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La biografía de Francisco Ignacio de Cáceres y Blanco es tan brillante como densa. Una curiosidad insaciable y una inmensa capacidad de trabajo definen a un hombre que ha ejercido, con entrega y éxito, sus tres carreras: Licenciado en Derecho, en Historia Moderna y en ... Ciencias de la Información. Un abanico lo suficientemente amplio para que desarrollara todo su potencial. Como buen historiador y periodista nada humano le era ajeno y en el año 1983 aceptó un cargo político para ser consejero de Obras Públicas del Gobierno de Cantabria.
También fue elegido diputado en el Parlamento español en la lista del PP. Su rigor y su formación pronto chocaron con una realidad cuajada de obstáculos y zancadillas en el universo de la política donde, en ocasiones, la dialéctica se resume en cuchillos cachicuernos.
Nacido en Segovia en el año 1937, en plena guerra civil, cuando tenía dos años vino a Santander. Su padre había sido nombrado director del periódico del Movimiento, Alerta, y Francisco Ignacio vivió aquí su infancia. Se formó en el colegio de La Salle y, más tarde, cursó las carreras de Derecho e Historia en la Universidad de Valladolid. Su formación como periodista la llevó a cabo en la Universidad Complutense de Madrid.
Por su cuna y por su forma de entender España siempre abogó por la permanencia de la provincia de Santander en la región de Castilla y León. Supo aceptar, con el espíritu democrático que le caracterizaba, el nacimiento de Cantabria como comunidad autónoma uniprovincial. Nunca renunció a sus raíces castellanas, ligadas directamente a Segovia, donde ahora descansa su cuerpo.
Además de sus cargos en política fue director de Radio Nacional de España y TVE en Cantabria, una delegación que él puso en marcha. Escritor prolífico acumula una larga lista de libros publicados, muchos de ellos sobre la historia de Cantabria. Su trayectoria se une íntimamente a la cultura. Desempeñó la presidencia de la sección de Ciencias Jurídicas y Morales del Ateneo de Santander y fue miembro de la Institución Cultura de Cantabria y director de la revista Altamira.
F. I. De Cáceres fue un cristiano de fe profunda, coherente con sus creencias.
Fundó una familia junto a su esposa, Carmen Cabrero Abascal, y deja una descendencia que, sin duda, él mismo consideraría su mejor legado. Fue emocionante el funeral que ofició su hijo, el pasado domingo 4 de febrero, en la iglesia de El Cristo de Santander.
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