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En la Oficina de Comunicación del Gobierno de Cantabria estamos esperando aún que maduren los kiwis que nos regaló María Jesús procedente de los cultivos de su hermana Pilar. No es fácil asimilar que se haya marchado sin poderla decir lo sabroso que estaban, como ... otras veces.
No sé cómo percibiremos el sabor de esos kiwis. Pero en su textura seguro que notaremos la aún fresca perplejidad que nos ha dejado la ausencia de quien hasta hace unos días se mantenía en su trabajo consciente de lo grave de su enfermedad, pero firme en el propósito de cumplir con sus obligaciones a pesar del cansancio que se acumulaba en su cuerpo, e incluso insistiendo en presentarse voluntaria a cualquier tarea para ayudar a los demás.
María Jesús López Ortega falleció hace unos días a los 58 años. Estaba enferma de esa lacra de destrucción celular que tanto dolor y sufrimiento sigue ocasionando, y afrontó su enfermedad dando la cara, sin ocultarla. Su respuesta no fue la de encerrarse en su interior. Yo me la imagino saltando de la trinchera para correr hacia donde estaba el enemigo, y corriendo supo cómo llegar a la meta de los maratones en los que comenzó a participar en 2010 como la heroína victoriosa del esfuerzo y el sacrificio. Vestida de atleta y con el dorsal en su camiseta me la encontré alguna vez entre carreras populares. Era igual el puesto en el que había quedado. Estaba feliz como si hubiera sido la campeona.
Estudió periodismo en la Complutense de Madrid. También estudió piano y le gustaba la historia. Tuve ocasión de conocerla cuando comenzó a trabajar en Santander en los servicios informativos de Antena 3 Radio. Escuchándola me di cuenta de la vitalidad con la que su voz empujaba las noticias. Luego se encargó de la comunicación de Acemm (Asociación Cántabra de Empresarios de la Madera y del Comercio del Mueble) hasta que en 2018 ingresó en la Oficina de Comunicación del Gobierno de Cantabria.
Siempre dispuesta a aprender y a actualizarse (cursó varios másters de comunicación), le gustaba decir que su oficio son las palabras. Disfrutaba leyendo, viajando, bailando y alternando en los bares con sus amigos.
En el perfil de sus redes sociales confesaba que «voy sin prisa, disfrutando y sin forzar en exceso a mi organismo. Mi tiempo lo reparto entre mis amigos y mis dos hijas que trabajan fuera. Soy una persona afortunada». Y así la recordaremos, feliz y repartiendo kiwis y favores por la redacción.
Raúl Gómez Samperio era compañero de María Jesús López
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