El compañero del buen hacer y la eterna sonrisa

Casado con María Eva Lozano, tuvo dos hijos: Pablo y Luis, que trabajan en Londres y Baleares, respectivamente, y dos nietos, Mateo y Tomás.

De 1995 a 2007 fue administrativo de la Consejería de Sanidad en la Unidad de Salud Mental, en la calle Antonio López, en Santander. Posteriormente, fue secretario de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital Valdecilla y del Centro Colaborador Español para la Investigación y Docencia en Salud Mental de la OMS. Ocupó también este cargo en el Grupo de Investigación de Neurociencia del Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (Idival) y en el grupo de Investigación Competitiva del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam).

De 2018 a 2022, año de su jubilación, fue jefe de grupo no sanitario en la secretaría general del Hospital Marqués de Valdecilla como responsable de personal administrativo y de servicios y alrededores de Santander, teniendo a su cargo a en torno a 250 personas.

Consecuente con el principio de que la felicidad no está en una vida cómoda sino en un corazón enamorado, quiso mucho a todos y tuvo muchos amigos. Destacaban en él su humildad, su generosidad y sus ganas de ayudar siempre a los demás. Siempre amable, con su eterna sonrisa, siendo un marido, padre, hermano, cuñado, abuelo y amigo ejemplar.

Sus compañeros del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla han dejado preciosos testimonios: «Siempre recordaremos su buen hacer, su paciencia, esa generosa sonrisa y la bondad de su corazón; esencia que, sin duda, permanecerá en los nuestros»; «Además de un maravilloso jefe fuiste para todos una bellísima persona, de las de verdad, de las que ya no quedan»; «Cuando alguien deja una huella de ternura tan grande como la que has dejado tú, José Antonio, es porque tu paso por nuestra vida ha sido para enriquecerla».

José Antonio agradeció mucho la inestimable atención espiritual de los capellanes de Valdecilla que le llevaban a diario la Sagrada Comunión y le administraron los últimos sacramentos.

Falleció en Santander el sábado 23 de septiembre tras un breve proceso oncológico. Su funeral se celebró en la parroquia de la Consolación, siendo sus cenizas inhumadas en el columbario de dicha iglesia. Estoy seguro de que seguirá cuidando de todo sus seres queridos desde un cielo bien merecido. Descanse en Paz.

Antonio Soler es profesor jubilado de Secundaria y Bachillerato