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Son muchos años, pero me cuidan muy bien», dijo Pilar cuando cumplió cien años y el Ayuntamiento de Liérganes le rindió un íntimo homenaje, en ... mayo de 2021. Ese era el talante de Pilar Lavín Acebo, la abuela de Liérganes, una mujer muy cercana y querida en el pueblo en el que había nacido y cuyos vecinos la despidieron hace unos días.
Miembro de una extensa familia, los hermanos Lavín Acebo siempre estuvieron vinculados al mundo de la carnicería: cinco de ellos trabajando en los dos despachos de carne que regentaron en Liérganes, en la calle Mercadillo, y en el Mercado del Este, en Santander, y los otros dos acudiendo a las ferias para comprar el ganado que más tarde sacrificaban en el matadero del pueblo y vendían en sus carnicerías. Durante más de cuatro décadas hablar de los productos de 'Los Cariñosos' era sinónimo de calidad, algo que era bien sabido por su numerosa clientela, tanto en Liérganes y los pueblos de los alrededores, como en Santander.
En una época en la que el trabajo de la mujer estaba relegado al ámbito doméstico, Pilar y sus hermanas (Cuquis, Yeyes y Luisa) rompieron moldes trabajando en las carnicerías de la familia en las que, según recuerdan algunos de sus clientes, siempre dispensaron un trato cercano y amable a todos aquellos que se acercaban hasta el mostrador de 'Los Cariñosos'. «Teníamos una clientela enorme tanto en Santander como en Liérganes», evocaba Pilar el día de su homenaje.
Durante toda su vida, la casa familiar de Liérganes fue el lugar de encuentro de los siete hermanos Lavín Acebo y a la que acudían los fines de semana para disfrutar del tiempo libre los hermanos que, como Pilar, residieron en Santander. Ninguno de ellos se casó y es por ello que tras el fallecimiento de Pilar es su hermana Cuquis, quien la ha cuidado hasta su muerte, la única representante de una saga familiar que durante décadas ha estado estrechamente vinculada a la vida del pueblo.
Recordando las palabras que pronunció el cura de Liérganes en su funeral, el alcalde de Liérganes, Santiago Rego, destaca la cercanía de Pilar, una persona que llegó a cumplir los cien años, «muy devota, pues incluso en los últimos tiempos, cuando ya no salía de casa, iba el sacerdote a darle la comunión».
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