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Consuelo Gutiérrez Lago 'Chelo' falleció en Santander, donde había nacido y residió toda su vida, el pasado lunes. Esposa y madre de dos antiguos bomberos voluntarios, Salvador Varona, padre (oficial del cuerpo), y Salvador Varona, hijo, fue una mujer que dejó una profunda huella entre ... todos los que tuvieron la suerte de conocerla -entre los que me incluyo- y en especial en los miembros de su familia, a la que siempre tuvo un gran apego.
Chelo residió muchos años en el parque de bomberos. La madre de Salvador padre (Chano para los amigos) tuvo el parto en la misma torre del histórico edificio de la Plaza de Numancia. La recuerdo siempre de buen humor, y con una educación exquisita. Generosa y una magnífica cocinera. Siempre pendiente de Salvador, el primogénito, de su marcha en los estudios -hizo el bachillerato en la Filial 2 del Barrio Pesquero y la carrera de Magisterio a escasos metros de su casa- y de la de menor de los Varona Gutiérrez, Elena (Marilé), que la dio dos hijos, dos nietos y tres binietos.
Una de sus nietas, Paula -diseñadora gráfica-, la hija de mi amigo -'mi hermano'-, Salva, escribía a través de su cuenta de facebook un emotivo recordatorio.
«Abuela, ya estás descansando. Por aquí abajo, cada vez que me haga unas frutas, me acordaré de ti y de que me batías todo lo que tenías en la cocina. Cuando vea una telenovela, recordaré cuando antes de ir a inglés veíamos 'Amar en tiempos revueltos'. No podré ver a Marilé haciendo tostadas sin verte sentada en la cocina corrigiendo la cantidad de azúcar.
Cuando escuchemos villancicos en la cocina, los escucharemos juntas. Cada vez que piense en Benidorm, pensaré en ti, y en todos los viajes que hicimos juntos en familia.
El Sálvame es la sintonía de la casa de los abuelos, 24/7 en la televisión. Si, la casa de los abuelos, seguirá siendo siempre así aunque tú ya no estés. La laca y la permamente perfecta estarán siempre en mi cabeza.
Qué comidas tan ricas nos has hecho durante tantos años, sentados en la mesa de la cocina y cómo disfrutábamos de tus manjares.
Qué raro se me va a hacer no verte sentada en tu rincón del sofá, que ya llevaba tu nombre.
¡Chelito! Nos ya nos veremos por ahí arriba, vete guardándonos un sitio para cada uno, para sentarnos juntos en la mesa como en Navidad».
Chelo, como dice Paula, ya ha descansado y de ella pueden decirse muchas cosas y, de verdad, que todas buenas. Pero sobre todo que sintió un gran amor por su familia, a la que se dedicó en cuerpo y alma. Su esposo, sus hijos, nietos y bisnietos pueden sentirse muy orgullosos de ella. Tenía 88 años.
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