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Esperancita, como la conocía todo Torrelavega, había nacido en 1930 en Barreda a donde su padre, Leandro Ezquerra, había llegado de maestro junto a su ... esposa Esperanza Valdazo, procedentes de las burgalesas Sierra de la Demanda y Miranda de Ebro, respectivamente.
De sus hermanos, Águeda, Jesús, Nina, Isaac, Félix y Leandro, Esperancita fue la única que nació en este pueblo del municipio de Torrelavega, al que la familia se trasladó después de que el cabeza de familia fuese nombrado director del Colegio Menéndez Pelayo, pasando a residir en la casa de los maestros, en La Llama. Leandro y Esperanza se esforzaron para que sus hijos tuvieran una buena preparación, dándoles a todos carrera. Esperancita decidió seguir los pasos de su progenitor y estudió Magisterio. Su primer destino fue Castro Cillorigo y después se trasladaría a Pendes, Pumalverde, Ruiloba y Camplengo, entre otros, hasta llegar a Reocín, donde obtuvo la plaza de maestra en las escuelas de la Real Compañía Asturiana de Minas. Años después. al integrarse en la escala de maestros nacionales tomó plaza en el mismo colegio del que su padre había sido director, el Menéndez Pelayo de Torrelavega.
Esperancita permaneció soltera. Vivió con sus padres en la casa de los maestros, primero, y después, en la calle José María de Pereda, en el edificio conocido como 'de los patateros'. Fue la persona de referencia para sus sobrinos, de los que quiso ser el nexo de unión de la familia, especialmente de Manuel Gandarillas, una extraordinaria voz, solista del Coro Solvay Ensamble.
Mujer muy independiente, impenitente viajera, amante del arte y de la música y en absoluto dada al protagonismo. Cosechó un profundo cariño de los cientos de alumnos que tuvieron la suerte de tenerla como maestra.
Cultivaba la amistad de forma especial pero, sobre todo, fue protectora de los suyos, que bien conocieron su generosidad en todos los ámbitos. Hay una anécdota que deja una idea de esta mujer. Siendo profesora del Menéndez Pelayo fue propuesta para dirigir el centro, a lo que siempre se negó porque -decía- solo quería ser maestra. Desoyendo su negativa, fue nombrada un mes de junio y durante las vacaciones de verano le ingresaron en la nómina los emolumentos correspondientes a este cargo. Pues bien, iniciado el curso, Esperancita devolvió el dinero que le habían entregado. Ahora, desde el Cielo, seguirá velando por los suyos. Descanse en paz.
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Ana del Castillo
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