlar con sus antiguos vecinos y pasar el día». Gran amante de los animales, 'Toñín' siempre tuvo caballos, vacas, cerdos y gallinas. Criaba animales que después llevaba al matadero y más tarde vendía en su carnicería o bien vendía en las ferias ganaderas a las que tanto le gustaba acudir, pues lo suyo era cerrar «el trato» con los posibles compradores o vendedores.
Padre de tres hijos, Francisca, José Antonio (ya fallecido) y Tatiana, ninguno de ellos ha seguido con la tradición familiar del mundo de la carne. Es por ello que aquel chaval que entró como aprendiz, Eusebio Abascal, y que con el paso de los años se convirtió en «un hijo más», tomó las riendas del negocio en el momento de la jubilación.
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Ana del Castillo
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