Obituario| María Jesús del Hoyo Gutiérrez, abuela de Liébana
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Obituario| María Jesús del Hoyo Gutiérrez, abuela de Liébana
Una centenaria que siempre presumió de su extensa familiaMaría Jesús del Hoyo, la abuela de Liébana, que el pasado 5 de agosto había cumplido 104 años, reconocía en una entrevista reciente que el secreto de su larga vida «ha sido trabajar incansablemente para poder sacar a mis nueve hijos adelante». Profundamente religiosa, agradecía ... a Dios que la permitiese «seguir disfrutando de la vida con mis seres queridos hasta que él quiera». Esa vida se apagó hace unos días, rodeada de la gran familia que deja: nueve hijos, veintitrés nietos, veintidós bisnietos y un tataranieto que lloran la ausencia de 'Nina', como cariñosamente la llamaban.
Siempre decía que la gustaría que la recordasen como «una mujer trabajadora y tremendamente luchadora». Presumía y se sentía orgullosa de tener una gran familia que la recordará con cariño cada 5 de agosto cuando, a buen seguro, se volverán a reunir todos alrededor de la mesa para rememorar y evocar los buenos momentos que pasaron todos juntos.
La abuela de Liébana había nacido el 5 de agosto de 1920 en Bores (Vega de Liébana), donde pasó su infancia. Solo pudo acudir a la escuela hasta los diez años porque tenía que colaborar en el trabajo doméstico.
Apenas cumplidos los catorce años conoció a Zoilo, un joven un poco mayor que ella que recorría los pueblos de la comarca con sus caballerías en busca de pieles y lana. Se enamoraron, pero los padres de María Jesús no consintieron esa relación. Por ese motivo, iniciaron una relación epistolar, unas cartas que ambos intercambiaban dejándolas debajo de una piedra.
A los veinte años cumplió su sueño de casarse con su amado Zoilo. Fue entonces cuando ambos se trasladaron a vivir a la localidad de La Vega, donde durante más de dos décadas estuvieron al frente de la taberna y tienda de comestibles del pueblo. En esta localidad nacieron sus nueve hijos y, tal y como María Jesús siempre relataba, «fuimos felices». Fueron años de duro trabajo hasta que su esposo se accidentó, lo que les obligó a trasladar su residencia a Santander, donde Zoilo trabajó de portero mientras María Jesús daba comidas y lavaba ropa para los frailes en los Carmelitas. Al llegar a la edad de jubilación ambos regresaron a su pueblo.
En La Vega, María Jesús llevó una vida tranquila rodeada de su familia, disfrutando de sus paseos y asistiendo a los partidos de bolos y a las fiestas tradicionales de la comarca lebaniega.
Su sonrisa y sus ganas de vivir siempre fueron un referente en su larga vida. En el momento de su partida es recordada como una lebaniega de corazón que deja una extensa descendencia que la tendrá siempre presente.
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