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Suele hablarse bien de las personas que fallecen. Que si era buena gente, humilde, trabajadora. En el caso de Mariano Sotodosos es verdad. No solo ... lo dice su hija Mari Paz. También le dedican bonitas palabras los empleados de Autobuses Casanova, la empresa en la que trabajó más de veinte años como conductor. Dejar un recuerdo agradable entre los que se quedan debe suponer un consuelo cuando uno se va. «Vivió discretamente y se marchó discretamente», explica Mari Paz, hermana de Fernando e hija de Cándida de Cos y Mariano Sotodosos, que estuvieron juntos toda la vida, «hasta el final». El final llegó el día 6 de enero, como los Reyes Magos. Murió acompañado y siendo muy querido a los 86 años de edad.
Mariano nació en un pueblo de Guadalajara llamado Morillejo en el año 1936. Se quedó sin madre pronto y fueron sus hermanos quienes cuidaron de él. Tras hacer la mili en Zaragoza y vivir un tiempo en Barcelona, decidió marcharse a Alemania, a buscarse un porvenir. Encontró trabajo y amor. «Estuvo en dos fábricas. En la segunda descubrió su verdadera vocación, que era ser camionero», relata su hija. Conducir dejando flotar los pensamientos. En Alemania se casó con otra española, Cándida de Cos, y tuvieron dos hijos, Mari Paz y Fernando. En el año 1975 volvieron a España, concretamente a Torrelavega, «al número 65 de la calle José María Pereda». Los fines de semana se iban a Casar de Periedo (Cabezón de la Sal), donde tenían una casa y un huerto. «Cuando la gente se entera de que soy hija de Mariano todo el mundo me dice lo mismo, que era muy buena persona», asegura Mari Paz, orgullosa y acompañada de la calidez de la memoria de su padre.
«Era educado y nunca contestó mal a nadie», dicen sobre él en la empresa donde trabajó la mayor parte de su vida. Entonces, «la gente viajaba en autobús». No había tantos coches como ahora «y la jornada laboral se alargaba hasta la noche». Mariano debía sortear bien las curvas de su día a día.
Cuando se jubiló (en el año 1999) el matrimonio decidió afincarse definitivamente en la localidad de Cabezón de la Sal, de donde era su mujer. Fue un hombre «trabajador, tranquilo y agradable», que condujo por los caminos de la vida de forma discreta. «Mi padre era la mejor persona que conocía», dijo su hija. Una opinión que comparte con «los que lo conocieron».
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