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Jesús Choya Soria, docente con un perfil vocacional «como pocos otros», falleció la semana pasada dejando un vacío «irreparable» en toda la gran familia educativa ... del Colegio Altamira de Camargo. Fundador, director y maestro durante cuarenta y cuatro años al servicio de los estudiantes. Unos alumnos que, en su último adiós, abarrotaron la parroquia de Revilla para despedir a un referente que marcó su infancia, según repetían una y otra vez.
«Cuando la educación deja de ser una farsa estadística, cuando se deja que los niños sean personas libres, creativas, se fomenta su expresividad y, sobre todo, se pretende que sean felices... No sé si se conseguirá la excelencia académica pero seguro que se consigue la excelencia humana». Esa era su forma de ver la educación y la que rigió su actividad laboral.
Finalmente, «con mucha pena», el 16 de octubre de 2019, Chus puso fin a una etapa, «la más larga e importante» de su vida. Dijo adiós al Colegio Altamira. «Y... Fin. 44 años cumpliendo un sueño. Gracias a todos, por todo. Hasta siempre», escribió en su mensaje de despedida.
Cuatro años después, son sus discípulos los que rinden homenaje a su profesor. «Peleó por hacer de sus alumnos personas de pensamiento crítico y libre. Nos quería y respetaba. Fue nuestra referencia durante años. Consiguió que fuese un orgullo ser sus alumnos. Nunca olvidaré sus clases de Literatura con Machado y Lorca. Y las lecturas acompañadas de Paco Ibáñez y Serrat. A veces no bajábamos al recreo porque nos quedábamos en clase escuchando sus vinilos», ha contado Luis del Río.
La huella que dejó en las generaciones que pasaron por el centro es indudable. De hecho, fue uno de los 250 docentes de la región reconocidos por el Parlamento de Cantabria: por su «labor educativa y larga carrera profesional».
Pero hay un alumno que hoy siente su falta más que nadie. Su hijo, el joven productor de cine cántabro que lleva su mismo nombre. «Ha sido un referente para muchos y, sobre todo, un gran padre. También me inculcó su pasión por el cine que ha hecho que hoy me dedique a lo que me dedico. Lo suyo era pura vocación. Gracias por todo papá. Siempre te recordaremos».
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